La fachada de la casa de la actriz y periodista independiente Iris María Mariño García y el dramaturgo Mario Junquera, enclavada en la ciudad de Camagüey, en el centro de Cuba, fue primeramente manchada con excrementos. Luego la pintarrajearon con consigas a favor del régimen cubano. Más tarde le escribieron ofensas y obscenidades en contra de la familia.
Era la cuarta vez que la vivienda del matrimonio era vandalizada. Se quejaron ante las autoridades gubernamentales, que saben responsables de estos hechos. Pidieron que le devolvieran la fachada a su estado anterior, pero su reclamo no fue atendido. Por lo que, sobreponiendo la inteligencia a la violencia, la creatividad al odio, decidieron revertir los ataques: anunciaron que su fachada quedaba abierta para todo aquél que quisiera escribir en ella.
“No borraremos los grafitis. Convertiremos los grafitis en objeto performático, e invitamos a toda persona a escribir el grafiti que desee en nuestra fachada”, escribió Mariño García en su perfil de Facebook, donde aseguró: “Los que pensamos diferente en Cuba hoy, somos los judíos alemanes de ayer”.
Artistas amigos del matrimonio, periodistas independientes y activistas de derechos humanos de la ciudad, se sensibilizaron con la iniciativa, rechazaron los grafitis insultantes y aseguraron que participarían del performance. Y así fue. La fachada, que había sido embestida por insultos -algunos de ellos con errores ortográficos- se empezó a colmar de versos y frases que hablaban de amor y libertad.
Convirtieron así el espacio privado, asaltado por la impunidad, por la vulgaridad de agentes y cómplices de la dictadura, en un mural público destinado al ejercicio de la libre expresión. Las autoridades de la isla jamás imaginaron cómo terminaría la historia.
El pasado viernes, funcionarios del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, entidad del Ministerio de Cultura, y a la que aún pertenece la pareja, les informaron que les “iban a pintar voluntariamente” la fachada de la casa.
“No presentamos ninguna objeción y ellos nos pintaron toda la fachada de nuestra casa”, fue la respuesta de los creadores, quienes aclararon que ellos no iban “a pintar ni aportar la pintura”.
Relato de una victoria
En el programa Cuba al día, de Radio Martí, la joven confesó que le sorprendió fue la demora. “Porque dejaron que siguiera el curso de este performance, pero bueno, las autoridades se empezaron a poner nerviosas porque más personas se iban enterando (…) Nos estaban llamando para comunicarme que querían participar, de varias partes de la provincia de Camagüey y del país. (…) Ante esta situación alarmante, decidieron que era mejor retirar estos carteles y pintarnos nuestra fachada para que no siguiera tomando un curso más agresivo y con mayor interacción”.
Vale acotar que la pareja recibió información extraoficial de la intención de las autoridades de multarles por la incitación al performance. “A lo que mi esposo dijo que si llegaban a mi casa a ponerle una multa, a él lo tenían que llevar preso porque no iba a pagar ninguna multa ni la iba a firmar”.
“Muchas personas en este país tienen miedo. Tienen miedo a hablar, a opinar, a reaccionar, a escribir y a decir lo que piensan. Y nosotros hemos demostrado que se puede ir a contracorriente, siendo inteligente, siendo capaz y dándoles a ellos donde le duele”, manifestó la también reportera y fotógrafa.
“Nosotros no fuimos agresivos. En ningún momento nos fajamos ni fuimos a discutirles. Simplemente fuimos inteligentes. Utilizamos las mismas herramientas que ellos nos habían puesto, que ellos nos habían ofrecido. Fue una victoria. Porque si en la fachada de nuestra casa aparecen unos carteles -nadie sabe de dónde vienen pero en el subtexto, entre líneas, todos sabemos quién lo puso- y que ellos mismos también se vean obligados a proporcionar la mano de obra y la pintura, me parece que sí, que es una victoria”, añadió.
En entrevista con Omar López Montenegro, Mariño García advirtió que si vuelven a ultrajar su casa, volverá a actuar del mismo modo. El especialista en derechos humanos elogió el empleo del Jiu-Jitsu político (Polítical Jiu-Jitsu), una estrategia acuñada por el escritor, profesor y politólogo estadounidense Gene Sharp (fallecido a comienzos de este año) que consiste en replegar al represor con su propia violencia.
“Cualquier otra circunstancia que aparezca en nuestra casa, sea excremento como han hecho, sea una pintura, nosotros lo vamos a revertir, lo vamos a convertir en arte y vamos a utilizar nuestras armas: el diálogo y la poesía”, aseveró la artista disidente, quien está convencida que su acción puede servir “de enseñanza”, y exhortó a los cubanos con “situaciones similares” a “pensar” y emplear “estrategias inteligentes”, para que “con las mismas armas que ellos (los represores) utilizan, puedan responder. Ya sea una obra performática, un cuadro, un discurso inteligente en las redes sociales. Es una buena forma de responderle a la opresión y a esta manía que tiene el sistema político cubano de querer reprimir, de querer ofender a los ciudadanos que pensamos libres”.
“El performance ha quedado concluido ahora. Pero en el momento en que aparezca un grafiti, una gota de excremento o cualquier otra cosa que a ellos se les ocurra en la fachada de mi casa, volverá a surgir un nuevo performance. Volverá a surgir un nuevo discurso artístico en la fachada de mi casa, o con las personas, los integrantes de mi casa, ya sea mi esposo, mi hijo o yo”, concluyó.
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Antecedentes
Desde finales de 2017, por colaborar con la revista independiente La hora de Cuba, Mariño García ha sido reprimida por el régimen. Le cerraron su contrato como profesora (de expresión corporal) en una escuela de artes donde trabajaba desde hacía varios años. Fue acusada, en enero de este año, del delito de “usurpación de capacidad legal”. En marzo la imputación fue “archivada provisionalmente”, una forma de chantaje del régimen a los disidentes, y se le aplicó una “prohibición de salida del país”. El mes pasado, cuando trató de hacer fotografías del desfile oficial del primero de mayo en su ciudad, fue detenida e interrogada durante 4 horas. En otras ocasiones ya había sido interrogada y amenazada por la policía política, incluso intimidada con su hijo de 11 años.
Según denunció el periodista independiente Henry Constatin Ferreiro, director de La hora de Cuba, la joven ha sido perseguida “por policías en la vía pública, espiada en sus teléfonos, interrogada por agentes del Ministerio del Interior en más de 4 ocasiones, acosada sexualmente por varios agentes masculinos en al menos uno de esos interrogatorios, ciber-acosada en su perfil de Facebook. Además, ha sido registrado su domicilio”.
(Con archivo de Martí Noticias e información de La hora de Cuba y redes sociales)