La campaña de desinformación rusa sobre “el chantaje ucraniano a Occidente para obtener armas» se articula en torno a una declaración de Kuleba. En una entrevista concedida a Die Welt, Kuleba afirmó que Rusia podría volver a recurrir al bombardeo masivo de las infraestructuras críticas del país con la llegada del frío.
En este contexto, Kuleba señaló que para Ucrania, en vísperas del invierno, es más importante recibir de Alemania equipos adicionales de defensa antiaérea que misiles de crucero germano-suecos, Taurus. El diplomático anunció que Ucrania se está preparando para “el invierno más terrorífico de la historia” defendiendo su sistema energético de los ataques rusos.
“He comprado decenas de velas. Mi padre ha comprado toda una furgoneta de leña. Nos estamos preparando para el invierno más horroroso de la historia. Por ello, haremos la vista gorda si no recibimos los Taurus, pero sí los sistemas de defensa antiaérea. Estamos tratando de proteger nuestras centrales eléctricas lo mejor que podemos. Pero los rusos están aprendiendo. Pondrán a prueba nuestra resistencia una vez más con sus misiles”, subrayó Kuleba.
Los ataques de Rusia contra las infraestructuras críticas de Ucrania no son ni farsa ni chantaje ucraniano, como afirman los medios de comunicación pro-Kremlin. El 10 de octubre de 2022, Rusia lanzó ataques masivos con misiles contra instalaciones del sistema energético ucraniano con el pretexto de «tomar represalias contra el ataque ucraniano» al puente sobre el estrecho de Kerch construido ilegalmente por los ocupantes. Según la inteligencia ucraniana y los servicios de inteligencia occidentales, Rusia había planeado lanzar una serie de ataques contra el sector energético ucraniano mucho antes de la operación especial de las fuerzas de defensa ucranianas en el puente ruso. Podrá encontrar información más detallada en el artículo de StopFake: “Falso: El ataque aéreo masivo ruso de Ucrania es una venganza por el ataque al puente de Crimea”.
Los ocupantes rusos han llevado a cabo decenas de ataques selectivos contra el sistema eléctrico ucraniano. Según la ONU, 42 de los 94 (45%) transformadores clave de alta tensión de Ucrania han sido dañados o destruidos por ataques de misiles rusos. Más de la mitad de estos transformadores han sufrido múltiples bombardeos por los ocupantes, lo que ha dificultado los intentos de repararlos, afirman los expertos de la ONU. La capacidad de generación de electricidad también se ha reducido casi a la mitad. De los casi 37 GW de capacidad disponible, más de 19 GW han sido destruidos, dañados o incautados por Rusia.
Como consecuencia de los ataques rusos, el sistema energético ucraniano ha sufrido daños valorados en más de 10 mil millones de dólares estadounidenses, sin incluir los deterioros causados a Ucrania con la voladura de la central hidroeléctrica de Kajovka en junio de 2023, concluye la ONU.
Además, debido a los bárbaros ataques rusos, las centrales nucleares ucranianas se quedan periódicamente sin electricidad, lo que constituye una violación de todos los principios de seguridad nuclear generalmente aceptados. Por ejemplo, la central nuclear de Zaporiyia sufrió un apagón completo al menos cinco veces debido a los bombardeos rusos. Como consecuencia de los ataques rusos, el 15 de noviembre de 2022 se interrumpió urgentemente el suministro eléctrico a la central nuclear de Jmelnytskyi, y una semana más tarde, por primera vez en la historia, Ucrania sufrió un apagón completo: el 23 de noviembre, como consecuencia del ataque ruso, las cuatro centrales nucleares ucranianas se quedaron sin energía de forma completa y simultánea. Este acontecimiento sin precedentes es el primero no sólo en la historia de Ucrania, sino también en la historia de la energía nuclear mundial en general.
Rusia no ataca solamente la infraestructura eléctrica y atómica de Ucrania: a consecuencia del bombardeo masivo de los ocupantes en el período otoño-invierno de 2022-2023, en Ucrania no quedó ni una sola central térmica e hidroeléctrica intacta.
Según el derecho internacional, los ataques rusos con misiles contra infraestructuras críticas ucranianas pueden considerarse crímenes de guerra que no prescriben y son competencia de tribunales de todo el mundo.