La temperatura política alcanza los mismos indicadores que en noviembre-diciembre del 2004, cuando la Revolución Naranja.
El invierno en Ucrania promete ser muy caliente. A la hora de protestar la nieve no es impedimento para los ucranianos.
Desde el 24 de noviembre la Policía y los partidarios de un acuerdo con la Unión Europea se enfrentan en las calles y plazas de Kiev. Todos los días se protesta y ahora organizan una huelga general.
Los manifestantes lanzan su ira contra la sede del Gobierno, la alcaldía de Kiev, el parlamento y el palacio presidencial. Cientos de heridos y decenas los detenidos son el resultado de los asaltos policiales, todos en horas de la madrugada.
El ministro del interior pidió disculpas por la brutalidad policial del fin de semana y el jefe de la Policía capitalina presentó su renuncia. Pero las protestas abarcan todo el centro y oeste del país.
Ciudades como Odessa, Lvov, Leopolis, Dnepapetrovsk, fueron escenarios de manifestaciones que exigen la firma del acuerdo de integración con la UE.
La temperatura política alcanza los mismos indicadores que en noviembre-diciembre del 2004, cuando la Revolución Naranja. De nuevo la Plaza Independencia es el barómetro político.
Cuando las tropas especiales de la Policía ocupan la plaza, los manifestantes se desplazan a otra y cuando pueden retornan a la de la Independencia.
El presidente Yanukovich, quien reconoció en la Cumbre de Vilna la presión de Rusia para que no firmaran el acuerdo, estudia implementar el estado de sitio en la capital.
La oposición ucraniana se ha unido para organizar las protestas y llevar la nación hacia el Oeste. El campeón de boxeo Vitali Klichko, que lidera el movimiento político Udar (Golpe) es la figura visible de la oposición.
La encarcelada expremier Yulia Timoshenko, a la que niegan asistencia médica, anunció una huelga de hambre.
Los demócratas rusos afirman, con pesar, que el gen de la protesta popular les fue arrebatado por los ucranianos.
En menos de 10 años éstos han protestado contra las autoridades en dos ocasiones. La primera con éxito; queda por ver el resultado de la segunda.
Desde el 24 de noviembre la Policía y los partidarios de un acuerdo con la Unión Europea se enfrentan en las calles y plazas de Kiev. Todos los días se protesta y ahora organizan una huelga general.
Los manifestantes lanzan su ira contra la sede del Gobierno, la alcaldía de Kiev, el parlamento y el palacio presidencial. Cientos de heridos y decenas los detenidos son el resultado de los asaltos policiales, todos en horas de la madrugada.
El ministro del interior pidió disculpas por la brutalidad policial del fin de semana y el jefe de la Policía capitalina presentó su renuncia. Pero las protestas abarcan todo el centro y oeste del país.
Ciudades como Odessa, Lvov, Leopolis, Dnepapetrovsk, fueron escenarios de manifestaciones que exigen la firma del acuerdo de integración con la UE.
La temperatura política alcanza los mismos indicadores que en noviembre-diciembre del 2004, cuando la Revolución Naranja. De nuevo la Plaza Independencia es el barómetro político.
Cuando las tropas especiales de la Policía ocupan la plaza, los manifestantes se desplazan a otra y cuando pueden retornan a la de la Independencia.
El presidente Yanukovich, quien reconoció en la Cumbre de Vilna la presión de Rusia para que no firmaran el acuerdo, estudia implementar el estado de sitio en la capital.
La oposición ucraniana se ha unido para organizar las protestas y llevar la nación hacia el Oeste. El campeón de boxeo Vitali Klichko, que lidera el movimiento político Udar (Golpe) es la figura visible de la oposición.
La encarcelada expremier Yulia Timoshenko, a la que niegan asistencia médica, anunció una huelga de hambre.
Los demócratas rusos afirman, con pesar, que el gen de la protesta popular les fue arrebatado por los ucranianos.
En menos de 10 años éstos han protestado contra las autoridades en dos ocasiones. La primera con éxito; queda por ver el resultado de la segunda.