La Editorial Mountain Mill ha publicado un hermoso libro de cuentos ilustrados para niños, aunque también pudiera ser leídos por adultos. Se trata de una serie de cuentos y leyendas con las que generaciones y generaciones de ucranianos han crecido y han nutrido su imaginación.
Gran idea de publicarlas nuevamente reescritas, ilustradas por Javier Montero. Quien ha reescrito y recopilado estas leyendas y relatos es Liudmyla Pytel. No pueden dejar de leerlo, y para hacerlo les informo que pueden adquirirlo en Amazon, seguramente también en librerías.
Este es un libro donde los animales, los niños, los adultos, los hombres y mujeres del campo y de la ciudad se muestran unidos en una especie de homenaje mágico a su cultura, de intenso amor por sus orígenes y un mundo mágico y de tradición oral.
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Al realizar este podcast, como en el anterior que hice del libro infantil de coloreado de sitios de Ucrania, he pensado en lo que hubiera escrito José Martí sobre esta guerra, sobre los niños ucranianos y, por supuesto, lo he dedicado a ellos, a esos niños sometidos a la invasión, a los bombardeos, como ocurrió recientemente cuando la armada rusa bombardeó un hospital para niños en Kyiv.
José Martí, nuestro Apóstol, que tanto amó a los niños y que para ellos escribió esa joya que es ‘La Edad de Oro’, se habría sensibilizado profundamente por ellos.
Cada día Rusia bombardea a Ucrania en esta guerra cruel, injusta, invasiva, cuyo único objetivo es apropiarse de ese país. ¿Cómo contar a los niños, cómo explicarles la terrible situación? Pienso que a través de estos cuentos se podría aliviar la realidad de lo que están padeciendo. Se podría hallar en ellos lo más parecido un remanso de paz.
Lo sé, no existe apenas remedio para enfrentar semejante crueldad, pero la lectura, la literatura, en alguna parte de nuestro ser, funciona como saneamiento. Y eso es lo que pretendo, evitar que el sufrimiento triunfe por encima de la lucidez y la sabiduría.
No dejen de acercarse a este libro, y de terminar la lectura de La Chica Sabia, que empecé a leerles, y que no terminé para que ustedes lo hagan mediante su propia sed de imaginación.