Dayneris Leyva, junto con otras dos familias, perdió su vivienda en el asentamiento ubicado en la Zona Industrial de la ciudad de Matanzas, a pocos metros de la Base de Supertanqueros, donde el 6 de agosto de 2022 ocurrió un incendio de grandes proporciones que cobró la vida de 17 personas.
Hoy, Leyva afirma a Martí Noticias que las promesas hechas por las autoridades locales no se han cumplido, refiriéndose a los electrodomésticos de mala calidad que les entregaron y las pésimas condiciones de sus nuevas viviendas que ahora les quieren cobrar.
“Todo ha sido mentira. Todos los equipos se han roto, todo lo que me dieron se ha ido rompiendo y las otras cosas nunca llegaron. Aparte, muchas personas y países donaron para que uno viviera un poquito mejor, y al final todo es mentira. No sé dónde se metió todo, no sé dónde fue a parar”, se pregunta.
El incendio de cuatro días provocó fuertes explosiones, con llamaradas de decenas de metros de altura y dejó un centenar de lesionados. Además causó un gran impacto medioambiental y de infraestructura, incluyendo la destrucción de las viviendas ubicadas en la Zona Industrial, un total de 21 núcleos, con 63 personas.
Las personas que vivían en el asentamiento próximo a la Base de Supertanqueros habían perdido sus viviendas en un ciclón. En la nueva ubicación vivían siempre con el temor de estar tan cerca de los gigantescos depósitos de combustible.
“Eran tipo albergues. Nos ubicaron allí como a tantas familias", recuerda Leyva.
Tras el siniestro, fueron llevados a otra comunidad, fuera de la ciudad de Matanzas, que fue construida específicamente para los damnificados.
“Aquí no hay una bodega, no hay una cafetería, no hay un consultorio. Nos hicieron las casas en un lugar extremadamente aislado del pueblo, donde no hay condiciones ningunas. El transporte es pésimo; nos alejaron para que uno no pudiera ir a reclamar nada”, asegura la entrevistada.
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Un millón de pesos por la casa
La señora explica que una vez que les fueron entregadas estas viviendas les informaron que debían pagar por ellas "un millón de pesos".
Las casas están "en muy malas condiciones, en un lugar apartado de la ciudad, y me están vendiendo la casa en ese precio", explica.
A inicio de 2023, durante la entrega de 18 de las viviendas a los afectados por el incendio, el gobernador de Matanzas, Mario Sabines Lorenzo, dijo que eran viviendas confortables, del sistema constructivo Sandino, y que estaban localizadas en un "área de desarrollo" en las afueras de la ciudad cabecera.
En un artículo publicado por Cubadebate el gobernador precisó que para la construcción de esas casas se habían destinado más de tres millones de pesos, que fueron recaudados a partir de donaciones a una cuenta bancaria abierta para ayudar a los damnificados.
Lázaro González Valera, director provincial de Trabajo y Seguridad Social en Matanzas, prometió que esas familias les entregarían algunos medios para reponer las pertenencias perdidas, como colchones y camas, y equipos electrodomésticos y de cocción.
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“Aquí las casas se están cayendo por pedazos. En el caso mío, los cuartos tienen una sola ventana sencilla, el techo es de zinc y entonces un vapor inmenso, no hay quien esté adentro de esas casas. El agua la ponen en horarios específicos, pero nunca llega. Tuvimos que picar las tuberías, quitar los relojes, para ver si podemos alcanzar aunque sea un chorrito de agua. Las casas no tienen ni tanque ni cisterna para almacenar el agua. Los cuartos no tienen closet, aquí esto está lleno de insectos. El piso está lleno de huecos, clavas una puntilla en la pared y la pared se raja completa, se caen los trozos. Las fosas están en mal estado, no tienen respiraderos, están abiertas y mal hechas, y lo que hay de larvas de mosquito es un mundo”, así describe Leyva los defectos de la vivienda en la que vive junto a sus dos hijos y su esposo.
A pesar de estas condiciones deplorables, Leyva señala que las autoridades les dicen que deben estar agradecidos.
"Una de las cosas que ellos dicen es que uno tiene que estar muy agradecido con lo que nos dieron. Porque nosotros vivíamos en la conchinchina, en lugares que no tenían espacio, que no tenían calidad de vida, lugares en los cuales ellos fueron los que nos llevaron a vivir", concluye.