Ángel Santiesteban-Prats (La Habana, 1966) es uno de los escritores más prolíficos de su generación. Sur: latitud 13 (2005), Dichosos los que lloran (2006), Suerte que tienen algunos y otros cuentos (2012), El verano en que Dios dormía (2013) y El regreso de Mambrú (2016), son algunas de sus obras más conocidas. Ganador de varios premios dentro y fuera de la isla, es miembro del PEN Club de escritores de Suecia.
En 1995 ganó el concurso de cuento de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) con Sueño de un día de verano, una desgarradora mirada a la guerra de Angola, que no fue del agrado del oficialismo, por lo que el libro fue vetado hasta 1998. Cuando fundó su blog Los hijos que nadie quiso (título de uno de sus más elogiados libros, premio de cuento Alejo Carpentier 2001) para denunciar la realidad de su país, la respuesta de la policía política fue golpearle, amenazarle y fabricarle un caso de delito común por el que fue condenado a prisión.
Desde entonces el también periodista independiente se ha convertido en uno de los disidentes más odiados y perseguidos por la Seguridad del Estado, desarmando y denunciando abiertamente las farsas y violaciones del régimen cubano, ante las que la mayoría de los intelectuales hace silencio.
Sobre el decreto ley No. 349/2018, que implanta una larga lista de nuevos delitos políticos en el ámbito cultural e incrementa la censura y el control de la dictadura sobre los creadores en la isla, Santiesteban-Prats conversó en exclusiva, entre otros temas, con Martí Noticias.
¿Por qué estas nuevas medidas de censura, expuestas en el decreto 349, llegan precisamente en estos momentos?
Intentan sostener un régimen que se les desvanece, y lo saben, pero no quieren reconocerlo, creen que podrán continuar engañando a la comunidad internacional, porque lo que es al pueblo cubano desde hace mucho se les quitó la venda de los ojos, y lo que les queda es miedo. Los cubanos temen a las represalias al punto que puede costarle la vida, sobre todo a aquellos opositores que no tienen visibilidad en las redes y nadie grita por ellos. Esos después de padecer y soportar procesos injustos en los tribunales que responden a la Seguridad del Estado, se pudren en las cárceles. Las familias cubanas apenas pueden llevar un bocado a sus mesas. A un preso es muy difícil de mantener. Por lo general los familiares rechazan cualquier intento de rebeldía frente al régimen porque saben el alto costo que tendrán que pagar todos después, aparte de que serán marcados como reses por ser desafectos a la corona real de los Castro, y ellos y sus sicarios se aprovechan del terror que ejercen para mantenerse en el poder. Así de sencillo.
Algunos opositores se han sacrificado, y lo mejor que han logrado es demostrar al resto del pueblo que el sacrificio es válido, que sí es posible enfrentar al poder aunque luego pegue y fuerte. Gracias a esos que han soportado el castigo y en respuesta han duplicado la dosis de oposición, muchos se han decidido y sumado a la lucha. La gente cada vez se oculta menos para hablar, decir lo que piensa, lo que antes era impensable. Las cosas han ido cambiando, y quien mejor lo sabe es Alejandro Castro, el poder desde la sombra, y necesita tener las riendas controladas, y eso está intentando detrás del rostro de títere de Díaz-Canel. Lo están sacrificando como el peor de los cerdos, sin la más mínima consideración. Estará ahí mientras cumpla sus órdenes, cuando no las acate, entonces le vendrá alguna enfermedad mortal, un suicidio o simplemente le armarán un caso de corrupción o “traición”, y lo quitarán del medio.
¿Cuán importante es para el régimen controlar las expresiones culturales, que tanto tienen que ver con la libertad de expresión?
Las dictaduras le temen al periodismo y al arte en general. Por experiencia se sabe que los artistas y periodistas mueven la opinión pública, y eso ahora es lo que menos ellos necesitan cuando para cualquiera le es tan fácil dar una opinión o noticia en las redes. Por eso intentan callar las voces independientes, es un gesto de desesperación para retrasar el tsunami que infaliblemente tendrá que llegar.
Cuando me salí del redil me ajustaron cuenta porque, además de que la naturaleza de los Castro es rencorosa, necesitaban escarmiento para que otros artistas no se escaparan del corral. Desde entonces los intelectuales aprendieron la lección y después de mí, ninguno ya establecido en la cultura cubana, como lo estaba yo, se les ha opuesto con la fuerza y decisión con que lo hice.
Cada vez necesitan apretar más la abertura por donde salen las verdades. Por eso ahora ejecutan nuevas medidas y más censuras, que es la manera estalinista con que ellos cuentan y saben para hacer las cosas, quizá la única forma de mantenerse por un tiempo más en el poder, piensan. A ello han apostado. Los Castro no piensan soltar su finca familiar. Están convencidos que les pertenece y van a aferrarse hasta con las uñas.
¿Cuál es el objetivo concreto de estas normativas que inciden en la libertad a través de lo económico?
Retrasar el proceso libre que tendremos que vivir más temprano que tarde. Mientras volverán a probar que pueden continuar la obra de Fidel y Raúl Castro, que no es otra cosa que ultrajar a este pueblo, continuar haciéndolos vivir en la total miseria. No quieren que ningún cubano, entiéndase sus esclavos, se empoderen, sean independientes, puedan vivir sin la “caridad” de su dictadura. Como aquella anécdota del pollo sin plumas sobre la nieve que cada vez que lo pateaban corría a buscar calor entre las botas de Stalin.
¿Cómo crees que responderán la mayoría de los creadores ante esto?
Con silencio. La mayoría que están establecidos, se ocupan de mendigar un viaje para sobrevivir, no sacrificarán lo ganado cuando están convencidos que no solucionarán nada, y que los aplastarán como cucarachas. Y los que aún no han logrado establecerse, empujan, bajan la cabeza y fingen que nada les importa, que lo único importante es la obra, el arte, mientras esperan su pedacito de cielo. Creen que si se alejan del poder pasarán frío, como el pollo, y prefieren estar resguardados entre las botas de amo. Ellos creen que publicando sus libros, cantando sus canciones o les reciban sus obras en los teatros, ya les he suficiente. Aunque saben que podrían estar peor, y de recordarme en la cárcel ya les he suficiente para no hacer nada.
Seguiremos gritando los cuatro gatos que sabemos trabajar nuestros temores hasta que nos liquiden o se vayan del poder. Con los creadores agrupados en la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), por ahora no se podrá contar, ellos tienen otra más importante que hacer: resguardarse. No olvidar que a pesar de todo, el sector artístico es el más beneficiado, lo que los hace sentir dichosos cuando miran en derredor y ven al resto del pueblo sobreviviendo las calamidades.
¿Qué expresiones artísticas quedan más afectadas con las nuevas normas de censura?
Todas en general, pero aquellas que tengan que ver con las letras, creo que son las más temidas porque calan más en la población, al menos del sector profesional, a través de los guiones para el cine, televisivo, teatro y literatura. Sin olvidar que muchos de estos creadores están escribiendo para medios alternativos independientes que distan de la égida castrista.
¿Cómo es visto Díaz-Canel en los círculos artísticos cubanos?
Como lo que es, un hombre anodino. En el sector cultural no quedan “revolucionarios”, algunos quizá fidelistas; pero a estas alturas del campeonato se sienten engañados hasta por aquel hombre que los arrastró a la miseria para en definitiva, robarles las vidas a varias generaciones. Todos los cubanos saben que Díaz-Canel no representa nada. No ocupa ningún cargo decisivo en la cúpula. Es un muñeco de feria al que se le puede lanzar pelotas e intentar tumbarle el sombrero. Cada vez que suceda y caiga, el dueño -entiéndanse los Castro- volverán a situarlo en el mismo espacio o pondrá otro muñeco en su lugar, así sucesivamente mientras la comunidad internacional se lo permita o el pueblo desesperado se lance a las calles, y sean masacrados como en Venezuela o Nicaragua.
¿Tiene que ver Díaz-Canel con estas nuevas normas que intensifican la censura?
Él también se ocupa de inflar el globo mientras cumple las órdenes de los Castro. Asume su papel de capataz negrero en el corte para que la dotación haga su papel sin protestar. Pero en cuanto a la toma de decisiones, pues claro que no son de él. Sólo se ocupa de poner su rostro, de fingir que es el “presidente”. De lo demás se ocupa Raúl Castro y sus hijos, Alejandro y Mariela.
El régimen vendió a Raúl Castro como supuesto reformista. Luego éste designó a Díaz-Canel para sucederlo. ¿Qué significan estas sucesiones para el sistema y qué significan para el pueblo?
Puro maquillaje, despliegue de cosméticos. Engañar la opinión pública internacional, como lo tienen hecho con la Unión Europea. Fingen que tomarán decisiones que paulatinamente irán devolviendo la democracia, pero todo es un gran teatro. Los Castro son profesionales en el arte del transformismo. Mutan cada vez que sienten la presión, la posibilidad de perder el poder. Son profesionales del ilusionismo. Se pasaron décadas haciéndoles creer a gran parte del pueblo en logros que nunca pudieron palpar. Proyectos intangibles donde millones de cubanos se involucraban para que el resultado final fuera catastrófico. Pero para ese entonces ya existía otro proyecto y otro, y así por seis décadas. Esas sucesiones no significan nada para el pueblo porque nada les resolverá, mientras que para el sistema le significan otro respiro, ganar tiempo mientras llegan tiempos mejores, sorbos de oxígeno que les permitirán permanecer en ese espacio impreciso, pero definitivamente, mantenerse en el poder que es lo único que les interesa. Esa familia ya no sabe vivir sin ello y no están dispuestos a cederlo pacíficamente.
¿Qué deben hacer los creadores independientes en el nuevo contexto?
No abandonar la lucha. No cejar aunque en ello nos vaya todo lo que somos. No irse de Cuba. Permanecer dentro del archipiélago ya es un desafío al régimen. Soy de los que han ejercido la libertad de creación y, una vez que se ha probado, ya no se sabe vivir sin esa gracia divina. Mientras los creadores no prueben la libertad, no expulsen el miedo en el acto de escribir, no sabrán jamás la satisfacción de ser un artista con integridad plena. No se puede ser artista sin ser libre porque de lo contrario, la obra nace presa, es una creación con defectos porque no fue hecha con plenitud de independencia.