Misty Danielle Copeland, primera bailarina afroamericana del American Ballet Theatre, uno de los elencos más prestigiosos de Estados Unidos, visita estos días Cuba después de haber sido nombrada embajadora cultural del Departamento de Estado de EE.UU.
Como parte del programa de su visita, que busca promover el diálogo cultural entre Cuba y EE.UU., Copeland visitó hoy la sede del Ballet Nacional de Cuba, dirigido por la legendaria bailarina y coreógrafa Alicia Alonso, de 95 años.
En la sede de esta institución, la bailarina primero permaneció sentada en el suelo y observó los ejercicios que realizaban los alumnos de ballet clásico, para posteriormente sumarse al calentamiento.
También está previsto que la estadounidense visite las sedes de la Compañía de Carlos Acosta y del Ballet de Lizt Alfonso, dos de las compañías más prestigiosas de la isla.
En esas visitas, Copeland mantendrá encuentros e intercambiará impresiones con profesores y con algunos de los más de 8.000 estudiantes de danza que se forman en estos momentos en Cuba.
La bailarina contará su "historia personal para remarcar la diversidad de raza, etnias, geografía, género y experiencias que conforma el tejido de EE.UU.", señaló una nota del Departamento de Estado cuando se anunció su visita.
La visita, que se prolongará hasta el próximo 18 de noviembre, se enmarca en el proceso de normalización de las relaciones entre EE.UU. y Cuba, iniciado a finales de 2014 por Barack Obama y Raúl Castro, tras más de medio siglo sin relaciones diplomáticas.
Misty Copeland figura como la primera mujer afroamericana promovida a bailarina principal en la historia de la mayor compañía de ballet estadounidense.
Además de su carrera en la danza, Copeland ha escrito dos libros autobiográficos y su trayectoria artística estimuló la realización de un documental, titulado "Un cuento de bailarina", que recoge los retos profesionales a los que se ha tenido que enfrentar.
Nacida en Kansas City (Misuri) en 1982 y criada en California, empezó a bailar relativamente tarde, con 13 años, se formó en la Escuela de Ballet de San Francisco y se obsesionó con la bailarina argentina Paloma Herrera, con quien compartió compañía y cuya retirada abrió hueco para Copeland en el cuadro de primeras figuras del American Ballet.