Contra el premier funciona todo un arsenal que va desde canciones, poemas, caricaturas, hasta performance de enmascarados con careta de Putin.
En la noche del domingo 4 de marzo Vladimir E. Churov, presidente de la Comisión Electoral de Rusia, llama apresurado a Vladimir V. Putin y la anuncia dos noticias – una buena y otra mala. Putin pide que le digan primero la buena. A lo que contesta Churov - Ud. fue electo presidente de la Federación Rusa. La mala - exige con rapidez el primer ministro. Nadie votó a su favor, responde el funcionario. Esa es la impresión que tienen hoy día los rusos del proceso electoral. Esas bromas se oyen en la radio (independiente) y en los medios sociales de comunicación. Todo un arsenal cultural contra el presidente funciona con canciones, poemas, caricaturas, y performance de enmascarados con careta Putin se escuchan y ven a diario en las calles de Moscú, San Petersburgo, Ufa o Novosibirsk.
A las urnas acuden los rusos este domingo con un resultado que se conocía desde el 24 de septiembre, cuando el primer ministro Vladimir V. Putin anunciaba en el congreso de Rusia Unida, el partido del Kremlin, que se postularía de nuevo a la presidencia. Sus primeros dos mandatos de cuatro años ahora se aumentan a un periodo de seis y otra oportunidad después. Putin del 2012 al 2018 y puede que hasta el 2024. El actual presidente, Dimitri A. Medvedev apoya la iniciativa, pues encabezaría el gabinete. Al único acto electoral al que asistió Putin en Moscú fue en el estadio Luzhniki, que estaba a tope, con 130 mil acólitos, y apeló entonces al patriotismo aprovechando que era 23 de febrero, día de los defensores de la Patria. Allí fue claro; para el ex coronel del KGB las elecciones son batallas por el destino de Rusia, y él - un guerrero de la Patria. Los que se oponen entonces son traidores. Así califico a las ONG que recopilaron evidencias del fraude electoral, o las que denuncian la corrupción de los funcionarios o de las empresas estatales. No asiste Putin a los debates entre los candidatos, pero su presencia en la televisión es avasalladora en proporción con los demás candidatos: el comunista Guennadi A. Ziuganov, el ultranacionalista Vladimir W. Zhirinovski, el multimillonario Mijail D. Projonov o el cuasiprogubernamental Serguei M. Mironov. Todos juntos tienen menos minutos en la pequeña pantalla que el actual premier.
Putin tiene como meta en materia de defensa en Rusia un rearme de las fuerzas armadas que recuerda a los planes quinquenales de la URSS y aquellos desfiles con cohetes largos como salchichas por la Plaza Roja. La punta de lanza de la economía rusa, el motor impulsor, al decir de Putin tiene que ser la industria militar. No la nanotecnología, como había dicho Medvedev en una ocasión, o la industria automovilística y las carreteras como soñaba Yeltsin. El futuro de Rusia se parecerá mucho a su pasado. Venta de caviar, vodka, petróleo, gas, matrioshkas y armas. Muchas armas, mucha vodka y más petróleo y gas y matrioskas.
Como en marzo del 2008, los servicios de seguridad de Rusia descubren otro plan para atentar contra la vida de Putin. Hace cuatro años se informó de la detención de un uzbeco, que intentaba matar a Putin y Medvedev en la Plaza Roja la noche de la victoria. Un nuevo plan aparece desde Odessa, la sureña ciudad ucraniana en el Mar Negro. Nada que ver con el expediente Odessa de Frederick Forsyth, ni de ex nazis en busca de revancha. Los detenidos han cambiado en tres ocasiones la versión de los acontecimientos. Primero era un atentado contra oligarcas locales, después contra el Teatro Musical local, el de la Opera, o el Centro Comercial Afina. Pero una semana antes de las elecciones aparece Putin como diana final.
En Moscú cambiaron también el lenguaje de Rusia Unida contra sus adversarios. Ahora las cintas blancas que llevan en las solapas los que denuncian el fraude electoral, al decir del Kremlin, es símbolo de los que desean rendirse ante Occidente, de entrega de la cultura rusa a los extranjeros.
Los métodos contra los opositores están en los manuales que usaba el KGB. A pocos días de ir a las urnas, la opositora Nadezhda Nizovkina, fue arrestada en Moscú y enviada a una clínica psiquiátrica por sus acciones anti-gubernamentales. Ella fue detenida en la Plaza Roja con una pancarta que tenía en grandes letras “Se debe demoler la Lubianka”, el edificio donde tiene su sede el Servicio Federal de Seguridad (FSB) y lo tuvo el KGB.
A las urnas acuden los rusos este domingo con un resultado que se conocía desde el 24 de septiembre, cuando el primer ministro Vladimir V. Putin anunciaba en el congreso de Rusia Unida, el partido del Kremlin, que se postularía de nuevo a la presidencia. Sus primeros dos mandatos de cuatro años ahora se aumentan a un periodo de seis y otra oportunidad después. Putin del 2012 al 2018 y puede que hasta el 2024. El actual presidente, Dimitri A. Medvedev apoya la iniciativa, pues encabezaría el gabinete. Al único acto electoral al que asistió Putin en Moscú fue en el estadio Luzhniki, que estaba a tope, con 130 mil acólitos, y apeló entonces al patriotismo aprovechando que era 23 de febrero, día de los defensores de la Patria. Allí fue claro; para el ex coronel del KGB las elecciones son batallas por el destino de Rusia, y él - un guerrero de la Patria. Los que se oponen entonces son traidores. Así califico a las ONG que recopilaron evidencias del fraude electoral, o las que denuncian la corrupción de los funcionarios o de las empresas estatales. No asiste Putin a los debates entre los candidatos, pero su presencia en la televisión es avasalladora en proporción con los demás candidatos: el comunista Guennadi A. Ziuganov, el ultranacionalista Vladimir W. Zhirinovski, el multimillonario Mijail D. Projonov o el cuasiprogubernamental Serguei M. Mironov. Todos juntos tienen menos minutos en la pequeña pantalla que el actual premier.
Como en marzo del 2008, los servicios de seguridad de Rusia descubren otro plan para atentar contra la vida de Putin. Hace cuatro años se informó de la detención de un uzbeco, que intentaba matar a Putin y Medvedev en la Plaza Roja la noche de la victoria. Un nuevo plan aparece desde Odessa, la sureña ciudad ucraniana en el Mar Negro. Nada que ver con el expediente Odessa de Frederick Forsyth, ni de ex nazis en busca de revancha. Los detenidos han cambiado en tres ocasiones la versión de los acontecimientos. Primero era un atentado contra oligarcas locales, después contra el Teatro Musical local, el de la Opera, o el Centro Comercial Afina. Pero una semana antes de las elecciones aparece Putin como diana final.
En Moscú cambiaron también el lenguaje de Rusia Unida contra sus adversarios. Ahora las cintas blancas que llevan en las solapas los que denuncian el fraude electoral, al decir del Kremlin, es símbolo de los que desean rendirse ante Occidente, de entrega de la cultura rusa a los extranjeros.
Los métodos contra los opositores están en los manuales que usaba el KGB. A pocos días de ir a las urnas, la opositora Nadezhda Nizovkina, fue arrestada en Moscú y enviada a una clínica psiquiátrica por sus acciones anti-gubernamentales. Ella fue detenida en la Plaza Roja con una pancarta que tenía en grandes letras “Se debe demoler la Lubianka”, el edificio donde tiene su sede el Servicio Federal de Seguridad (FSB) y lo tuvo el KGB.