Ha pasado más de un mes desde que comenzó la temporada de Grandes Ligas del 2023 y los Astros de Houston no ven la hora en que el cubano José (Pito) Abreu comience a producir con el madero lo que de él se espera.
Luego de nueve temporadas brillantes con los Medias Blancas de Chicago, con los que ganó los premios de Novato del Año (2014) y Jugador Más Valioso (2020), entre otros galardones, Abreu firmó un contrato como agente libre con Houston por tres años y 58.5 millones de dólares, con el que los actuales campeones de la Serie Mundial reemplazaron al también cubano Yuli Gurriel, quien fue su primera base entre 2016 y 2022.
Muchos imaginaron una dupla demoledora junto a su compatriota Yordán Álvarez. Sin embargo, hasta ahora, Pito ha sido una decepción y los Astros, desde la gerencia, hasta los fanáticos, empiezan a desesperarse. Razones no les faltan.
En sus nueve campañas con los Medias Blancas, Abreu fue un consistente bateador que promedió 30 jonrones y 109 carreras impulsadas por año, con un average de .292, slugging de .509 y una capacidad especial para remolcar anotaciones de ventaja, empate o victoria de su equipo.
A pesar de haber llegado tarde a la Gran Carpa, con 27 años cumplidos, su sistema de bateo, que combinaba poder, contacto y dirección por todas las bandas del terreno, le mereció comparaciones con el dominicano Albert Pujols y el venezolano Miguel Cabrera, posiblemente los dos mejores toleteros derechos en las Mayores en lo que va del siglo XXI.
Pero en Houston cambió la historia. O tal vez la gerencia no identificó ciertas señales de declive en el jugador de 36 años, algo que sí hizo Chicago, cuando decidió dejarlo ir a la agencia libre, a pesar del liderazgo que su presencia implicaba dentro del clubhouse de la organización.
Desde que debutó en el 2014 y hasta el 2021, Abreu impulsó siempre más de 100 carreras, con las excepciones del 2018, cuando se perdió 34 partidos por lesiones, y el 2020, cuando la temporada fue limitada a 60 juegos en medio de la pandemia del Covid-19.
Pero incluso, ese año recortado, repitió el liderazgo de los empujadores que había obtenido en el 2019 (123), al impulsar 60, a ritmo de una por juego.
La pasada campaña, sus números de poder cayeron drásticamente, con apenas 15 bambinazos y 75 remolques en 157 juegos, menos que los 22 y 78 que consiguió en el 2018, cuando participó en 128 encuentros.
El 13 de septiembre, ante los Rockies de Colorado, disparó el que hasta ahora viene siendo el último jonrón de su carrera.
En otras palabras, lleva 62 juegos sin sacar la pelota del parque, el lapso más largo de toda su carrera.
En los primeros 35 juegos con su nuevo uniforme, Pito batea para average de .225, casi 70 puntos menos que su promedio de por vida de .292, y su slugging de .268 es apenas poco más de la mitad del .509 de su etapa en Chicago.
Otro dato que pasaron por alto los Astros es que, de todos los estadios de la Liga Americana, donde menos ha bateado históricamente ha sido nada más y nada menos que el MinuteMaid Park de Houston.
En 43 juegos en el parque de los Astros, el cienfueguero apenas batea para .226, con dos jonrones, nueve dobles y 19 empujadas en 168 visitas al plato.
A decir del manager Dusty Baker, todavía no es momento de encender las alarmas.
Abreu se ha caracterizado por tener arranques lentos, quizás por el frío que aún hay en las primeras semanas de competencia, pero en la medida en que avanza el calendario, toma calor y fuerza.
En su trayectoria, abril ha sido siempre su mes menos productivo en average (.253), slugging (.444) y promedio de embasamiento (.321), además de ser el único período con 200 abanicados, mientras que en la segunda mitad de la campaña se pone intratable, con su clímax en agosto, donde tiene línea ofensiva de .334-.581-.390.
Pero, por si acaso, ya algunas publicaciones especializadas empiezan a sugerir la posibilidad de traer de regreso a Gurriel en un canje con los Marlins de Miami, para tenerlo listo para una eventual postemporada.