Editorial
Cae el muro de papel cubano
Los Angeles Times, Octubre 18, 2012
Bajo una nueva política que entrará en vigor en enero, los permisos de salida serán eliminados y los cubanos podrán viajar al extranjero con mayor facilidad.
Durante 50 años, los cubanos se han visto impedidos de salir de su país por una política de viajes anacrónica y represiva que ha sido atinadamente comparada con una versión de papel del Muro de Berlín. El anuncio del gobierno el martes de que planea poner fin a este inhumano sistema se esperaba hace mucho tiempo, y es más que bienvenido.
Desde poco después de que Fidel Castro llegara al poder en 1959, los cubanos que querían abandonar la isla (poco más pequeña que Pensilvania) se han visto obligados a obtener un permiso de salida que no sólo es demasiado caro para el ciudadano medio, sino que con frecuencia ha sido denegado por razones arbitrarias o políticas.
Bajo la nueva política, prevista para entrar en vigor en enero, los permisos de salida serán eliminados y los cubanos podrán viajar al extranjero de manera más fácil y barata, y hasta por dos años o más cada vez. A cambio, el presidente Raúl Castro espera que el país reciba más dinero por concepto de remesas enviadas desde el exterior, una inyección muy necesaria de capital para la anémica economía de la isla.
La nueva política no es perfecta. El gobierno de Cuba ya ha diseñado excepciones. Los deportistas, científicos y otros profesionales estarán sujetos a las viejas normas, una medida dirigida a evitar el "robo de talentos", también conocido como fuga de cerebros. De igual modo los disidentes podrían ser impedidos de viajar bajo una exclusión relacionada con la seguridad nacional. Y la nueva política podría provocar un éxodo masivo similar al del Mariel en 1980, cuando miles de cubanos aprovecharon una breve relajación de las reglas de salida y huyeron del país.
Aunque las nuevas regulaciones de viaje son menos ambiciosas de lo que podrían ser, representan, no obstante, un cambio significativo. Estados Unidos debe responder abandonando algunas de sus propias reglas obsoletas de la época de la Guerra Fría. La administración Obama ya ha dado algunos pasos en esa dirección, entre ellos el relajamiento de restricciones a los envíos de remesas y los viajes a la isla.
Pero podría hacer mucho más, incluyendo levantar el viejo embargo comercial, a la vez arcaico e ineficaz, y asegurar que las solicitudes de visas presentadas en La Habana no sean objeto de retrasos innecesarios.
Cualquier cambio que otorgue a los cubanos más libertad, debe ser alentado.
Cae el muro de papel cubano
Los Angeles Times, Octubre 18, 2012
Bajo una nueva política que entrará en vigor en enero, los permisos de salida serán eliminados y los cubanos podrán viajar al extranjero con mayor facilidad.
Durante 50 años, los cubanos se han visto impedidos de salir de su país por una política de viajes anacrónica y represiva que ha sido atinadamente comparada con una versión de papel del Muro de Berlín. El anuncio del gobierno el martes de que planea poner fin a este inhumano sistema se esperaba hace mucho tiempo, y es más que bienvenido.
Desde poco después de que Fidel Castro llegara al poder en 1959, los cubanos que querían abandonar la isla (poco más pequeña que Pensilvania) se han visto obligados a obtener un permiso de salida que no sólo es demasiado caro para el ciudadano medio, sino que con frecuencia ha sido denegado por razones arbitrarias o políticas.
Bajo la nueva política, prevista para entrar en vigor en enero, los permisos de salida serán eliminados y los cubanos podrán viajar al extranjero de manera más fácil y barata, y hasta por dos años o más cada vez. A cambio, el presidente Raúl Castro espera que el país reciba más dinero por concepto de remesas enviadas desde el exterior, una inyección muy necesaria de capital para la anémica economía de la isla.
La nueva política no es perfecta. El gobierno de Cuba ya ha diseñado excepciones. Los deportistas, científicos y otros profesionales estarán sujetos a las viejas normas, una medida dirigida a evitar el "robo de talentos", también conocido como fuga de cerebros. De igual modo los disidentes podrían ser impedidos de viajar bajo una exclusión relacionada con la seguridad nacional. Y la nueva política podría provocar un éxodo masivo similar al del Mariel en 1980, cuando miles de cubanos aprovecharon una breve relajación de las reglas de salida y huyeron del país.
Aunque las nuevas regulaciones de viaje son menos ambiciosas de lo que podrían ser, representan, no obstante, un cambio significativo. Estados Unidos debe responder abandonando algunas de sus propias reglas obsoletas de la época de la Guerra Fría. La administración Obama ya ha dado algunos pasos en esa dirección, entre ellos el relajamiento de restricciones a los envíos de remesas y los viajes a la isla.
Pero podría hacer mucho más, incluyendo levantar el viejo embargo comercial, a la vez arcaico e ineficaz, y asegurar que las solicitudes de visas presentadas en La Habana no sean objeto de retrasos innecesarios.
Cualquier cambio que otorgue a los cubanos más libertad, debe ser alentado.