Ana Marrero, transexual cubana que sufrió prisión en Cuba por ser homosexual, dijo recientemente que pese a que cree que las cosas han cambiado en la isla para gente como ella, por ahora no visitará el país del que se alejó hace décadas para exiliarse en Miami.
Marrero, de 54 años, mostró al sitio www.pri.org las cicatrices en su antebrazo izquierdo, la más dramática prueba de intentos suicidas mientras estuvo presa en Cuba.
Identificada como femenina desde edad muy temprana, Marrero dijo que pagó las consecuencias por su preferencia sexual por la que elegía usar ropas y maquillajes de su madre.
"A partir de los 10 a los 18 años yo estaba por lo general en la cárcel en Cuba. Simplemente por ser quien soy", dijo.
"Intenté en varias ocasiones matarme con cuchillos", explicó Marrero, que contó en español hasta ocho para identificar las cicatrices en su cuerpo.
Es una de las tantas víctimas de la discriminación de que fueron objeto los homosexuales en Cuba en las décadas de 1960 y 1970, cuando muchos fueron marginados y hasta enviados a campos de trabajo forzado, por ser vistos como desviados de la política oficial.
También fueron marginados otros por sus creencias religiosas, entre ellos el actual cardenal cubano Jaime Ortega, quien estuvo recluido en unos de estos campos de trabajo en los que confluían creyentes, homosexuales y todo el que se apartara de la idea del "hombre nuevo" en un país que había abrazado el socialismo en la década de 1960.
"Fue horrible", dijo Marrero, que huyó de Cuba en 1980 durante el éxodo del Mariel. "No podíamos tener una vida. En aquellos días, el Gobierno cubano estaba muy atrasado respecto a los homosexuales", agregó.
Explicó cómo los homosexuales estaban a merced de los "crueles" guardias.
"Conocí a un hombre gay que tenía grandes pechos y que molestó tanto a las autoridades penitenciarias que lo operaron para deshacerse de esos pechos", dijo.
Y aunque reconoce que la comunidad LGTB ha avanzado algo en sus demandas en la isla, en parte por la influencia ejercida por Mariela Castro, la hija del gobernante cubano Raúl Castro, dijo que aún no está curada y descartó una eventual visita a su país.
Castro, una sexóloga que ha presidido por años el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), ha conseguido algunos avances en el respeto y los derechos a las minorías sexuales. Entre ellos, las operaciones gratuitas de cambio de sexo y una campaña de concientización a la sociedad y a los órganos de poder, desde la silla que ocupa en la Asamblea del Poder Popular.
"Mariela Castro ha cambiado y ha abierto un montón de cosas allí", dice Marrero. "Si Mariela Castro hubiera estado cuando yo vivía allí, talvez no habría tenido que venir para acá", señaló.
Pero aun así, y pese a que cada vez más cubanoamericanos están regresando a la isla tras el acercamiento entre Washington y La Habana, Marrero está lejos de hacer sus maletas.
"Sufrí mucho trauma en Cuba. Me causaría demasiado pánico volver allí. Yo no volvería, incluso para una corta visita".
Caminar libremente
En el amplio reportaje, la transexual contó que también pasó malos ratos a su llegada a Miami en la década de 1980. Según dijo, policías cubanoamericanos la detenían y acusaban de prostituta.
"Me sentía muy impotente", dijo Marrero recordando algunos de los incidentes de los que fue víctima.
Ahora, explicó, las cosas también están cambiando en la ciudad que la acogió.
"Hoy puedo caminar más libremente. Puedo ir donde quiero. Y puedo ser quien quiero ser, sin hacer frente a tanta discriminación", concluyó.