El cerrojazo ordenado por el Gobierno de Cuba para las salas privadas de cine 3D que han proliferado en el último año con la apertura del sector autónomo ha desatado la polémica y avivado críticas sobre aspectos como el manejo de las reformas económicas y la política cultural del país comunista.
En la calle, en blogs e incluso en webs oficiales se recogen estos días opiniones que lamentan la decisión del Consejo de Ministros de cerrar de "inmediato" los cines 3D y las salas de videojuegos privados con una nota publicada hace apenas una semana en la prensa oficial.
La justificación del Gobierno es que esos negocios autónomos "nunca han sido autorizados", si bien desde hace más de un año comenzaron a proliferar -fundamentalmente en La Habana- y hasta ahora habían sido tolerados, al amparo de una licencia oficial denominada "operador de equipos de recreación".
"Por más que la nota insista en que la medida no constituye un retroceso en la nueva política económica del país, de forma implícita acaba de consagrar el principio de que ningún nuevo oficio tiene posibilidades de existir hasta tanto no sea imaginado y comprendido por las más altas autoridades", dijo el escritor Víctor Fowler, en una carta a instituciones culturales divulgada en blogs.
Por su parte, la bloguera, periodista y profesora universitaria Elaine Díaz cuestionó en su página que los "decisores políticos" anuncien "nuevos cierres y prohibiciones" y lo consideró "palabrejas tristes en un proceso que pretende ser de cambio".
Buena parte de los negocios de ese tipo en La Habana han acatado la orden de cierre y dejado de funcionar, según constató Efe esta semana, aunque los dueños de algunos de estos negocios están dispuestos a emprender acciones formales de protesta como cartas a las autoridades.
"La medida es muy drástica, no tiene en cuenta las costosas inversiones y obviamente hay un problema de interpretación", dijo a Efe el dueño de una sala que estaba a punto de inaugurarse en la provincia central de Cienfuegos cuando salió la orden.
Según su testimonio, la dirección provincial de Trabajo le dio un aval explicando que "lo que la ley no prohíbe está permitido".
Sin embargo, tras la prohibición, una funcionaria del Ministerio de Trabajo le argumentó la medida aduciendo que eran negocios "incontrolables".
"Mi negocio durante un año y medio tuvo una trayectoria impecable. Estoy esperando respuestas", dijo a Efe Abel, dueño de una sala de videojuegos en un céntrico barrio habanero.
En la web oficial Cubadebate, decenas de lectores se preguntan por qué el Gobierno no "permite", en vez de "limitar", mientras otros destacan que estas salas se habían convertido en una opción de ocio muy popular entre la población y las familias cubanas.
De hecho, el fenómeno del cine 3D entró y se expandió en el país de manos privadas, a pesar de que el sector cultural está controlado por el Estado.
El Instituto Cubano de Cine ha anunciado que planea incluir la modalidad 3D en sus proyectos de "cambio", pero aún no tiene infraestructura para hacerlo.
"No he encontrado a una sola persona en la calle que esté de acuerdo con la medida, cualquier político inteligente sabe que esto tiene un costo político alto, ¿vale la pena?", escribió en su blog Harold López, profesor universitario y fundador de la bitácora "La Joven Cuba".
López opinó que, al igual que el veto a los comercios autónomos de ropa y artículos importados anunciado semanas atrás, la medida es la "reacción estatal ante fenómenos que eran impredecibles" cuando el presidente Raúl Castro autorizó en 2010 la ampliación del sector privado, pero "en vez de prohibirlos, la solución es canalizarlos".
Exactamente una semana antes de la prohibición, la prensa oficial publicó unas declaraciones del viceministro de Cultura, Fernando Rojas, aseverando que muchas de esas salas promovían productos de "frivolidad, mediocridad, seudocultura y banalidad".
Parte de la polémica está marcada precisamente por el debate sobre el consumo cultural en la isla, hasta el punto de que Fowler criticó la injerencia del Estado cubano en "cuál debe ser el consumo cultural" de los ciudadanos.
"Se puede prohibir beber veneno; se puede cortar un dedo con gangrena; se puede extirpar una víscera que no funciona; se puede apartar lo que hace daño; se puede negar lo inútil. Pero hay que demostrar el veneno, la gangrena, la víscera enferma, lo que hace daño o es inútil", manifestó sobre el asunto el cantautor Silvio Rodríguez en su blog.
En la calle, en blogs e incluso en webs oficiales se recogen estos días opiniones que lamentan la decisión del Consejo de Ministros de cerrar de "inmediato" los cines 3D y las salas de videojuegos privados con una nota publicada hace apenas una semana en la prensa oficial.
La justificación del Gobierno es que esos negocios autónomos "nunca han sido autorizados", si bien desde hace más de un año comenzaron a proliferar -fundamentalmente en La Habana- y hasta ahora habían sido tolerados, al amparo de una licencia oficial denominada "operador de equipos de recreación".
"Por más que la nota insista en que la medida no constituye un retroceso en la nueva política económica del país, de forma implícita acaba de consagrar el principio de que ningún nuevo oficio tiene posibilidades de existir hasta tanto no sea imaginado y comprendido por las más altas autoridades", dijo el escritor Víctor Fowler, en una carta a instituciones culturales divulgada en blogs.
Por su parte, la bloguera, periodista y profesora universitaria Elaine Díaz cuestionó en su página que los "decisores políticos" anuncien "nuevos cierres y prohibiciones" y lo consideró "palabrejas tristes en un proceso que pretende ser de cambio".
Buena parte de los negocios de ese tipo en La Habana han acatado la orden de cierre y dejado de funcionar, según constató Efe esta semana, aunque los dueños de algunos de estos negocios están dispuestos a emprender acciones formales de protesta como cartas a las autoridades.
"La medida es muy drástica, no tiene en cuenta las costosas inversiones y obviamente hay un problema de interpretación", dijo a Efe el dueño de una sala que estaba a punto de inaugurarse en la provincia central de Cienfuegos cuando salió la orden.
Según su testimonio, la dirección provincial de Trabajo le dio un aval explicando que "lo que la ley no prohíbe está permitido".
Sin embargo, tras la prohibición, una funcionaria del Ministerio de Trabajo le argumentó la medida aduciendo que eran negocios "incontrolables".
"Mi negocio durante un año y medio tuvo una trayectoria impecable. Estoy esperando respuestas", dijo a Efe Abel, dueño de una sala de videojuegos en un céntrico barrio habanero.
En la web oficial Cubadebate, decenas de lectores se preguntan por qué el Gobierno no "permite", en vez de "limitar", mientras otros destacan que estas salas se habían convertido en una opción de ocio muy popular entre la población y las familias cubanas.
De hecho, el fenómeno del cine 3D entró y se expandió en el país de manos privadas, a pesar de que el sector cultural está controlado por el Estado.
El Instituto Cubano de Cine ha anunciado que planea incluir la modalidad 3D en sus proyectos de "cambio", pero aún no tiene infraestructura para hacerlo.
"No he encontrado a una sola persona en la calle que esté de acuerdo con la medida, cualquier político inteligente sabe que esto tiene un costo político alto, ¿vale la pena?", escribió en su blog Harold López, profesor universitario y fundador de la bitácora "La Joven Cuba".
López opinó que, al igual que el veto a los comercios autónomos de ropa y artículos importados anunciado semanas atrás, la medida es la "reacción estatal ante fenómenos que eran impredecibles" cuando el presidente Raúl Castro autorizó en 2010 la ampliación del sector privado, pero "en vez de prohibirlos, la solución es canalizarlos".
Exactamente una semana antes de la prohibición, la prensa oficial publicó unas declaraciones del viceministro de Cultura, Fernando Rojas, aseverando que muchas de esas salas promovían productos de "frivolidad, mediocridad, seudocultura y banalidad".
Parte de la polémica está marcada precisamente por el debate sobre el consumo cultural en la isla, hasta el punto de que Fowler criticó la injerencia del Estado cubano en "cuál debe ser el consumo cultural" de los ciudadanos.
"Se puede prohibir beber veneno; se puede cortar un dedo con gangrena; se puede extirpar una víscera que no funciona; se puede apartar lo que hace daño; se puede negar lo inútil. Pero hay que demostrar el veneno, la gangrena, la víscera enferma, lo que hace daño o es inútil", manifestó sobre el asunto el cantautor Silvio Rodríguez en su blog.