Los mejores hoteles para extranjeros en Cuba, están en excelentes lugares, pero carecen de lustre y confort, y encima, no tienen servicio Wi’Fi disponible, aseguran los escritores de viaje John y Sandra Nowlan, en un artículo para el diario Post-Gazette.com, de Pittsburg.
En intercambios diversos, los turistas-reporteros pudieron comprobar que servicios tan básicos como el alquiler de scooter chinos (casi todos rotos) o poder comprar pescado fresco directo a los pescadores, es imposible en instalaciones hoteleras de Holguín, una ciudad ubicada 700 km al Este de la isla.
A pesar de contar con la categoría de 5 Estrellas, en el Paradisus Río de Oro Resort & Spa, el servicio de cocina tiene el ‘estilo cubano’, más lento, de menos calidad, aunque ellos y los turistas encuestados afirmaron estar admirados de la naturaleza del lugar, lo que al parecer suaviza un tanto las malas opiniones sobre la instalación.
“El ron es excelente, pero la cola es de producción local y muy por debajo de los estándares de Coca-Cola o Pepsi, afirma el binomio Nowlan”, y recalcan que “el complejo se quedó sin pajillas de beber hace unas semanas y la mantequilla estaba disponible (solo) mientras estábamos allí, incluso en los mejores restaurantes”.
Desde inicios de la década de los años noventa del siglo pasado, el gobierno cubano abrió sus puertas a las inversiones extranjeras y las playas desoladas del norte de la isla comenzaron a poblarse de hoteles y viajeros. El viejo oficio de la hotelería, al parecer, lleva mucho tiempo para ser dominada. Turistas visitantes a la Mayor de las Antillas siempre se han quejado de la hospedería, que resulta cara en comparación con los estándares de calidad que operan en el Caribe.
Pero Harold Degroot y su esposa Linda de Napanee, Ontario, sufrieron una decepción. "Nos dijeron que este es el único lugar realmente bueno para ir a Cuba", afirmó Degroot, quien calificó el servicio de tímidamente ‘bueno’, pero sin cumplir las expectativas levantadas por los turoperadores, quienes les habían hablado de excelencia cuando en realidad hallaron muebles deterioradas y una comida que “no es nada especial”.
Dos quejas son frecuentes y a la vez paradójicas en los turista que visitan la isla cubana en busca de aventuras, y puede ser el acoso a que son sometidos en las ciudades más pobladas como La Habana o Santiago de Cuba, o la falta de contacto humano, debido a la fuerte vigilancia policial y la negativa de las autoridades de permitir el acceso de la gente común a zonas de exclusividad para los visitantes foráneos.
En intercambios diversos, los turistas-reporteros pudieron comprobar que servicios tan básicos como el alquiler de scooter chinos (casi todos rotos) o poder comprar pescado fresco directo a los pescadores, es imposible en instalaciones hoteleras de Holguín, una ciudad ubicada 700 km al Este de la isla.
A pesar de contar con la categoría de 5 Estrellas, en el Paradisus Río de Oro Resort & Spa, el servicio de cocina tiene el ‘estilo cubano’, más lento, de menos calidad, aunque ellos y los turistas encuestados afirmaron estar admirados de la naturaleza del lugar, lo que al parecer suaviza un tanto las malas opiniones sobre la instalación.
“El ron es excelente, pero la cola es de producción local y muy por debajo de los estándares de Coca-Cola o Pepsi, afirma el binomio Nowlan”, y recalcan que “el complejo se quedó sin pajillas de beber hace unas semanas y la mantequilla estaba disponible (solo) mientras estábamos allí, incluso en los mejores restaurantes”.
Desde inicios de la década de los años noventa del siglo pasado, el gobierno cubano abrió sus puertas a las inversiones extranjeras y las playas desoladas del norte de la isla comenzaron a poblarse de hoteles y viajeros. El viejo oficio de la hotelería, al parecer, lleva mucho tiempo para ser dominada. Turistas visitantes a la Mayor de las Antillas siempre se han quejado de la hospedería, que resulta cara en comparación con los estándares de calidad que operan en el Caribe.
Pero Harold Degroot y su esposa Linda de Napanee, Ontario, sufrieron una decepción. "Nos dijeron que este es el único lugar realmente bueno para ir a Cuba", afirmó Degroot, quien calificó el servicio de tímidamente ‘bueno’, pero sin cumplir las expectativas levantadas por los turoperadores, quienes les habían hablado de excelencia cuando en realidad hallaron muebles deterioradas y una comida que “no es nada especial”.
Dos quejas son frecuentes y a la vez paradójicas en los turista que visitan la isla cubana en busca de aventuras, y puede ser el acoso a que son sometidos en las ciudades más pobladas como La Habana o Santiago de Cuba, o la falta de contacto humano, debido a la fuerte vigilancia policial y la negativa de las autoridades de permitir el acceso de la gente común a zonas de exclusividad para los visitantes foráneos.