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Abraham Jiménez Enoa decidió escribir la verdad, y pagó por ello


Abraham Jiménez Enoa, periodista independiente que abandonó Cuba este 2022 por presiones del gobierno cubano y se radicó en Barcelona, España. [Foto: VOA / Alfonso Beato]
Abraham Jiménez Enoa, periodista independiente que abandonó Cuba este 2022 por presiones del gobierno cubano y se radicó en Barcelona, España. [Foto: VOA / Alfonso Beato]

Aunque su familia había sido cercana a los revolucionarios famosos de Cuba, Abraham Jiménez Enoa eligió escribir la verdad, y pagó por ello, reporta la Voz de América, VOA.

Fidel Castro ocupó un lugar preponderante en los primeros años de Jiménez Enoa. Su abuelo trabajó como guardaespaldas de El Comandante, así como del Che Guevara.

Los familiares de Jiménez Enoa eran militares de alto rango en el gobierno, y él vivía una vida cómoda en el corazón del sistema comunista. Hace mucho tiempo, el Che incluso había regalado un preciado televisor a los abuelos de Jiménez Enoa para su boda.

Pero este escritor, ahora de 33 años, le dio la espalda a su historia familiar para forjar una carrera como periodista independiente, y le costó muy caro. En noviembre, dice, el gobierno cubano le dio un ultimátum: irse o ser encarcelado.
En enero se marchó.

Mientras se adaptaba a una nueva vida en Barcelona, España, Jiménez Enoa aseguró a la VOA que valía la pena pagar el precio por informar lo que creía que era la verdad.

“Me pusieron bajo arresto domiciliario. Mi teléfono estaba intervenido. Más tarde fui arrestado, esposado, desnudado e interrogado por agentes de seguridad. Luego me filmaron a escondidas y pusieron mi imagen en la televisión, alegando que yo era un espía de la CIA”, dijo Jiménez Enoa.

“Después me llamaron por teléfono y me dijeron que tenía que irme del país o me encarcelarían y ‘terminarían’ con mi familia y la familia de mi esposa”, explicó. Los agentes nunca le explicaron qué querían decir con “terminar”.

El Centro Internacional de Prensa en La Habana y la Embajada de Cuba en Madrid no respondieron a la solicitud de comentarios de la VOA sobre esta noticia.

Voces en el exilio

La historia de Jiménez Enoa es extraordinaria pero está lejos de ser única. Varios periodistas cubanos exiliados están labrándose una nueva vida en España, Estados Unidos o partes de América Latina.

Muchos abandonaron el país después de haber sido encarcelados o perseguidos. Otros huyeron de la censura. El acoso a los medios aumentó en 2021, después de protestas masivas contra el gobierno.

Según Prisoners Defenders, una organización sin fines de lucro con sede en Madrid y centrada en los derechos humanos en Cuba, siete periodistas estaban encarcelados en Cuba a fecha del 29 de septiembre. Otros cuatro no estaban bajo custodia pero estaban bajo arresto domiciliario o tenían su movimiento restringido de alguna manera.

Para Jiménez Enoa, una pequeña compensación por ser excluido de su tierra natal fue recibir un Premio Internacional a la Libertad de Prensa 2022 del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).

Al honrar al exilio cubano, dijo, el CPJ "reconoce que una nueva generación de periodistas cubanos que hace apenas unos años vio un rayo de esperanza para sus proyectos independientes ahora enfrenta la dura realidad de nuevas restricciones y censura que dificultan la cobertura en Cuba, tan peligrosa como siempre".

Pero es posible que no pueda aceptar el premio en persona. La ceremonia es en noviembre en Nueva York, pero la embajada de Estados Unidos en Madrid ha fijado para el próximo año su cita para solicitar el visado.

Dentro de su apartamento de Barcelona, Jiménez Enoa guarda algunos recuerdos de su antigua vida: un libro sobre los primeros días de la revolución de Castro y un cuadro en la pared de un Cuba Libre, el famoso cóctel helado hecho con ron, jugo de limón y cola.

Originalmente quería ser periodista deportivo de televisión o radio. “No pronuncié mis palabras con cuidado, hablé demasiado rápido, así que decidí escribir”, dijo.
En 2016, fundó El Estornudo, una revista online que informa sobre la prostitución, la pobreza, los derechos humanos y otros temas que son tabú para los medios estatales de Cuba.

“Empezamos a informar sobre la verdad oculta, sobre el país, y ahí empezó la opresión”, asegura. “Me pusieron arresto domiciliario. Me molestaron en la calle.

"Escucharon el teléfono de mi casa. Así fue hasta que me fui del país”, dijo.

Para los miembros de su familia, que habían pasado toda su vida creyendo en la revolución, era difícil aceptar que Jiménez Enoa le había dado la espalda a sus raíces.

En 2019 comenzó a escribir una columna de opinión para The Washington Post, pero eso solo aumentó la represión desde La Habana, sostiene.

“Era la primera vez que un cubano tenía una columna en el Post. Me arrestaron. Me llevaron a la comisaría y en el camino me llevaron esposado y con la cabeza empujada hacia abajo en el carro”, denuncia el comunicador. “Empezaron a interrogarme. Estaban muy molestos con The Washington Post. Me filmaron en secreto y luego editaron mis palabras y más tarde publicaron una historia en la televisión que decía que yo era un agente de la CIA”.

Fue lo peor para su familia. Su padre, teniente coronel del Ministerio del Interior, tuvo que jubilarse anticipadamente, su hermana perdió su trabajo como capitana en el ejército y su madre tuvo que dejar su trabajo en una empresa de turismo.

Durante un tiempo, dijo Jiménez Enoa, estaban angustiados y no le hablaban.
Desde entonces, se han reconciliado con su trabajo y le hablan a través de mensajes todas las semanas, a pesar de que vive a 7.900 kilómetros de distancia.

Verdad bloqueada

Pese a todo, Jiménez Enoa dice extrañar Cuba. Adaptarse a la vida en Occidente con su esposa y su hijo de 2 años ha sido difícil, al igual que el cambio del comunismo al capitalismo.

“En Cuba tener un huevo es normal. Pero aquí lo normal es tener 25 tipos de queso, 26 tipos de jamón y 36 tipos de leche. La publicidad es muy agresiva. Debo acostumbrarme a muchas cosas”, dijo.

Mientras encuentra su camino en su hogar adoptivo, un consuelo es que no está solo en su difícil situación.

Wendy Lazcano Expósito es periodista de Diario de Cuba, un sitio web de noticias que informa sobre hechos que los medios estatales no cubren. La joven de 29 años llegó a España hace nueve años, después de darse cuenta de que una carrera como periodista independiente en su propio país era imposible.

Lazcano Expósito dijo que los lectores provienen principalmente de América y Europa porque es difícil acceder a su periódico desde dentro de Cuba.

“Estamos bloqueados en Cuba y necesitas un número de VPN para acceder a nosotros dentro de Cuba. Eso es difícil de conseguir”, cuenta a la VOA desde su piso en Madrid.

Wendy Lazcano, periodista de Diario de Cuba, publicación de asuntos cubanos en Madrid, España. [Foto: VOA / Alfonso Beato]
Wendy Lazcano, periodista de Diario de Cuba, publicación de asuntos cubanos en Madrid, España. [Foto: VOA / Alfonso Beato]

Su periódico permite que las familias de los presos cubanos cuenten sus historias y preocupaciones. Los cubanos comparten los informes de ella y sus colegas periodistas sobre el país en las redes sociales, dijo.

“En cierto modo, sabemos más sobre lo que sucede en el país que las personas que están dentro”, asegura.

Su familia emigró a España en busca de una vida mejor.

“Pensé en ser periodista en Cuba, pero fue muy complicado. No hay libertad. Todos son empleadores estatales”, dijo. “Dos periodistas de mi diario, después de las protestas del año pasado, tuvieron que salir del país. Ser periodista independiente significa que te pueden acusar, te pueden quitar el material de trabajo, la cámara, la computadora. Pueden cortar internet. También pueden dificultar la vida de su familia”, dijo.

“Nadie quiere ser una heroína. Todos quieren vivir sus vidas”.

Jiménez Enoa tampoco tiene ningún deseo de ser un héroe, o el próximo revolucionario cubano famoso. Él no está en una misión para derrocar al gobierno, dijo.

“No estoy en contra del comunismo. Soy una persona de izquierda. Solo quería escribir la verdad sobre lo que estaba pasando en mi país”, explicó a la VOA.

(Con la colaboración de Alfonso Beato, periodista de VOA, desde Madrid)

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