Fidel Castro ha sepultado bajo tierra, muy hondo, a la antigua primera industria cubana.
En medio de las lluvias de primavera y el calor intenso, una docena de ingenios azucareros de la Cuba profunda siguieron moliendo. “Es un disparate seguir produciendo azúcar en junio. Incluso con el precio del azúcar rondando los 40 centavos de dólar en el mercado mundial, los rendimientos y costos generan más perdidas que beneficios”, asegura un experto.
Han pasado 24 años desde aquel lejano 1990, cuando la isla produjo 8,2 millones de toneladas de azúcar. Aquellas cifras hoy parecen un sueño insuperable. En la zafra 2009-2010, el sector tocó fondo al registrar la peor producción en un siglo, con tan solo 1,1 millones de toneladas.
Cuba, antaña azucarera mundial, en las dos últimas décadas se ha visto obligada a exportar azúcar de Brasil y República Dominicana para el consumo del sector turístico.
Raúl Castro ha intentado revitalizar la otrora primera industria nacional. En 2012 cerró el Ministerio del Azúcar, un descomunal entramado de burócratas con un presupuesto y estructuras solo superados por las Fuerzas Armadas.
Con un tercio de los antiguos empleados, fundó una empresa estatal llamada Azcuba, en un intento por buscar eficiencia y ganancias netas en una producción que debido a sus múltiples materias primas, se ha revalorizado a nivel planetario en los últimos años.
Pero todavía no se han concretado grandes resultados. Los crecimientos son intrascendentes en una economía que hace agua por todos lados. La zafra 2012-2013 produjo poco más de un millón 500 mil toneladas de azúcar, a pesar de una planificación minuciosa de la cosecha, del petróleo a consumir por los medios de transporte, insumos a los cortadores de caña, piezas de recambio a las maquinarias de los ingenios y rendimiento por caballería de tierra sembrada de caña que se debía obtener.
Incluso, de manera inédita en los últimos 55 años tras la incautación de los centrales azucareros por parte de Fidel Castro, a una firma extranjera, la brasileña Odebrecht, se le permitió administrar el ingenio 5 de septiembre, en la sureña provincia de Cienfuegos a 300 kilómetros de La Habana.
Azcuba aspiraba a crecer el año pasado un 20% en comparación con la zafra de 2012. No fue posible. Y quedó un 11% por debajo de lo planificado. Y aunque los cintillos de prensa recalcaban que la zafra de 2013 era la mejor en los últimos 9 años, las menguadas finanzas del país dejaron de ingresar 55 millones de dólares.
Para 2014 se esperaba un alza del 18%. Tampoco se logró. Con centrales aún moliendo, se raspa 1,6 millones de toneladas. Y se han dejado de producir 192 mil toneladas de azúcar.
El crecimiento, al compararlo con la zafra 2013, fue de un 3%. Al margen de cómo se mire el vaso, si medio lleno o medio vacío, la autocracia verde olivo infla el pecho y afirma que en las ultimas cuatro zafras se han tenido crecimientos moderados.
Pero si analizamos teniendo de fondo las zafras promedios en la historia de Cuba, la actual no solo incumplió una meta ya de por sí exigua, simplemente ha sido un fracaso. Otro más.
Fidel Castro ha sepultado bajo tierra, muy hondo, a la antigua primera industria cubana. Se puede discrepar, culpar al 'bloqueo', el clima o a los huracanes de esa ruina. Pero los disparates en la planificación de las molidas, baja productividad por hectáreas y zafras que se extienden desde el otoño hasta las puertas del verano solo demuestran una ineficacia abrumadora.
Pregunté a un experto azucarero, actualmente jubilado, por qué desde hace 10 años la producción azucarera no supera la barrera de los 2 millones de toneladas.
“Para conocer qué ha dejado de funcionar en las actuales campañas azucareras, hay que hacer un poco de historia. Desde 1911, en la Cuba republicana, la producción azucarera fluctuaba entre 5 y 7 millones de toneladas. Eran zafras que rara vez superaban los 3 meses. La productividad por hectáreas estaba entre las mejores del planeta. A nivel de Hawai o cualquier potencia azucarera de entonces. La industria era una joya. Su eficiencia estaba entre las de los líderes mundiales. Con la llegada de Fidel al poder en 1959 comenzó el lento declive”, explica el experto.
“Los disparates y el voluntarismo se sucedían a granel. La falta de piezas de repuestos para las maquinarias de los ingenios y la insuficiente capacitación del personal técnico de los centrales, que ocupaban puestos importantes gracias su lealtad política, fue minando la industria azucarera. En su delirio, Castro se involucró a golpe de autoritarismo en el sector del azúcar. Sus planes descabellados hicieron mucho daño. Por puro capricho sustituyó la variedad que se sembraba en los campos cubanos, muy resistente a plagas y con alto volumen de sacarosa. La zafra de los Diez Millones en 1969-1970 fue el tiro de gracia a la industria azucarera. Esas secuelas aun le están pasando factura a la producción de azúcar”, cuenta el funcionario jubilado.
En su opinión, Fidel Castro fue como un huracán devastador o una plaga dañina. “No solo se planificaba de forma errónea la campaña azucarera, también se desperdiciaban los subproductos que genera la caña. Potencias azucareras como Brasil aprovechan todo de la caña. La caña no es solo azúcar o alcohol. Sirve para producir muebles de excelente factura, proteína animal y medicinas. Tiene disimiles cualidades para explotar”.
En la época de la Guerra Fría, cuando Castro se alió al comunismo soviético, Cuba vendía a precio preferencial su cosecha azucarera. No faltaban los insumos, fertilizantes, maquinarias o cortadoras de caña. En la provincia de Holguín, a 800 kilómetros de la capital, se levantó una fábrica con tecnología rusa que producía cortadoras de caña.
Ya para finales del siglo XX, todo el andamiaje azucarero se fue demoliendo. De los 169 centrales existentes en la isla solo un tercio está en funcionamiento. En 2002, Fidel Castro diseñó la Tarea Álvaro Reinoso, un plan que de manera camuflada envió al paro a miles de obreros azucareros.
Un detalle. En la actual zafra , 49 ingenios cubanos estuvieron moliendo para alcanzar 1,6 millón de toneladas de azúcar. En el estado de la Florida, Estados Unidos, 6 centrales azucareros alcanzan anualmente dos millones de toneladas.
Aparquemos a un lado la ideología. Y con cabeza fría, datos y cifras en la mano, comprobemos quién es el culpable del desplome azucarero cubano. Todas las evidencias apuntan a Fidel Castro.
Han pasado 24 años desde aquel lejano 1990, cuando la isla produjo 8,2 millones de toneladas de azúcar. Aquellas cifras hoy parecen un sueño insuperable. En la zafra 2009-2010, el sector tocó fondo al registrar la peor producción en un siglo, con tan solo 1,1 millones de toneladas.
Cuba, antaña azucarera mundial, en las dos últimas décadas se ha visto obligada a exportar azúcar de Brasil y República Dominicana para el consumo del sector turístico.
Raúl Castro ha intentado revitalizar la otrora primera industria nacional. En 2012 cerró el Ministerio del Azúcar, un descomunal entramado de burócratas con un presupuesto y estructuras solo superados por las Fuerzas Armadas.
Con un tercio de los antiguos empleados, fundó una empresa estatal llamada Azcuba, en un intento por buscar eficiencia y ganancias netas en una producción que debido a sus múltiples materias primas, se ha revalorizado a nivel planetario en los últimos años.
Pero todavía no se han concretado grandes resultados. Los crecimientos son intrascendentes en una economía que hace agua por todos lados. La zafra 2012-2013 produjo poco más de un millón 500 mil toneladas de azúcar, a pesar de una planificación minuciosa de la cosecha, del petróleo a consumir por los medios de transporte, insumos a los cortadores de caña, piezas de recambio a las maquinarias de los ingenios y rendimiento por caballería de tierra sembrada de caña que se debía obtener.
Incluso, de manera inédita en los últimos 55 años tras la incautación de los centrales azucareros por parte de Fidel Castro, a una firma extranjera, la brasileña Odebrecht, se le permitió administrar el ingenio 5 de septiembre, en la sureña provincia de Cienfuegos a 300 kilómetros de La Habana.
Azcuba aspiraba a crecer el año pasado un 20% en comparación con la zafra de 2012. No fue posible. Y quedó un 11% por debajo de lo planificado. Y aunque los cintillos de prensa recalcaban que la zafra de 2013 era la mejor en los últimos 9 años, las menguadas finanzas del país dejaron de ingresar 55 millones de dólares.
Para 2014 se esperaba un alza del 18%. Tampoco se logró. Con centrales aún moliendo, se raspa 1,6 millones de toneladas. Y se han dejado de producir 192 mil toneladas de azúcar.
El crecimiento, al compararlo con la zafra 2013, fue de un 3%. Al margen de cómo se mire el vaso, si medio lleno o medio vacío, la autocracia verde olivo infla el pecho y afirma que en las ultimas cuatro zafras se han tenido crecimientos moderados.
Pero si analizamos teniendo de fondo las zafras promedios en la historia de Cuba, la actual no solo incumplió una meta ya de por sí exigua, simplemente ha sido un fracaso. Otro más.
Fidel Castro ha sepultado bajo tierra, muy hondo, a la antigua primera industria cubana. Se puede discrepar, culpar al 'bloqueo', el clima o a los huracanes de esa ruina. Pero los disparates en la planificación de las molidas, baja productividad por hectáreas y zafras que se extienden desde el otoño hasta las puertas del verano solo demuestran una ineficacia abrumadora.
Pregunté a un experto azucarero, actualmente jubilado, por qué desde hace 10 años la producción azucarera no supera la barrera de los 2 millones de toneladas.
“Para conocer qué ha dejado de funcionar en las actuales campañas azucareras, hay que hacer un poco de historia. Desde 1911, en la Cuba republicana, la producción azucarera fluctuaba entre 5 y 7 millones de toneladas. Eran zafras que rara vez superaban los 3 meses. La productividad por hectáreas estaba entre las mejores del planeta. A nivel de Hawai o cualquier potencia azucarera de entonces. La industria era una joya. Su eficiencia estaba entre las de los líderes mundiales. Con la llegada de Fidel al poder en 1959 comenzó el lento declive”, explica el experto.
“Los disparates y el voluntarismo se sucedían a granel. La falta de piezas de repuestos para las maquinarias de los ingenios y la insuficiente capacitación del personal técnico de los centrales, que ocupaban puestos importantes gracias su lealtad política, fue minando la industria azucarera. En su delirio, Castro se involucró a golpe de autoritarismo en el sector del azúcar. Sus planes descabellados hicieron mucho daño. Por puro capricho sustituyó la variedad que se sembraba en los campos cubanos, muy resistente a plagas y con alto volumen de sacarosa. La zafra de los Diez Millones en 1969-1970 fue el tiro de gracia a la industria azucarera. Esas secuelas aun le están pasando factura a la producción de azúcar”, cuenta el funcionario jubilado.
En su opinión, Fidel Castro fue como un huracán devastador o una plaga dañina. “No solo se planificaba de forma errónea la campaña azucarera, también se desperdiciaban los subproductos que genera la caña. Potencias azucareras como Brasil aprovechan todo de la caña. La caña no es solo azúcar o alcohol. Sirve para producir muebles de excelente factura, proteína animal y medicinas. Tiene disimiles cualidades para explotar”.
En la época de la Guerra Fría, cuando Castro se alió al comunismo soviético, Cuba vendía a precio preferencial su cosecha azucarera. No faltaban los insumos, fertilizantes, maquinarias o cortadoras de caña. En la provincia de Holguín, a 800 kilómetros de la capital, se levantó una fábrica con tecnología rusa que producía cortadoras de caña.
Ya para finales del siglo XX, todo el andamiaje azucarero se fue demoliendo. De los 169 centrales existentes en la isla solo un tercio está en funcionamiento. En 2002, Fidel Castro diseñó la Tarea Álvaro Reinoso, un plan que de manera camuflada envió al paro a miles de obreros azucareros.
Un detalle. En la actual zafra , 49 ingenios cubanos estuvieron moliendo para alcanzar 1,6 millón de toneladas de azúcar. En el estado de la Florida, Estados Unidos, 6 centrales azucareros alcanzan anualmente dos millones de toneladas.
Aparquemos a un lado la ideología. Y con cabeza fría, datos y cifras en la mano, comprobemos quién es el culpable del desplome azucarero cubano. Todas las evidencias apuntan a Fidel Castro.