El viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Raybkov, anunció este viernes que Cuba y Bolivia ingresarán al bloque BRICS como estados socios a partir del 1 de enero de 2025.
Este nuevo estatus genera diversas opiniones sobre el papel que jugará La Habana en la alianza, conformada entre otros por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y a la que recientemente se unieron países como los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.
Durante la más reciente cumbre del bloque, surgió la categoría de “países asociados”, a la cual pertenecerán inicialmente 12 naciones. Según el economista cubano Miguel Alejandro Hayes, este grupo se caracteriza por la diversidad en sus regímenes políticos: ocho países no democráticos, tres democráticos y uno en un punto intermedio, según estándares internacionales.
Para Hayes, esta composición refleja los valores y conceptos con los cuales el bloque pretende proyectarse internacionalmente.
El BRICS representa actualmente el 45% de la población mundial y el 28% de la economía global, con un valor combinado de más de 28,5 billones de dólares. Su relevancia en sectores claves, como el petróleo, es notable: aportan el 44% del crudo global.
Hayes señala que la isla podría desempeñar un rol útil, aunque no estratégico, para el bloque. La riqueza mineral de la región oriental del país podría contribuir a la industria de las baterías, un sector en auge. Sin embargo, el verdadero papel de Cuba sería más simbólico y funcional: actuar como plataforma para inversiones extranjeras de los países líderes del bloque, especialmente China.
El economista advierte que este modelo, donde las economías más fuertes del BRICS aprovechan acuerdos con países del tercer mundo para expandir sus intereses y ganancias, ha sido señalado como neocolonialista. En el caso de China, esto se traduce en contratos y préstamos a gobiernos que terminan con deudas que profundizan su dependencia económica.
Para el activista cubano Manuel Cuesta Morúa, el ingreso de Cuba con una economía colapsada al BRICS, responde a una estrategia geopolítica más que a una oportunidad económica.
Según explicó a Martí Noticias, esta adhesión actúa como una “sombrilla de protección” política para el gobierno cubano en un contexto de crecientes tensiones con Estados Unidos.
“La entrada de Cuba al BRICS no tiene nada que ver con capacidad o posibilidades económicas. Es una decisión política que refuerza las alianzas del gobierno en un escenario de tensión global”, afirmó Cuesta Morúa.
En el último año los BRICS contribuyeron con el 31,5 % del PIB global, mientras que el G7 (Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) aportó 30,7 %, según una investigación del centro latinoamericano de estudios económicos Cedetrabajo.
Los BRICS están constituidos por un bloque bautizado con el acrónimo de sus países fundadores: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, este último incorporado en 2010, dos años después de la formalización del grupo de naciones, en 2008. Se trata de un foro político y económico de países que intenta retar el dominio occidental.
Tras la más reciente cumbre del grupo, celebrada en octubre pasado, Estados Unidos dijo sentirse “preocupado” por las actividades de Rusia y China con Cuba.
“Seguimos preocupados por las actividades de Rusia y la República Popular China con Cuba, y seguimos tomando medidas para contrarrestarlas. Seguimos confiando en que podemos cumplir todos nuestros compromisos de seguridad en nuestro país y en la región”, dijo un vocero del Departamento de Estado a Martí Noticias.
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