A través de los celulares se pueden canalizar las quejas más comunes de los ciudadanos: huecos en la vía, graffitis y vehículos abandonados
Los teléfonos inteligentes se han integrado enormemente en nuestra vida social y son utilizados para cosas como enviar fotografías, invitaciones o encontrarnos con amigos.
Las grandes empresas y organizaciones tampoco se han quedado atrás, siempre buscando nuevas formas de promocionar sus productos y servicios.
Ahora, los gobiernos también quieren unirse a la fiesta.
En Estados Unidos, algunas ciudades y estados se han dado cuenta de que una mezcla de buena voluntad vecinal con aplicaciones para celulares bien diseñadas, puede revolucionar el modo en que se relacionan con los ciudadanos.
En inglés se conoce como crowdsourcing urbano, término derivado de las palabras crowd (gentío) y sourcing (fuente o búsqueda de fuente), y se refiere a sistemas que permiten a los ciudadanos reportar problemas a través de un dispositivo celular, en tiempo real y con la posibilidad de seguir el asunto a través de la red.
Millones de personas poseen hoy en día teléfonos celulares con excelentes sistemas GPS, acelerómetros -sensores que miden el movimiento- y cámaras de alta resolución.
Esto hace que cada vez más usuarios encuentren más sencillo enviar sus reclamos a través de una aplicación que mediante una carta o una llamada telefónica.
En el departamento de Nuevas Mecánicas Urbanas del ayuntamiento de Boston, en EE.UU., han sabido sacar partido a esta tendencia, utilizando aplicaciones para canalizar las quejas más comunes de los ciudadanos: huecos en la vía, graffitis y vehículos abandonados.
Por ejemplo, se sabe que los jóvenes tienden a pintar más un área que ya está llena de graffiti y que un vehículo abandonado atrae a aquellos que quieren deshacerse de neveras y computadoras.
Pero para minimizar este fenómeno, en Boston decidieron depender menos de los inspectores y hacer que sean sus habitantes los que envíen mensajes que permitan detectar este tipo de cosas antes, abaratando a su vez los costos de una reparación cuando el problema se ataja a tiempo.
El objetivo es arreglar las pequeñas cosas rápidamente y permitir a la comunidad saber que se cumplen los compromisos.
Y según cuentan, los que las usan una vez, generalmente las usan de nuevo, lo que se convierte en una especie de "protectores de la comunidad", en lugar de unos "reclamadores en serie".
Las grandes empresas y organizaciones tampoco se han quedado atrás, siempre buscando nuevas formas de promocionar sus productos y servicios.
Ahora, los gobiernos también quieren unirse a la fiesta.
En Estados Unidos, algunas ciudades y estados se han dado cuenta de que una mezcla de buena voluntad vecinal con aplicaciones para celulares bien diseñadas, puede revolucionar el modo en que se relacionan con los ciudadanos.
En inglés se conoce como crowdsourcing urbano, término derivado de las palabras crowd (gentío) y sourcing (fuente o búsqueda de fuente), y se refiere a sistemas que permiten a los ciudadanos reportar problemas a través de un dispositivo celular, en tiempo real y con la posibilidad de seguir el asunto a través de la red.
Millones de personas poseen hoy en día teléfonos celulares con excelentes sistemas GPS, acelerómetros -sensores que miden el movimiento- y cámaras de alta resolución.
Esto hace que cada vez más usuarios encuentren más sencillo enviar sus reclamos a través de una aplicación que mediante una carta o una llamada telefónica.
En el departamento de Nuevas Mecánicas Urbanas del ayuntamiento de Boston, en EE.UU., han sabido sacar partido a esta tendencia, utilizando aplicaciones para canalizar las quejas más comunes de los ciudadanos: huecos en la vía, graffitis y vehículos abandonados.
Por ejemplo, se sabe que los jóvenes tienden a pintar más un área que ya está llena de graffiti y que un vehículo abandonado atrae a aquellos que quieren deshacerse de neveras y computadoras.
Pero para minimizar este fenómeno, en Boston decidieron depender menos de los inspectores y hacer que sean sus habitantes los que envíen mensajes que permitan detectar este tipo de cosas antes, abaratando a su vez los costos de una reparación cuando el problema se ataja a tiempo.
El objetivo es arreglar las pequeñas cosas rápidamente y permitir a la comunidad saber que se cumplen los compromisos.
Y según cuentan, los que las usan una vez, generalmente las usan de nuevo, lo que se convierte en una especie de "protectores de la comunidad", en lugar de unos "reclamadores en serie".
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