Los 7 años de cárcel que pide la fiscalía no es por cantar dentro de un templo, y en medio de la Cuaresma, sino por la letra de la canción.
Las protestas en Rusia también llegan a las iglesias. Las integrantes del grupo de rock-punk, Pussy Riot, desde hace meses estremece la sociedad rusa con sus actuaciones y canciones. No lo hacen en los teatros, salas de conciertos o estadios. Intervienen de manera rápida, con una sola canción y pocos minutos de altos decibeles y lo hacen en cualquier lugar. Se les compara con la banda estadounidense Bikini Kill y encajan dentro del movimiento feminista Riot Grrrl.
El pasado 21 de febrero el grupo ruso hizo de las suyas dentro del Templo Catedralicio Cristo Salvador de Moscú. El grupo cantó menos de tres minutos una nueva canción titulada “Madre de Dios, expulsa a Putin”, en lo que califican de rezo-punk. Después que se subieron al altar y cantaron a capela, más unos brincos y saltos, fueron expulsadas del templo. Días más tarde, la policía rusa las declaro prófugas de la justicia, acusó de gamberrismo y crearon un grupo operativo de varias agencias del orden entre ellas la policía, seguridad del estado (FSB) y la fiscalía para detenerlas y procesarlas. El 3 de marzo fueron arrestadas Nadezhda Tolokonnikova, de 22 años, y Maria Aliojina, de 23 años. La fiscalía rusa pide 7 años de cárcel para ambas y estas se declararon en huelga de hambre, que realizaron por varios días. Unas cinco jóvenes fueron las que entraron al templo, solamente dos han sido acusadas.
Aunque la mayoría de los rusos consideran que la actuación fue un gesto grotesco y ofensivo a la religión, la sociedad civil y medios de prensa en Rusia insisten que los 7 años que piden la fiscalía no es por cantar dentro de un templo, y en medio de la Cuaresma, sino por la letra de la canción: Sotanas negras y charreteras de oro/… el jefe de la KGB, su santo principal/ la Iglesia alaba a los líderes, que van a las Cruzadas en limusinas negras/… el Patriarca Gundiaev (Cirilo I) cree en Putin; mejor que crea en Dios.
La canción es una denuncia clara a la relación entre la Iglesia Ortodoxa Rusa y el Kremlin, a la historia de servicio de esta a los servicios secretos y ahora en especial el contubernio con Vladimir V. Putin. Durante la pasada campaña electoral presidencial el patriarca ruso declaró que Putin había cambiado la historia de Rusia y abogaba por el voto para el ex coronel del KGB. Los nexos de la jerarquía eclesial rusa con los servicios de inteligencia soviética fue un elemento permanente desde que Stalin ordenó durante la Segunda Guerra Mundial la reapertura del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa y nombró un patriarca.
Ya en otras ocasiones las chicas habían cantado contra Putin. El 20 de enero actuaron ellas sobre el Patíbulo, ubicado a un costado de la Plaza Roja. La canción de entonces fue “Putin chupa” y les costó varias horas en una celda en el Kremlin. Afirman en la prensa rusa que el primer ministro no quedó muy satisfecho con la forma “débil” en que fueron tratadas las cantantes. Con la próxima actuación, lo mismo en una iglesia que en un circo, había que castigarlas.
El 14 de diciembre se subieron a la azotea de una residencia frente a una cárcel moscovita, donde estaban recluidos varios de los manifestantes tras los comicios legislativos del 4 de diciembre. Les dedicaron a los detenidos una canción – “Muerte a la cárcel, libertad a la protesta”. Ellas interrumpen presentaciones de moda y cantan sus nada ortodoxas canciones. Lo hacen también dentro de un concesionario de autos de lujos o en la cornisa de los bares elitistas de la capital. Cantan mientras se lo han permitido, en las estaciones del metropolitano moscovita y sobre los trolebuses y autobuses en movimiento. Han desfilado con sus cantos por las estaciones del metro moscovita: Aeroport, Tverskaya, Otradnoe, Najimovskaya y Tekstilchiki.
Por el Día Internacional de la Mujer, el pasado 8 de marzo, grupos de jóvenes y mujeres salieron en defensa de las detenidas por las calles de Moscú, San Petersburgo, Ekaterimburgo, Novosibirks, Tomsks, y también en Berlín, Kiev, Viena, Praga, Tel Aviv, París y New York.
El pasado 21 de febrero el grupo ruso hizo de las suyas dentro del Templo Catedralicio Cristo Salvador de Moscú. El grupo cantó menos de tres minutos una nueva canción titulada “Madre de Dios, expulsa a Putin”, en lo que califican de rezo-punk. Después que se subieron al altar y cantaron a capela, más unos brincos y saltos, fueron expulsadas del templo. Días más tarde, la policía rusa las declaro prófugas de la justicia, acusó de gamberrismo y crearon un grupo operativo de varias agencias del orden entre ellas la policía, seguridad del estado (FSB) y la fiscalía para detenerlas y procesarlas. El 3 de marzo fueron arrestadas Nadezhda Tolokonnikova, de 22 años, y Maria Aliojina, de 23 años. La fiscalía rusa pide 7 años de cárcel para ambas y estas se declararon en huelga de hambre, que realizaron por varios días. Unas cinco jóvenes fueron las que entraron al templo, solamente dos han sido acusadas.
Aunque la mayoría de los rusos consideran que la actuación fue un gesto grotesco y ofensivo a la religión, la sociedad civil y medios de prensa en Rusia insisten que los 7 años que piden la fiscalía no es por cantar dentro de un templo, y en medio de la Cuaresma, sino por la letra de la canción: Sotanas negras y charreteras de oro/… el jefe de la KGB, su santo principal/ la Iglesia alaba a los líderes, que van a las Cruzadas en limusinas negras/… el Patriarca Gundiaev (Cirilo I) cree en Putin; mejor que crea en Dios.
La canción es una denuncia clara a la relación entre la Iglesia Ortodoxa Rusa y el Kremlin, a la historia de servicio de esta a los servicios secretos y ahora en especial el contubernio con Vladimir V. Putin. Durante la pasada campaña electoral presidencial el patriarca ruso declaró que Putin había cambiado la historia de Rusia y abogaba por el voto para el ex coronel del KGB. Los nexos de la jerarquía eclesial rusa con los servicios de inteligencia soviética fue un elemento permanente desde que Stalin ordenó durante la Segunda Guerra Mundial la reapertura del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa y nombró un patriarca.
Ya en otras ocasiones las chicas habían cantado contra Putin. El 20 de enero actuaron ellas sobre el Patíbulo, ubicado a un costado de la Plaza Roja. La canción de entonces fue “Putin chupa” y les costó varias horas en una celda en el Kremlin. Afirman en la prensa rusa que el primer ministro no quedó muy satisfecho con la forma “débil” en que fueron tratadas las cantantes. Con la próxima actuación, lo mismo en una iglesia que en un circo, había que castigarlas.
Por el Día Internacional de la Mujer, el pasado 8 de marzo, grupos de jóvenes y mujeres salieron en defensa de las detenidas por las calles de Moscú, San Petersburgo, Ekaterimburgo, Novosibirks, Tomsks, y también en Berlín, Kiev, Viena, Praga, Tel Aviv, París y New York.