El diario Bangkok Post, ahonda en el dilema moral de visitar o no países sometidos a dictaduras. Destinos supuestamente fascinantes para el turismo como Cuba, China, Corea del Norte o Irán son el foco de atención para algunos en el mundo occidental.
Pero muchos se preguntan, sin embargo, si es moralmente aceptable para los viajeros alemanes pasar unas vacaciones sin preocupaciones en países gobernados por regímenes tiránicos, a sabiendas de que la libertad de expresión está restringida y que figuras de la oposición languidecen escuálidos en las celdas de las prisiones, dice el rotativo.
"El turismo hace posible encuentros y ayuda a los países a que se abran al mundo exterior", según responde Wolf-Dieter Zumpfort, presidente de la Fundación Friedrich Naumann, una institución política liberal en Alemania. "Su decisión de visitar o no, no se puede reducir a un simple derecho o respuesta equivocada".
Vale la pena investigar todas las opciones, ya que no todo viaje a una dictadura debe descartarse como egoísta e irresponsable. Por el contrario, su presencia podría tener un efecto beneficioso.
"El turismo ofrece a las personas que viven en una dictadura una pequeña ventana al mundo exterior", opina Peter-Mario Kubsch, presidente ejecutivo de Studiosus, una agencia de viajes que promueve el turismo sostenible.
Sin embargo, en Alemania, que padeció una dictadura comunista en su parte oriental, la gente no está muy segura de que hacer turismo en Estados policíacos como Cuba o Corea del Norte pueda ser positivo para nadie, continúa el artículo del diario de Tailandia.