Desde finales el siglo XIX las leyes humanitarias internacionales prohíben atacar instalaciones sanitarias, usar a enfermos como escudos, exponerlos al ataque. Atacar un hospital y el personal médico se cataloga como un crimen de guerra por el Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH) de la ONU.
Para regular el Derecho Internacional Humanitario existen, hace más de 100 años, los Convenios de Ginebra. Los tres primeros convenios comprendían el trato a prisioneros de guerra y el cuarto, firmado en 1949, se relacionaba con todo lo referente a la Protección de Personas Civiles.
En ese Convenios de Ginebra se especifica que “los establecimientos fijos y las unidades sanitarias móviles del servicio de sanidad no podrán, en ningún caso, ser objeto de ataques, sino que serán en todo tiempo respetados y protegidos por las Partes en conflicto" (Artículo 19, Convención de Ginebra 1949).
La resolución 2286 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobada en mayo del 2016, establece obligaciones específicas que impone el derecho internacional humanitario para respetar y proteger contra ataques, en situaciones de conflicto armado, al personal sanitario.
En los Estatutos de Roma, calificado como instrumento constitutivo de la Corte Penal Internacional, con sede en La Haya, Holanda, y que se encarga de juzgar a las personas que hayan cometido crímenes de genocidio, guerra, agresión o lesa humanidad, tiene el artículo 8, relacionado con los “crímenes de guerra”.
En este artículo se especifica que entre las “violaciones graves de las leyes y los usos aplicables en los conflictos armados que no sean de índole internacional, dentro del marco establecido de derecho internacional” se encuentra el “dirigir intencionalmente ataques contra edificios dedicados a la religión, la educación, las artes, las ciencias o la beneficencia, los monumentos históricos, los hospitales y otros lugares en que se agrupa a enfermos y heridos, a condición de que no sean objetivos militares”.
Cuando uno de los grupos de Fidel Castro atacó el 26 de julio de 1953 el Hospital Civil Provincial Saturnino Lora, estaba violando artículos del Derecho Humanitario Internacional, violando leyes de protección a hospitales, poniendo en peligro la vida del personal médico y de los enfermos. Estaban realizando al atacar el hospital civil un crimen de guerra.
Ese método de ataque contra centros de salud, personal médico y ambulancias se emplean con frecuencia hoy día por grupos terroristas en todo el planeta.
Ataques a objetivos civiles en el siglo XX
Instalaciones civiles, como congresos o palacios de justicia, han sido atacados o tomados por grupos insurgentes, radicales, nacionalistas o terroristas a lo largo de la historia moderna.
En Washington D.C., en 1954 independentistas puertorriqueños atacaron el Congreso de Estados Unidos e hirieron a 5 legisladores. Un comando sandinista tomó el Palacio Nacional de Nicaragua en agosto de 1978. Los terroristas etarras han explotado coches-bomba o artefactos explosivos en cuarteles militares, comisarias, el aeropuerto de Barajas, estaciones de trenes (Atocha y Chamartín), juzgados, palacios de justicia y refinerías de petróleo. La violencia de ETA llegó también a Bélgica y Francia.
El Ejército Rojo Japonés atacó aeropuertos en Japón e Israel, la embajada de Francia en Holanda y las de Estados Unidos y Suiza en Malasia. También lanzó morteros a las sede diplomáticas de Canadá y Japón en Indonesia, y de EEUU y el Reino Unido en Roma, Italia.
La guerrilla colombiana del M-19, financiada por Pablo Escobar, tomó el Palacio de Justicia en Bogotá en noviembre de 1985, con un saldo de 98 muertos. En Perú, la residencia del embajador de Japón fue ocupada en 1997 por los terroristas del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, de corte marxista-guevarista.
En esos casos se estaba atacando una instalación civil, una oficina u entidad vinculada al gobierno, al cuerpo judicial o legislativo del Estado.
Ataques a hospitales en el siglo XX
La Guerra Civil en España fue testigo del ataque a hospitales. El Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria de Madrid fue escenario de cruentos combates a la llegada del ejército nacional a las puertas de la capital. Los republicanos, en especial unidades de las Brigadas Internacionalistas, cavaron trincheras en la zona y ocuparon edificios del recinto para detener el paso de los nacionales. A mediados de noviembre de 1936 se combatía edificio por edificio, piso por piso. El hospital fue un objetivo militar, a defender y a ocupar. Allí murió el líder anarquista José Buenaventura Durruti.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Alexander I. Marinesko, capitán de un submarino soviético, atacó en enero de 1945 al buque hospital Wilhelm Gustloff. La nave llevaba a bordo casi 11 mil personas del puerto de Danzing, (parte entonces de Prusia, hoy de Polonia, con el nombre de Gdansk). Se pudieron rescatar unas mil, pero más de 9 mil (de ellos 5 mil niños) murieron en las frías aguas del Mar Báltico. En el Kremlin no le condecoraron entonces con la habitual Estrella de Héroe de la Unión Soviética.
En junio de 1995, un grupo de terroristas chechenos atacó la ciudad rusa de Budionnovsk y tomaron el hospital local y de rehenes a sus enfermos y el personal médico. Tomaron más de 1500 rehenes, incluidos niños que se encontraban ingresados en el complejo médico local. Se estiman que en los ataques de las tropas rusas por conquistar el hospital murieron 166 personas y unas 500 fueron heridas.
Continúan los ataques en el siglo XXI
Los órganos de inteligencia de Colombia desarticularon un ataque con coche-bomba que las FARC preparaban contra el Hospital Militar en abril del 2003.
Unas 13 personas fallecieron al explotar una bomba en la sala de emergencia de un hospital en Karachi, Pakistán en el 2010, cuando víctimas de un atentado previo recibían atención médica.
Veinte personas, en su mayoría mujeres y niños, murieron y decenas resultaron heridas en un atentado contra un hospital infantil en Afganistán, en junio de 2011. Ya en el 2014, en Afganistán se registraron 38 ataques a instalaciones de salud, y ese mismo año en Siria reportaron 28 ataques.
En Bélgica, las autoridades advirtieron en el 2015 que los servicios de socorro podrían ser blanco de atentados, con terroristas infiltrándose entre el personal sanitario. El ministro de Salud y del Interior envió una misiva a hospitales, servicios de ambulancias y bomberos, advirtiéndoles.
Durante el conflicto en Siria, la aviación rusa ha lanzado bombas sobre los hospitales de Aleppo Al-Quds y Al-Sakhour en el 2016.
Los talibanes pakistaníes realizaron en el 2016 un atentado en el hospital de Quetta, provincia de Baluchistán, dejando un saldo de casi 70 muertos. Y ese mismo año Al Qaeda atentó en Yemén contra un hospital militar, cobrando la vida de unas 50 personas.
los atacantes convertieron el centro médico en un blanco fácil para soldados y oficiales que ripostaban el ataque.
Un informe de inteligencia de Estados Unidos de inicios del 2017 alertaba que los hospitales y centros de salud están en el punto de mira de los terroristas del llamado Estado Islámico (ISIS), e incluía al personal sanitario, pacientes y ambulancias. En el 2017 se han cuantificado más de 700 ataques contra hospitales, centros de salud y ambulancias.
En Libia, de mayo de 2017 a 2018 se reportaron 36 casos de ataques contra hospitales, médicos y pacientes.
La banda delincuencia Mara Salvatrucha atacó el Centro Hospitalario Roosevelt, en Ciudad Guatemala, para rescatar a uno de los pandilleros que era atendido en el centro médico. Siete muertos y 12 heridos fue el saldo del ataque realizado el 16 de agosto del 2017, que calificó como terrorista el presidente Jimmy Morales.
Una ambulancia cargada con explosivos fue utilizada en enero del 2018 para atentar contra el edificio que una vez albergó el Ministerio del Interior en Afganistán. El inmueble todavía tiene oficinas de agencias del orden.
El asalto al hospital civil de Santiago de Cuba
El 26 de julio de 1953, uno de los tres objetivos atacados por el grupo que lideraba Fidel Castro fue el Hospital Civil Provincial Saturnino Lora, además del Cuartel Guillermón Moncada y el Palacio de Justicia local.
La más completa de las investigaciones históricas realizadas sobre el asalto al Moncada la ha realizado el historiador cubanoamericano Antonio Rafael de la Cova. Su libro The Moncada attack. Birth of the Cuban Revolution, fue publicado en el 2007 por la editorial de la Universidad de Carolina del Sur, relata minuciosamente el ataque al Hospital Saturnino Lora.
A la instalación médica oriental acudieron armados un grupo de hombres y mujeres vestidos con uniformes militares del ejército constitucional y dirigidos por Abel Santamaría Cuadrado.
Viajaron en tres automóviles desde la Granja Siboney, en las afueras de Santiago de Cuba, donde se habían escondido antes del ataque.
En la acción bajo el mando de Santamaría participaron Raúl Gómez García, Antonio Betancourt Flores, José Francisco Costa Velázquez, Juan Domínguez Díaz, Mario Muñoz Monroy, José Antonio Labrador, Pablo Cartas Rodríguez, Geraldo Antonio Álvarez Álvarez, Tomás Álvarez Breto, Roberto Mederos Rodríguez, Ramón Ricardo Méndez Cabezón, Félix Rivero Vasallo, Horacio Matheu Orihuela, Reemberto Abad Alemán, Juan Manuel Ameijeiras Delgado, Osvaldo Socarrás Martínez, Ramón Pez Ferro, Wilfredo Matheu Orihuela, Julio Trigo López, Julio Máximo Reyes Cairo, Haydée Santamaría Cuadrado (hermana de Abel) y Melba Hernández Del Rey.
El Hospital Saturnino Lora fungía como centro médico provincial, creado en 1878, en tiempos de la colonia, bajo el nombre de Hospital Militar Príncipe Alfonso, y ya en la República, en 1921 fue rebautizado con el nombre del general mambí. Era una instalación sanitaria con 60 camas, 62 empleados, entre ellos 18 médicos.
Nunca antes en Cuba se había ocupado por las armas un hospital, utilizado a los enfermos como rehenes, o los atacantes se habían heho pasar por enfermos.
Se declararon inocentes
En el juicio contra los asaltantes, celebrado en septiembre de 1953, algunos se declararon inocentes, como hizo Ramón Pez Ferro.
en ocasiones afirman que la misión al tomar el centro médico era atender a los enfermos del combate
Según el testimonio de los propios asaltantes, desde las 5 y 20 de la mañana y casi hasta las 6 am estuvieron disparando sobre la posta 4 del cuartel, ubicado en la parte trasera del cuarel. Los asaltantes del hospital tomaron posición en las instalaciones de lavandería, la cocina y la despensa del hospital, para distraer con los disparos a la fuerza militar del ataque sorpresivo por la Posta 3.
A la entrada del hospital quedaron parapetadas tres personas y se ubicaron además a otros en las ventanas del primer piso, colindantes con el patio trasero y el club del cuartel.
Al colocarse en el hospital, un punto de mayor elevación, y disparar sobre la Posta 4 del cuartel, al fondo de la instalación militar, los atacantes convertieron el centro médico en un blanco fácil para soldados y oficiales que ripostaban el ataque. Según testimonios de Pez Ferro, el propio Abel Santamaría se dedicaba a repartir las municiones para los disparos. De esa manera, los asaltantes pusieron en peligro la vida de los enfermos y del personal médico civil que allí laboraba.
La propaganda del régimen en ocasiones ha afirmado que la misión al tomar el centro médico era atender a los enfermos del combate, aunque como “colindaba con el cuartel, y desde allí se podía apoyar al resto de los revolucionarios”, se entusiasmaron y comenzaron a disparar desde las ventanas hacia el cuartel militar.
Más reciente, la prensa oficialista justificó la acción realizada en la instalación medica como una “defensa del antiguo hospital”, siendo ellos mismos (el bando de Fidel Castro) los asaltantes.
La prensa entonces reportó tres heridos en el asalto, uno de ellos degollado por los asaltantes por temor a que alarmara a los soldados, según consta en el acta de acusación.
El propio Fidel Castro en los alegatos de su defensa reconoce que uno de los enfermos fue herido de bala debido al intercambio de disparos entre los asaltantes del hospital y los militares.
Según la obra de Antonio de la Cova, cuando la estudiante de enfermería Violeta Moises intento llamar a su familia, la asaltante Haydee Santamaría le amenazo con una pistola y el enfermo testificó al respecto. También testigos del hospital acusaron a Melba Hernández de impedir que se socorriera al policía Pedro Pompa, herido mortalmente cuando entraba al hospital.
Tanto Haydee Santamaría y Melba Hernández se encargaron de distribuir municiones entre los asaltantes y recargarles los fusiles.
Al finalizar las hostilidades varios de los asaltantes al Moncada fueron a buscar refugio al hospital, y junto a Abel Santamaría y otros miembros de su grupo se hicieron pasar por enfermos, ocupando camas en los pabellones. Santamaría se puso un parche en el ojo y con un pijama de enfermo buscó refugio en la sala de oftalmología, donde aparentó estar operado.
Los asaltantes, aunque entraron al hospital vestidos de oficiales y soldados del ejército, al fracasar la aventura botaron el traje militar para fingir ser pacientes.
Algunos se vendaron piernas y brazos, Melba Hernández y Haydée Santamaría se hicieron pasar por enfermeras en el pabellón de maternidad e infantil del hospital, a pesar de la resistencia inicial de las enfermeras que velaban por los recién nacidos.
Los heridos entre los soldados, policías y personal civil por el asalto al hospital, según varias fuentes consultadas, fueron: Humberto Barzaga Vázquez, José W. Fonseca Martinez, Lázaro Tejadilla Suarez, Argeo Sarmiento Moreno, Capitán José Llanes León, Felino Miró Ríos, Alicia Castillo, Mauricio Feraud Mejías. Y las bajas mortales fueron dos, en el Hospital Saturnino Lora: Pedro H. Pompa Castañeda, Pedro Guilarte, Primer Teniente Pedro V. Feraud Mejías.