La mayoría de nosotros no conocíamos que existía una revista satírica en Francia que se llama Charlie Hebdo. Tampoco que estaba en problemas con el extremismo islámico por ser irreverente y hacer reír a sus lectores.
Es de suponer que muchos ignoraban que el editor en jefe de Charlie, Stéphane Charbonnier, Charb, estaba amenazado por los yihadistas, lo que le llevó a expresar en una ocasión, “puede sonar un poco pomposo pero prefiero morir de pie que vivir de rodillas.”
Charbonnier, era un hombre libre y consecuente con ese derecho. Es de presumir que vencía sus miedos todos los días, o simplemente la fuerza de sus convicciones rechazaban los temores.
Junto a Charb, como le decían sus amigos, cayeron otros comunicadores, todos sabían los riesgos que corrían, pero aun así, como tenían su visión particular de informar y divulgar su opiniones, los enfrentaron hasta las últimas consecuencias.
Se podrá o no estar de acuerdo con el sarcasmo de sus publicaciones, pero las leyes francesas le otorgaban ese derecho, razón de más para condenar con toda energía el atentado terrorista contra la publicación y sus productores, porque fue un atentado criminal a la libertad de expresión.
Por otra parte la tragedia de Charlie han reavivado el viejo debate de si la libertad de prensa debe limitarse. Hay quienes discuten el derecho de escribir, comentar o satirizar sobre temas que terceros pueden considerar que no deben de ser abordados, porque afectan creencias o intereses.
También cuestionan las revistas que se dedican a inventar escándalos, hacer público temas que no están debidamente confirmadoso debaten sobre la ilegalidad en que incurren los paparazzi cuando buscan obtener fotos íntimas de personalidades públicas.
Es cierto que todo derecho puede ponerse en paréntesis por aquellos que se consideran afectados por su ejercicio, pero para eso están los tribunales de justicia. Ellos son los que deben dirimir dónde empieza y termina el derecho de cada ciudadano, no los fusiles Kalanikov o M-16.
El Compromiso de ser Charlie es muy serio y demanda mucha fortaleza moral. Hay que estar dispuesto a denunciar a los políticos y autoridades corruptas. Revelar las tramas de cualquier grupo mafioso o descubrir públicamente un complot que pueda estar preparando un grupo terrorista.
Este compromiso implica no ser políticamente correcto. Dejar de actuar al ritmo de la mayoría, pero también de las minorías con las que se tiene el derecho a no estar de acuerdo
Implica no ser políticamente correcto. Dejar de actuar al ritmo de la mayoría, pero también de las minorías con las que se tiene el derecho a no estar de acuerdo. Portarse en base a las convicciones. No temer a las acusaciones, ni a las amenazas, decir lo que se piensa es ser Charlie.
Denunciar con energía cualquier acto terrorista en el rincón más humilde del mundo. Evocar las victimas sin distinción alguna y denunciar los abusos y extremismo en los que pueda incurrir el propio gobierno.
El Compromiso de ser Charlie implica tener siempre presente atentados criminales como el de las Torres Gemelas, 2001, las bombas en los trenes de cercanía de Madrid, 2004, la masacre de la escuela de Beslan, Rusia, 2004, los ataques al sistema de transporte público de Londres, 2005, o la matanza en la escuela de Peshawar, Pakistán, con el resultado de 150 muertos, entre ellos 132 niños, 2014.
Hay crímenes menos trascendentales como los siete periodistas asesinados en Honduras el año pasado y los asesinados en México. Denunciar las amenazas a la libertad de prensa en Argentina y la falta de esas libertades en Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia, entre otros países.
Los terroristas que atacaron a Charlie son los pares de quienes asesinan periodistas en Honduras, decapitan a comunicadores en Irak y Siria, o controlan los medios de prensa en cualquier país, que es otra forma de asesinar periodistas.
La mayoría de las informaciones en los periódicos, canales de televisión, radio o en las redes sociales a las que accede el ciudadano, no implica riesgos para quien lo comunica, pero hay informaciones por las que el autor enfrenta grandes peligros que muy probablemente alcancen a sus familiares.
En el periodismo hay muchos mártires: el año pasado murieron más de 60 comunicadores por informar lo que otros querían callar. Es una profesión que inquieta a los poderosos y afecta seriamente a los fanáticos.
Charlie son los corresponsales de guerra que informan lo que acontece en una contienda bélica. Los que enfrentan el crimen organizado y la corrupción gubernamental, aquellos que a riesgo de la libertad, inclusive la vida, retan a los regímenes despóticos informando de todos sus abusos y los que escriben y dicen lo que piensan sin temer las consecuencias.
La libertad en cualquiera de sus expresiones es la principal fortuna del ser humanos, y es por ese motivo que hay tantos depredadores trabajando a favor de arrebatársela a quienes la disfrutan, no temerles, actuar en contra de ellos es ser Charlie.