El drama de una cifra indeterminada de cubanos que salieron de Cuba en busca del sueño americano se repite una y otra vez en historias como la de Ruslan Adames Cisneros, ahora enfermo y varado desde hace casi dos años en Trinidad y Tobago.
Tiene 30 años y llegó al país con su esposa. Detrás quedó la hija de ambos de 9 años con una abuela. Aseguró que sobreviven en Trinidad y Tobago con el dinero que envía un tío que vive en Atlanta.
La ayuda proporcionada por la organización local Living Water Community, -que ha asistido a migrantes cubanos-, no es suficiente para suplir sus actuales gastos médicos, dijo.
"No estoy gozando de buena salud, no tengo atención médica ni ayuda”, dijo a Martí Noticias esta semana.
El joven que se dedicaba en su natal Santiago de Cuba a reparar equipos electrodomésticos explicó que tiene "síntomas extraños" como falta de aire, mareos, calambres y dolor en el brazo izquierdo y el pecho.
Es parte de unos 1.000 migrantes cubanos esperan en Trinidad y Tobago por procesos para obtener el regufio político a través de la oficina en ese país del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Todos ellos vieron frustrados sus planes de llegar a Estados Unidos tras el abrupto fin de la política migratoria de "pies secos/pies mojados" en enero del 2017.
Adames Cisneros dijo que entregó pruebas a ACNUR de que estuvo preso dos años en el 2012, acusado de intentar ingresar en la Base Naval estadounidense en Guantánamo, pero el organismo no ha fallado a su favor.
“Por tercera entrevista me dice que no dispone de ningún veredicto final conmigo (…) las pruebas mías como que podían ser una falsificación me dijo ella (la funcionaria) en mi cara”, expresó.
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Mientras tanto, -dijo-, su salud se deteriora y no cuenta con dinero para pagar exámenes médicos.
Unos 18 cubanos fueron encarcelados en diciembre pasado y luego liberados tras pagar fianzas por protestar frente a la sede de la ACNUR en Trinidad y Tobago durante varias semanas.
Ahora están a la espera de juicio previsto para agosto próximo. Autoridades del país dijeron entonces que es un proceso largo y que las protestas no catalizarían la solución de los casos.
De acuerdo con la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, un refugiado es una persona que debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentra fuera del país de su nacionalidad.
Trinidad y Tobago respeta la Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados y a otros documentos de la ONU, referidos al mismo tema entre 1967 y 2000.
Cifras divulgadas por ACNUR indican que el número de refugiados creció en ese país en 40 por ciento, de enero a junio de 2017, respecto al mismo ciclo de 2016.
“Yo nunca salí de Cuba a Trinidad y Tobago por problemas económicos (…) bastante regular vivía en Cuba y vivía mejor que como estoy ahorita”, dijo.
“Estoy aquí sin resolver nada, ando como en un túnel oscuro y no veo una luz por ninguna parte, ni al final, nada”, concluyó.
(Escrito por Rosa T. Valdés)