Esta epidemia es un fenómeno generalizado y creciente: una de cada tres personas que viven en el Oriente Medio y el Norte de África, se han visto obligados a pagar sobornos a cambio de los servicios públicos esenciales. La corrupción persiste en todas las regiones y países del mundo, incluyendo el mío.
Mientras caminaba por las calles de La Habana Vieja, me sentía más convencido que nunca de que no debemos permitir que nuestras persistentes diferencias con el régimen cubano, impidan un relacionamiento más estrecho con el pueblo cubano.