Uribe y Lula da Silva son dos colosos de la política latinoamericana, porque cada uno, en base a su proyección, ha sido consecuente con sus respectivos ideales y compromisos políticos.
Cuando los mandatarios latinoamericanos abandonan el poder, salvo contadas excepciones, procuran seguir influyendo en la política nacional y en ocasiones, si la ley lo permite, intentan regresar al gobierno.
La mayoría de estos mandatarios no trascienden las fronteras nacionales, por lo regular, hayan realizado un buen o mal gobierno, no influyen en el contexto latinoamericano y menos internacional. Sin embargo en los tiempos modernos tenemos dos ex mandatarios que no solo dejaron profundas huellas en sus respectivos países, sino que continúan siendo factores importantes de poder en sus naciones y personalidades influyentes en el resto del continente.
Estos dos ex presidentes, sin entrar a valorar su gestión y sus potenciales contribuciones son Luiz Inacio Lula da Silva, Brasil, y Álvaro Uribe, de Colombia.
Lo relevante es que los dos ex mandatarios más allá de sus aciertos y errores, cuentan con un amplio respaldo popular.
Lula, se afirma, sería el único candidato en las elecciones de 2014 que ganaría en primera vuelta, superando a la actual mandataria Dilma Rouseff, y Alvaro Uribe tiene un respaldo en la población superior al del presidente Juan Manuel Santos, aunque según una encuesta el apoyo a Uribe ha disminuido en los últimos meses.
Uribe y Lula con sus aciertos y errores y más allá de sus deseos, entendieron que la alternabilidad es fundamental para la democracia y que aun cuando se cuente con apoyo mayoritario, forzar otra reelección, lesiona gravemente los intereses fundamentales del país.
Ambos tienen valoraciones ideológicas contrapuestas, pero les caracteriza un agudo y fino pragmatismo. Gobernaron por dos periodos y a pesar de contar con amplio apoyo popular, rechazaron la tentación de manipular las leyes para legitimar una segunda reelección.
Uribe y Lula son polos opuesto en el pensamiento político, pero también en la gestión de proyectar hacia el exterior sus influencias.
Lula trabaja a favor de un proyecto internacional y por eso fue junto a Fidel Castro, uno de los fundadores del Foro de Sao Paulo. Como presidente y fuera del gobierno apoyó incondicionalmente al presidente Hugo Chávez y lo repitió cuando Xiomara Castro de Zelaya, fue candidata a la presidencia de Honduras. Respaldó todas las fuerzas políticas de izquierda y fue y es, un aliado de los países de la Alianza Bolivariana de las Américas.
Lula incursionó en la política exterior. Trabajo intensamente para que Brasil accediera a la condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Fue uno de los principales promotores de la Unión de Naciones Sudamericana, entidad en la que el gigante sudamericano ejerce una gran influencia, incrementada después de la muerte de Hugo Chávez.
El ex mandatario brasileño se convirtió en una figura internacional, no solo por la importancia de Brasil como nación, sino también por su acción protagónica en eventos internacionales, muy particularmente en los que tenían lugar en nuestro hemisferio.
Por el contrario Álvaro Uribe durante sus mandatos demostró ser un dirigente interesado en resolver los problemas de Colombia, al extremo que la mayoría de los diferendos que sostuvo con el desaparecido presidente Hugo Chávez, fueron consecuencia de las intromisiones del venezolano en los asuntos de su país.
El ex presidente de Colombia enfrentó a las guerrillas con todo vigor afectando seriamente su capacidad operativa y desarrollo con éxito su política de la seguridad democrática. Desmovilizo a los grupos paramilitares, aunque algunos sectores le acusan de haberlo favorecido, pero no hay dudas que la situación general de Colombia cambió para bien y dejó una nación en mejores condiciones que las que tenía cuando asumió el poder.
En ese aspecto se puede decir lo mismo de Lula da Silva que al decidir continuar la política de su antecesor Fernando Cardoso, fortaleció la economía del país y sus instituciones, lo que condujo a una mejor distribución de las riquezas y a una mayor justicia social.
Pero hay que destacar que mientras el presidente Uribe guardaba para sí mismo sus valoraciones sobre la dictadura castrista y de otros regímenes populistas del hemisferio, atendiendo los asuntos de su país, el mandatario Lula da Silva, sin descuidar su gestión de gobierno, impulsaba encuentros internacionales en los que promovía el proyecto expansionista que auspicia el Foro de Sao Paulo, al extremo que en el XIX encuentro anual de esa entidad, 2013, expresó que los actuales gobiernos de izquierda en el área, “nunca habrían llegado al poder” de no ser por el Foro de Sao Paulo.
La realidad es que más allá de las valoraciones negativas de sus críticos, Uribe y Lula da Silva son dos colosos de la política latinoamericana, porque cada uno en base a su proyección han sido consecuentes con sus respectivos ideales y compromisos políticos, lo que les ha permitido seguir siendo factores determinantes en la vida política de sus países.
La mayoría de estos mandatarios no trascienden las fronteras nacionales, por lo regular, hayan realizado un buen o mal gobierno, no influyen en el contexto latinoamericano y menos internacional. Sin embargo en los tiempos modernos tenemos dos ex mandatarios que no solo dejaron profundas huellas en sus respectivos países, sino que continúan siendo factores importantes de poder en sus naciones y personalidades influyentes en el resto del continente.
Estos dos ex presidentes, sin entrar a valorar su gestión y sus potenciales contribuciones son Luiz Inacio Lula da Silva, Brasil, y Álvaro Uribe, de Colombia.
Lo relevante es que los dos ex mandatarios más allá de sus aciertos y errores, cuentan con un amplio respaldo popular.
Lula, se afirma, sería el único candidato en las elecciones de 2014 que ganaría en primera vuelta, superando a la actual mandataria Dilma Rouseff, y Alvaro Uribe tiene un respaldo en la población superior al del presidente Juan Manuel Santos, aunque según una encuesta el apoyo a Uribe ha disminuido en los últimos meses.
Uribe y Lula con sus aciertos y errores y más allá de sus deseos, entendieron que la alternabilidad es fundamental para la democracia y que aun cuando se cuente con apoyo mayoritario, forzar otra reelección, lesiona gravemente los intereses fundamentales del país.
Ambos tienen valoraciones ideológicas contrapuestas, pero les caracteriza un agudo y fino pragmatismo. Gobernaron por dos periodos y a pesar de contar con amplio apoyo popular, rechazaron la tentación de manipular las leyes para legitimar una segunda reelección.
Uribe y Lula son polos opuesto en el pensamiento político, pero también en la gestión de proyectar hacia el exterior sus influencias.
Lula trabaja a favor de un proyecto internacional y por eso fue junto a Fidel Castro, uno de los fundadores del Foro de Sao Paulo. Como presidente y fuera del gobierno apoyó incondicionalmente al presidente Hugo Chávez y lo repitió cuando Xiomara Castro de Zelaya, fue candidata a la presidencia de Honduras. Respaldó todas las fuerzas políticas de izquierda y fue y es, un aliado de los países de la Alianza Bolivariana de las Américas.
Lula incursionó en la política exterior. Trabajo intensamente para que Brasil accediera a la condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Fue uno de los principales promotores de la Unión de Naciones Sudamericana, entidad en la que el gigante sudamericano ejerce una gran influencia, incrementada después de la muerte de Hugo Chávez.
El ex mandatario brasileño se convirtió en una figura internacional, no solo por la importancia de Brasil como nación, sino también por su acción protagónica en eventos internacionales, muy particularmente en los que tenían lugar en nuestro hemisferio.
Por el contrario Álvaro Uribe durante sus mandatos demostró ser un dirigente interesado en resolver los problemas de Colombia, al extremo que la mayoría de los diferendos que sostuvo con el desaparecido presidente Hugo Chávez, fueron consecuencia de las intromisiones del venezolano en los asuntos de su país.
El ex presidente de Colombia enfrentó a las guerrillas con todo vigor afectando seriamente su capacidad operativa y desarrollo con éxito su política de la seguridad democrática. Desmovilizo a los grupos paramilitares, aunque algunos sectores le acusan de haberlo favorecido, pero no hay dudas que la situación general de Colombia cambió para bien y dejó una nación en mejores condiciones que las que tenía cuando asumió el poder.
En ese aspecto se puede decir lo mismo de Lula da Silva que al decidir continuar la política de su antecesor Fernando Cardoso, fortaleció la economía del país y sus instituciones, lo que condujo a una mejor distribución de las riquezas y a una mayor justicia social.
Pero hay que destacar que mientras el presidente Uribe guardaba para sí mismo sus valoraciones sobre la dictadura castrista y de otros regímenes populistas del hemisferio, atendiendo los asuntos de su país, el mandatario Lula da Silva, sin descuidar su gestión de gobierno, impulsaba encuentros internacionales en los que promovía el proyecto expansionista que auspicia el Foro de Sao Paulo, al extremo que en el XIX encuentro anual de esa entidad, 2013, expresó que los actuales gobiernos de izquierda en el área, “nunca habrían llegado al poder” de no ser por el Foro de Sao Paulo.
La realidad es que más allá de las valoraciones negativas de sus críticos, Uribe y Lula da Silva son dos colosos de la política latinoamericana, porque cada uno en base a su proyección han sido consecuentes con sus respectivos ideales y compromisos políticos, lo que les ha permitido seguir siendo factores determinantes en la vida política de sus países.