Durante los cinco mandatos de Vladimir Putin como presidente de Rusia Moscú ha creado un complejo ecosistema de desinformación como parte de su aparato de seguridad nacional. Estas actividades multifacéticas tomaron más poder aún tras el anexo de Crimea en 2014 y después de la invasión de gran escala llevada a cabo en Ucrania en 2022. Este gran aparato de desinformación se dirige a múltiples audiencias de un amplio espectro ideológico, aprovechando las limitadas, pero influyentes alianzas de Rusia en la Iberoamérica.
En 2013, el Kremlin declaró que sus relaciones con Iberoamérica tenían una gran importancia estratégica, un año después llevó a cabo la anexión de Crimea. Un acontecimiento parecido se puede apreciar después de la invasión a Ucrania en 2022, cuando Putin señaló que: hay “lazos históricamente fuertes, amistosos y de verdadera confianza con América Latina”.
Rusia ha intentado durante mucho tiempo aprovecharse de las relaciones históricamente problemáticas entre los Estados Unidos y Latinoamérica.
Hoy en día, los regímenes totalitarios más fieles al Kremlin son Nicaragua, Cuba y Venezuela. Si bien es cierto, además de haberse instalado una amplia red de desinformación en estas naciones, Moscú también les ha proporcionado fuerte armamento militar, equipos de seguridad e inteligencia, cuyo fin es atornillarlos en el poder y seguir expandiendo su vil influencia en países de habla hispana pero también lusos parlantes como Brasil.
Este complejo ecosistema está compuesto por una estrategia dual: una enfocada a la política, y la otra a la desinformación. El Kremlin ha logrado su objetivo en estos regímenes narco comunistas. Rusia ha establecido un núcleo para extender su área de influencia desde México hasta Chile. No sólo cuenta con el respaldo de medios locales como RT y Sputnik, sino también de figuras influyentes en Internet, periodistas pagados por Kremlin, miles de bots y trolls para amplificar sus mensajes y generar debates polarizantes. Estas prácticas erosionan la confianza en las instituciones democráticas y los medios locales, debilitando la cohesión social y favoreciendo una narrativa de caos que justifica la búsqueda de alternativas al sistema occidental.
Es importante destacar que las transmisiones televisivas rusas en español tienen su comienzo en 2009 y aumentaron de gran manera tras dos agresiones rusas anteriormente mencionadas en los años 2014 y 2022. A pesar de esta última, los medios de comunicación rusos han seguido obteniendo buenos resultados en cuanto a interacciones y aumento de público en Iberoamérica. Por ejemplo, Actualidad RT se sigue manteniendo en Facebook y posee más de 17 millones de seguidores. Adicionalmente, también existe RT Play (videos virales de entretenimiento) que para finales del 2023 tenía más de 6 millones de seguidores.
Por su parte, Actualidad RT se ha establecido como parte del entorno mediático regional, ampliando sus objetivos y no solo propagando desinformación rusa en naciones iberoamericanas sino alimentando la retórica de movimientos izquierdistas latinoamericanos. Ejemplo de lo anterior lo podemos evidenciar en la cobertura de estos medios de cara a las violentas protestas ocurridas en Chile y Colombia en 2019, con objetivos de derrocar a gobiernos con estrechas relaciones con Estados Unidos.
Un hecho notorio es que después de la invasión rusa en Ucrania, tres periodistas de RT recibieron reconocimientos por su cobertura internacional de la llamada “operación militar especial” de Putin, en Ucrania, otorgados por el reconocido Club de Periodistas de México. Tanto así que el embajador ruso en este país estuvo presente en el acto donde se destacó que los galardones “respaldan nuestra lucha contra el terrorismo ucraniano”.
Si hablamos de la red social X, la cuenta de Actualidad RT en español cuenta con más de 3.5 millones de seguidores, sumando un total de 13,9 millones de visitas a finales de noviembre del 2022. Casi la mitad de las visitas procedían de Venezuela, México y Argentina. A los medios de desinformación que aprovecha Rusia, se le suman también Telesur y HispanTV. El primero fue fundado por el dictador Hugo Chávez en 2005 con apoyo de Cuba, Nicaragua, Bolivia y Argentina. El segundo se trata de un medio de difusión fundado por el régimen iraní en el 2012.
Tanto Telesur como HispanTV tienen como objetivo difundir una visión alternativa a la de los medios occidentales, promoviendo de gran manera intereses de estos países y dándole crédito a nuevos bloques como los BRICS en la región. Todos estos medios comparten una postura crítica hacia el orden internacional liderado por Occidente, en particular hacia Estados Unidos, la OTAN y sus aliados. Dicho de otra manera, promueven narrativas que respaldan a gobiernos o movimientos izquierdistas alineados con sus agendas, como los de Venezuela, Irán, Siria, Rusia o Cuba.
Además de la alineación ideológica, también existe colaboración en retransmitir noticias publicadas por RT y Sputnik y viceversa. De esta manera, cooperan indirectamente al reforzar mensajes o campañas de desinformación que favorecen intereses comunes. Dos ejemplos notorios son, en primer lugar, la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania o las sanciones internacionales contra Irán y Venezuela. Desde el 2020, las campañas de desinformación han aumentado en gran medida, lo cual puede observarse una narrativa homogénea, que critica ampliamente a Occidente y promueve las posiciones de Rusia, Irán o gobiernos aliados.
Impacto de BRICS
El Kremlin ha aprovechado su potente aparato de desinformación en Iberoamérica e imponente presencia en esta alianza para promover una narrativa de cooperación multipolar, desafiando la hegemonía de Estados Unidos y Europa.
En este contexto, las estrategias de desinformación de Rusia promueven los objetivos particulares de Moscú dentro de la alianza (Brasil, China, India y Rusia). El gigante brasileño representa la mayor economía de Iberoamérica y mantiene estrechos lazos con el Kremlin en varias áreas, como el mercado de los fertilizantes, alcanzando una dependencia de Moscú de 40% del mercado brasileño en 2024. Por otra parte, a pesar de las intenciones del régimen de Maduro en adherirse al grupo, no se pudo concretar por el bloqueo de Brasil de cara a las elecciones fraudulentas llevadas a cabo el pasado 28 de julio.
Por otro lado, Rusia impulsa una percepción de los BRICS como un bloque capaz de desafiar la supremacía de Estados Unidos y Europa en los terrenos militar, político y económico. Uno de los efectos más visibles es la construcción de narrativas comunes que fortalecen la percepción de unidad entre los miembros. Por ejemplo, Rusia enfatiza el rechazo colectivo al sistema financiero basado en el dólar y promueve la idea de un “orden mundial multipolar”. Este discurso encuentra eco en los otros países del grupo, especialmente en China y Sudáfrica, que también buscan reducir su dependencia de Occidente.
Esto es claramente visible en la narrativa rusa de apoyo a gobiernos totalitarios como el de Venezuela que sirve como una demostración de cómo los BRICS pueden servir de escudo político, incluso cuando hay violaciones a los Derechos Humanos, crímenes de lesa humanidad y elecciones fraudulentas.
La desinformación rusa ha demostrado ser una herramienta efectiva para avanzar los intereses del Kremlin tanto en Iberoamérica como dentro de este foro político. En estos países, su impacto ha sido evidente en la polarización política, la desconfianza hacia las democracias y el fortalecimiento de narrativas antioccidentales. Los métodos de desinformación de Rusia han tenido una influencia significativa en la percepción y narrativa en la mayoría de los países de la Iberoesfera. Esta estrategia ha contribuido a consolidar una visión peligrosa de unidad frente a las potencias occidentales, al tiempo que refuerza la posición de Kremlin como un actor clave dentro del grupo.
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