Al cabo de once innings y 3:32 horas de juego, Ciego de Ávila venció a Industriales y logró el título de la Serie Nacional de Béisbol de Cuba, cuatro carreras por tres, epílogo emocionante para una nación que por unos días se postró ante cada jugada de sus ídolos y olvidó sus carencias cotidianas.
Fue decisivo el quinto partido de una final pactada a un máximo de siete entre los titulares de oriente y occidente. Los avileños, antaño reconocidos por sus cosechas de piña y ahora representados por un tigre de papel, alcanzaron el trono por vez primera desde que una disposición de gobierno los desgajara del territorio de Camagüey y les concediera categoría de provincia.
Para consumar su hazaña, el flamante monarca hirió de muerte al equipo más ganador en los torneos posteriores a 1959, ese Industriales venido a menos por las intermitentes fugas de sus jugadores hacia el béisbol profesional, pero que conserva oficio y el linaje de 12 coronas al cabo de 51 temporadas.
La serie final 2012, que arrancó en La Habana, arrojó dos triunfos de los visitantes avileños en el gran estadio del Cerro, un hándicap imposible de superar por Industriales, ganador después de un solo encuentro durante los tres programas pactados fuera de su parque.
Las lluvias, que asolaron el centro y oriente de la Isla, dejaron al león de trapo --símbolo de la urbe-- con la melena ensopada, y a los peloteros de uniforme azul con las ganas de extender la serie hasta los pleitos seis y siete, truncándoles también el sueño de obtener su diadema número 13.
Como siempre, hubo pasión y entrega en cada lance de los jugadores, supliendo las deficiencias técnicas, y asistencias masivas de aficionados a los graderíos. Lo peor de cada juego, un pitcheo que –salvo algunas rara avis—se balanceaba en el rango de ochenta y tantas millas de velocidad para los lanzamientos en recta.
Dos derechos, el gigante avileño Vladimir García y el capitalino Odrisamer Despaigne fueron de lo mejor en el montículo en la etapa final. Mientras, dos de los grandes jonroneros de los años recientes, el recordista de Granma, Alfredo Despaigne (36 bambinazos) y José Dariel Abreu, de Cienfuegos, se perdían la gran fiesta, porque sus equipos resultaron eliminados en las etapas iniciales de la postemporada.
En un año olímpico sin béisbol –Pekín 2008 fue la última cita—la selección nacional de Cuba está convocada para un tope de poca monta frente a Nicaragua, en diamantes de Centroamérica. Solo la visita de un equipo de Estados Unidos, que jugará cinco veces en La Habana –sin jugadores activos en la Gran Carpa—arrojará un dictamen más riguroso para Cuba, de cara al III Clásico Mundial en 2013.
Fue decisivo el quinto partido de una final pactada a un máximo de siete entre los titulares de oriente y occidente. Los avileños, antaño reconocidos por sus cosechas de piña y ahora representados por un tigre de papel, alcanzaron el trono por vez primera desde que una disposición de gobierno los desgajara del territorio de Camagüey y les concediera categoría de provincia.
Para consumar su hazaña, el flamante monarca hirió de muerte al equipo más ganador en los torneos posteriores a 1959, ese Industriales venido a menos por las intermitentes fugas de sus jugadores hacia el béisbol profesional, pero que conserva oficio y el linaje de 12 coronas al cabo de 51 temporadas.
La serie final 2012, que arrancó en La Habana, arrojó dos triunfos de los visitantes avileños en el gran estadio del Cerro, un hándicap imposible de superar por Industriales, ganador después de un solo encuentro durante los tres programas pactados fuera de su parque.
Las lluvias, que asolaron el centro y oriente de la Isla, dejaron al león de trapo --símbolo de la urbe-- con la melena ensopada, y a los peloteros de uniforme azul con las ganas de extender la serie hasta los pleitos seis y siete, truncándoles también el sueño de obtener su diadema número 13.
Como siempre, hubo pasión y entrega en cada lance de los jugadores, supliendo las deficiencias técnicas, y asistencias masivas de aficionados a los graderíos. Lo peor de cada juego, un pitcheo que –salvo algunas rara avis—se balanceaba en el rango de ochenta y tantas millas de velocidad para los lanzamientos en recta.
Dos derechos, el gigante avileño Vladimir García y el capitalino Odrisamer Despaigne fueron de lo mejor en el montículo en la etapa final. Mientras, dos de los grandes jonroneros de los años recientes, el recordista de Granma, Alfredo Despaigne (36 bambinazos) y José Dariel Abreu, de Cienfuegos, se perdían la gran fiesta, porque sus equipos resultaron eliminados en las etapas iniciales de la postemporada.
En un año olímpico sin béisbol –Pekín 2008 fue la última cita—la selección nacional de Cuba está convocada para un tope de poca monta frente a Nicaragua, en diamantes de Centroamérica. Solo la visita de un equipo de Estados Unidos, que jugará cinco veces en La Habana –sin jugadores activos en la Gran Carpa—arrojará un dictamen más riguroso para Cuba, de cara al III Clásico Mundial en 2013.