Durante la existencia de la URSS, la propaganda soviética afirmaba que la USAID era filial de la CIA, experta en subversión, etc.
La sentencia la lanzó la activista de derechos humanos Liudmila Alexeeva, fundadora en 1967 y actual presidente del Grupo de Helsinki en Rusia. La decisión del Kremlin de ordenar el cierre en Moscú de la oficina de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) estuvo motivada, según los acusadores, por la intromisión de la entidad americana en el proceso político de Rusia. La cancillería rusa declaró que el trabajo de USAID no tenía relación con la ayuda humanitaria.
Funcionarios rusos aseguran que con la entrega de donaciones monetarias a programas determinados, minan el espíritu de la cooperación. Muchos de las agrupaciones que reciben dotaciones para determinados programas han sido críticos con el presidente Vladimir Putin, con la administración del Kremlin y se dedican a monitorear los derechos humanos, las votaciones en las elecciones parlamentarias, combatir la corrupción gubernamental o denunciar el mal estado del medio ambiente en muchas partes de Rusia.
Liudmila Alexeeva, veterana opositora al Kremlin, desde tiempos de la URSS, aseguró a Radio Europa Libre, que el estado ruso no les apoya financieramente porque ellos se dedican a defender a los ciudadanos rusos que sus derechos son violados por el Estado y los comerciantes no se arriesgan a poner en peligro su negocio al criticar a las autoridades, recordó la Premio Sajarov de Derechos Humanos 2009.
El grupo Golos (Voto) que se crea en el 2000 para defender el derecho de los votantes es otra de las organizaciones que no recibirán ayuda en lo adelante. Son ellos los más capacitados en lo que se refiere a monitorear las elecciones en Rusia, han llegado a desplegar hasta 5 mil observadores en todo el país. Crearon el llamado “Mapa de las violaciones”, junto al diario Gazeta.ru., donde en los comicios del 2011 los votantes mediante mensajes de textos podían denunciar lo que consideraran violaciones y los observadores acudían al lugar del hecho. Los partidos políticos cercanos al Kremlin acusan a Golos de ser “agente extranjero” por recibir apoyo financiero de USAID.
Durante la existencia de la URSS, la propaganda soviética afirmaba que la USAID era filial de la CIA, experta en subversión, etc. Con la disolución de la Union Soviética en el Kremlin entendieron entonces que la ayuda y cooperación de Washington se canalizaba precisamente en esa entidad. La oficina de USAID se abrió en Moscú en 1992 y desde estos últimos 20 años la entidad ha dado dinero para programas de desarrollo de la sociedad civil, el fortalecimiento de la democracia y la defensa de los derechos humanos en Rusia. También ellos mantienen importantes proyectos de lucha contra el SIDA, la tuberculosis, los huérfanos y las personas discapacitadas.
En el 2008 el Kremlin hizo lo mismo con el Consejo Británico, esa entidad cultural que por décadas ha expuesto al mundo los valores culturales, educacionales científicos y tecnológicos del Reino Unido. De nada valió que los ingleses recordaran que son similares a la Alianza Francesa, Instituto Goethe, Instituto Camões, Fundación Japón o el Instituto Cervantes. Las oficinas del Consejo Británico cerraron en toda Rusia el 1 de enero del 2008. De nada valieron los pedidos de Gordon Brown, entonces premier británico para que no se perjudicara el trabajo del Consejo.
La secretaria de Estado, Hillary Clinton, le envió una misiva a su colega ruso para que permitieran finalizar los proyectos ya financiados, que sería en mayo del 2013. De nuevo Moscú no cede y sigue con el dedo apuntando a la puerta, pues las críticas no son nada agradables en el Kremlin, a donde regresó Putin.
La salida de USAID de Moscú es una vuelta a los tiempos de la URSS, donde cualquier ayuda de los Estados Unidos a los que no comulgan con el Kremlin es tomada como injerencia en los asuntos internos.
Funcionarios rusos aseguran que con la entrega de donaciones monetarias a programas determinados, minan el espíritu de la cooperación. Muchos de las agrupaciones que reciben dotaciones para determinados programas han sido críticos con el presidente Vladimir Putin, con la administración del Kremlin y se dedican a monitorear los derechos humanos, las votaciones en las elecciones parlamentarias, combatir la corrupción gubernamental o denunciar el mal estado del medio ambiente en muchas partes de Rusia.
Liudmila Alexeeva, veterana opositora al Kremlin, desde tiempos de la URSS, aseguró a Radio Europa Libre, que el estado ruso no les apoya financieramente porque ellos se dedican a defender a los ciudadanos rusos que sus derechos son violados por el Estado y los comerciantes no se arriesgan a poner en peligro su negocio al criticar a las autoridades, recordó la Premio Sajarov de Derechos Humanos 2009.
El grupo Golos (Voto) que se crea en el 2000 para defender el derecho de los votantes es otra de las organizaciones que no recibirán ayuda en lo adelante. Son ellos los más capacitados en lo que se refiere a monitorear las elecciones en Rusia, han llegado a desplegar hasta 5 mil observadores en todo el país. Crearon el llamado “Mapa de las violaciones”, junto al diario Gazeta.ru., donde en los comicios del 2011 los votantes mediante mensajes de textos podían denunciar lo que consideraran violaciones y los observadores acudían al lugar del hecho. Los partidos políticos cercanos al Kremlin acusan a Golos de ser “agente extranjero” por recibir apoyo financiero de USAID.
Durante la existencia de la URSS, la propaganda soviética afirmaba que la USAID era filial de la CIA, experta en subversión, etc. Con la disolución de la Union Soviética en el Kremlin entendieron entonces que la ayuda y cooperación de Washington se canalizaba precisamente en esa entidad. La oficina de USAID se abrió en Moscú en 1992 y desde estos últimos 20 años la entidad ha dado dinero para programas de desarrollo de la sociedad civil, el fortalecimiento de la democracia y la defensa de los derechos humanos en Rusia. También ellos mantienen importantes proyectos de lucha contra el SIDA, la tuberculosis, los huérfanos y las personas discapacitadas.
En el 2008 el Kremlin hizo lo mismo con el Consejo Británico, esa entidad cultural que por décadas ha expuesto al mundo los valores culturales, educacionales científicos y tecnológicos del Reino Unido. De nada valió que los ingleses recordaran que son similares a la Alianza Francesa, Instituto Goethe, Instituto Camões, Fundación Japón o el Instituto Cervantes. Las oficinas del Consejo Británico cerraron en toda Rusia el 1 de enero del 2008. De nada valieron los pedidos de Gordon Brown, entonces premier británico para que no se perjudicara el trabajo del Consejo.
La secretaria de Estado, Hillary Clinton, le envió una misiva a su colega ruso para que permitieran finalizar los proyectos ya financiados, que sería en mayo del 2013. De nuevo Moscú no cede y sigue con el dedo apuntando a la puerta, pues las críticas no son nada agradables en el Kremlin, a donde regresó Putin.
La salida de USAID de Moscú es una vuelta a los tiempos de la URSS, donde cualquier ayuda de los Estados Unidos a los que no comulgan con el Kremlin es tomada como injerencia en los asuntos internos.