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Cerámicas mayas permanecieron intactas durante más de 1.000 años en Chichén Itzá


El arqueólogo Guillermo de Anda.
El arqueólogo Guillermo de Anda.

Arqueólogos mexicanos hallaron una cueva en las ruinas mayas de Chichén Itzá con unas 200 ofrendas de recipientes de cerámica casi intactos.

Las vasijas parecen remontarse a alrededor del año 1.000 D.C. y contienen fragmentos de hueso y materiales de ofrenda carbonizados que están siendo analizados, informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

La exploración de la cueva comenzó en 2018 después de que residentes mayas locales les avisaron a los expertos de su existencia, dijo el arqueólogo Guillermo de Anda, investigador de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH y director del proyecto Gran Acuífero Maya.

"Es un lugar abrumador; creo sin lugar a dudas que es una de las más importantes cuevas de Yucatán y también creo que no exagero diciendo que este es el hallazgo más importante en la zona después de la cueva de Balamkanché", dijo el arqueólogo.

Resulta que la caverna había sido descubierta, pero no explorada completamente, por los habitantes hace unos 50 años. En esa época le dijeron a un arqueólogo sobre su existencia, pero él ordenó que fuera sellada _tal vez para protegerla_ y sólo emitió un breve informe que en esencia quedó olvidado en los archivos gubernamentales.

Los 155 braseros de cerámica e incensarios encontrados por los expertos tienen la efigie de Tláloc, el dios de la lluvia en el centro de México. Los mayas también tenían su propio dios de la lluvia, Chaac, y quizás importaron a Tláloc de otras culturas prehispánicas. También había cajas de barro y otros recipientes. El equipo planea dejar todos los objetos en el interior de la cueva.

Los antiguos mayas tenían que arrastrarse sobre su abdomen a través de la cueva extremadamente estrecha para colocar las ofrendas dentro de algunas cámaras un poco más altas y grandes, dijo de Anda. Al parecer las ofrendas eran para pedir que lloviera.

La cueva, llamada Balamkú, está a unos 2,75 kilómetros (1,7 millas) al este de la pirámide principal de Kukulkán, también conocida como El Castillo.

De Anda y su equipo exploran Chichén Itzá para establecer las rutas y sitios de su sistema de agua subterráneo. Desde la superficie es posible apreciar una serie de cenotes, pero hay otros depósitos de agua no descubiertos bajo las pirámides, patios y templos.

El agua siempre fue central para Chichén Itzá, cuyo nombre significa "la boca del pozo de los brujos de agua" en maya.

Los expertos han gateado unos cuantos cientos de metros hacia el interior de la cueva, que en algunas partes tiene sólo 40 centímetros (16 pulgadas) de altura, con la esperanza de hallar la conexión a una caverna cenote que se cree está bajo la pirámide de Kukulkán, señaló de Anda.

"Ojalá que esto nos conduzca. Esto es parte de la motivación por la cual estamos entrando a estos sitios; es para encontrar una conexión con el cenote debajo de El Castillo", afirmó.

El arqueólogo explicó que las investigaciones han desechado la hipótesis inicial de una invasión tolteca sobre los mayas y apuntó que "debe haber una influencia del centro de México hacia Chichén Itzá".

Sin embargo, señaló que "no hay un fechamineto concreto que nos hable de material importado en esta zona".

"En ese sentido, estos materiales nos ayudarán a establecer una cronología", defendió el investigador, quien desveló que prevén encontrar en Balamkú muchos más objetos de los dos centenares de figuras halladas.

(Agencias AP y EFE)

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