Los restos del prisionero político Armando Sosa Fortuny, fallecido en octubre pasado en Cuba, descansan como pidió "en tierra de libertad".
Rafael Arturo Fortuny, sobrino del fallecido, y residente en EEUU, fue el encargado de viajar a la isla y traer los restos en una urna de incineración que entregó a Jesús Díaz, compañero de su tío en la lucha anticastrista.
El sobrino declinó hacer comentarios a la prensa.
Fortuny había expresado que en caso de muerte, se reclamaran sus restos y fueran traídos a Miami.
“Una vez que le dieran la libertad, yo tenía el compromiso de traerlo para EEUU. No pudo ser, se enfermó. Me dijo antes de morir que él quería que sus restos reposaran en tierra de libertad, explicó Díaz, quien subvencionó el proceso de extradición de las cenizas y el viaje del familiar de Sosa Fortuny a La Habana.
Los trámites del traslado de las cenizas se realizaron sin contratiempos en la funeraria de Calzada y K, en La Habana, así como la emisión del certificado de defunción y otros documentos requeridos para la extradición de los restos.
Según dijo Díaz, próximamente se cursará una invitación al exilio para una misa solemne que se celebrará en la iglesia Corpus Christi, y para ello “ya se ha hecho la solicitud al sacerdote José Luis Menéndez”.
“Finalmente, se realizará un acto en la sede del Presidio Político, en la Pequeña Habana, donde descansarán los restos de Sosa Fortuny, junto al de otros destacados combatientes de la lucha anticastrista.
El preso de conciencia falleció el 28 de octubre en la sala de penados del hospital Amalia Simoni, de Camagüey, tras pasar 43 de sus 78 años en cárceles cubanas, en condenas cumplidas en dos tiempos.
Sosa Fortuny se infiltró en Cuba en 1960, causa por la que cumplió 18 años en el presidio modelo de Isla de Pino tras lo cual regresó a Miami.
El 15 de octubre de 1994, se lanzó a una nueva incursión, por la que fue condenado a 30 años de privación de libertad -de los que cumplió 25- acusado de "entrada ilegal a Cuba y otros actos contra la Seguridad del Estado".