LA HABANA, Cuba.- Cada vez se le hace más difícil al régimen disciplinar a la sociedad, porque a medida que pasa el tiempo el desgarramiento del tejido social crece, y hace que aumente el descontento por las políticas establecidas. Ejemplos hay muchos, pero uno es el que más resalta: el sistema cambiario, producto de la doble moneda. Es tan agobiante para todos que la dictadura se ha visto en la necesidad de reconocerlo y eso dice mucho del impacto que tiene en la sociedad y hasta en el propio control del régimen.
Desde que Raúl Castro tomó el poder en el año 2006, comenzó a hablar de la necesidad de unificar las monedas; pero ya el proceso de actualización del modelo económico y social tiene casi diez años, sin haber podido obtener resultado alguno. Aunque para la propaganda política “La Piedra”, léase Fidel Castro, es el autor intelectual de todos los “logros” del país, nunca se ha mencionado que también lo fue de la creación de un valor monetario paralelo al dólar, lo que implica que esta “desgracia” económica es su responsabilidad.
Han sido muchas las expectativas que se han creado con diferentes anuncios, en algunos casos incluso usando economistas del régimen que supuestamente se manifiestan abiertos sobre los problemas que tiene el país. Esto ha dado lugar a que algunas personas, nacionales y extranjeras, hayan pensado en momentos determinados que era cuestión de días la solución del dilema. Sin embargo, el propio “zar de la economía”, Marino Murillo, jefe de la Comisión de Desarrollo e Implementación, reconoció en la pasada Asamblea Nacional del Poder Popular que la complejidad de las “transformaciones” económicas que se previeron en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, ha sido mayor que la esperada.
En el país existen múltiples tasas de cambio. El propio régimen tiene una para comprar CUC (peso convertible) y una para venderlo; pero también los particulares hacen de lo suyo: algunos choferes de almendrones aceptan el CUC a 23 pesos moneda nacional (CUP). De esa misma forma sucede en los agromercados y otros lugares no oficiales en los que hay acceso a la doble moneda. Por otra parte, la moneda fraccionaria tiene también su propia regulación callejera, producto de que en un tiempo las CADECAS (Casas de Cambio) no la recibían. Una moneda de 50 centavos de CUC, tiene un valor de 10 CUP, 25 centavos son cinco pesos moneda nacional; 10 y 5 centavos son dos y un peso, de forma respectiva.
Las empresas estatales contabilizan el CUC uno por uno, lo que implica que los controles contables están viciados por las dos monedas. Incluso en ocasiones se ha hablado de una alternativa monetaria a la que denominan CL y que al parecer se usa en algunas operaciones con países “distinguidos” por la “Revolución”.
Como bien se conoce, los registros contables en el país están divididos en confiables y no confiables, a lo que habría que añadir que algunas empresas tienen que hacer conversiones para contabilizar y mezclan en sus registros los dos tipos de moneda. Todo eso hace bien difícil medir los riesgos de cualquier inversión, por lo que se podrán proponer muchas carteras de inversiones, pero mientras no se solucione este problema y por ende, todas las distorsiones que conlleva, va a ser muy difícil atraer capitales.
Pero si de cambio se trata, el gravamen del 10% que le ponen al dólar (otra invención del fallecido Comandante en Jefe) es algo que le hace mucho daño a la economía del país.
Si usted da a cambiar 100 dólares, le aplicarán una tasa de cambio del 97,25%, después de haberle deducido el gravamen, lo que implica que un dólar está devaluado a 0.87525 centavos de CUC.
Claro, también hay una tasa de cambio en la bolsa negra, que fluctúa desde los 92 centavos de CUC por dólar hasta los 95 y que se practica, con total impunidad, por compradores delante de las propias CADECAS. Eso sí, casi nunca cambian menos de 100 dólares. Como se conoce lo represivo que es el régimen, esta ilegalidad, practicada sin ningún impedimento, permite pensar: “la opción de autonomía comercial está manipulada por el propio Estado”.
Una consecuencia que ha estado afectando a la gerontocracia es la posibilidad que tienen los particulares de ofrecer mejores salarios, lo que hace que algunos técnicos e incluso dirigentes, se muevan a esta nueva alternativa de la economía, pues ven con desconfianza las posibilidades de su continuidad; pero en la mayoría de los casos los pagos que realizan los privados son tres y cuatro veces superiores al Estado. Como es natural, esto presiona a la alta nomenclatura a solucionar la dualidad monetaria, porque sienten el impacto en algunos sectores que son para ellos “priorizados”.
Hasta el propio General-Presidente ha reconocido que la unificación monetaria y cambiaria ha demorado demasiado; eso es igual a decir que Marino Murillo está bañándose en “aguas bien calientes”. Al propio Raúl Castro le hubiera gustado dejar el poder en los Consejos de Estado y de Ministros con este problema solucionado. Pero no por ello los que tienen a su cargo el embrollo que representa dar este paso han sido tan prudentes y han diferido el cambio una y otra vez; saben muy bien que las consecuencias políticas que esto traerá no serán fáciles de asimilar y mucho menos en estos momentos en que la situación financiera del país es crítica. No obstante, están obligados a hacerlo.
Teniendo en cuenta los dolorosos costos que producirá la unificación monetaria en la población incluso en las propias empresas estatales, se está ante la difícil disyuntiva de cómo sortearlos y, por otro lado, no hacerlo también tiene un alto precio para la dictadura y la sociedad, precio que se viene pagando desde la crisis inflacionaria de los años 90.
[Publicado en Cubanet]