Anoche 22 de mayo de 2015, cerca de las once de la noche, la Policía realizó otra redada, donde detuvo a todos los travestis y homosexuales que se encontraban en los alrededores del Rápido situado en Ruíz entre Calzada y Coronel Verdugo en la ciudad de Cárdenas. La misma zona donde hace apenas un año y medio (el 3 de octubre) un grupo de cocheros intentaron coaccionar y agredir físicamente a varios gays para que se fueran del lugar.
Según me contó un travesti, a su regreso de la estación de la P.N. R, a los detenidos se les impuso multas de treinta pesos y una profilaxis en medio chistes y burlas de los policías sobre su condición homosexual. Él se negó a firmarla y el policía le dijo que no importaba, que él mismo la firmaba en su nombre y así lo hizo arrebatándoles el comprobante de la multa de entre las manos. Tras conocer estos acontecimientos Nidia Mora, madre del ensayista Rufo Caballero, indignada llamó a la P.N.R. de Cárdenas donde el oficial que le salió al teléfono negó lo sucedido. Posteriormente, y para dejar constancia sobre la veracidad del hecho que estoy denunciando, me personé en dicha estación de policía. Los argumentos que me ofreció el Mayor, con quien conversé, no difieren de los que siempre usan los oficiales del orden público como pretexto para detener a homosexuales y travesti, y que relevan la puesta en práctica de un cumplimiento “del deber” que se ve empañado por su radical sentimiento homofóbico. A su vez, le expuse mis argumentos y tildé su conducta de homofóbica. Como partíamos de posiciones y percepciones totalmente diferentes, que hacían inútil el diálogo, tercié la conversación lo más “cordialmente” que pude, haciéndole saber que el hecho sería denunciado tanto por mí como por las víctimas de semejante prácticas.
Como suele ocurrir con frecuencia, estos actos tienen su impacto en el espacio público y en la conducta del resto de los ciudadanos. Horas después de lo sucedido pasaron varios personas en un coche burlándose y gritando todo tipo de ofensas contra los pocos homosexuales que retornaron al lugar. No descarto que mañana o transcurridos unos días, después de mi actuación, lo hagan en un contra mí. No me preocupa. A todo lo hasta aquí expuesto hay que sumar otro hecho verdaderamente sintomático, varios muchachos se han dedicado a emboscar con piedras a los gays y travesti que se reúnen en otro sitio de la ciudad. Yo he sido testigo de tales actos.
Realmente, ¿quiénes asesinaron a La Eterna?
Quisiera conectar este suceso con otros dos. El primero es la denuncia que hace meses hicieron un grupo de gays ante el CENESEX por las detenciones arbitrarias que varios agentes del orden público insistentemente realizan contra ellos tanto en el Víaducto de Matanzas como en Varadero, y perfectamente documentada por mí en este blog y replicada por otros sitios digitales entre los que se encuentran Negracubanateniaqueser, el Proyecto Arcoíris y ILGALAC, y sobre lo cual el CENESEX todavía no ha dado respuesta, a pesar de las insistentes llamadas de los interesados y mías a los abogados de esta institución. El otro, es el caso del homosexual asesinado recientemente a pedradas en un parque de la ciudad de Pinar del Río y que tanto ha conmocionado a la comunidad intelectual cubana, a gays y activistas contra la homofobia dentro y fuera de Cuba. Así se lo hice saber al Mayor cuando le dije que se trataba de un momento muy sensible por la repercusión de este horroroso hecho en las redes sociales y de otras arbitrariedades de la policía en la provincia de Matanzas contra los homosexuales denunciadas anteriormente.
En “Esto no es un crimen” -el texto que a raíz de este espeluznante y bochornoso asesinato escribió el novelista Jorge Ángel Pérez- en varias ocasiones se describe a la policía como el principal enclave productor y reproductor de la homofobia y el racismo en Cuba. Quizás la asociación de la policía con este crimen de odio que provocó la muerte a pedradas en un parque de Pinar del Río de La Eterna, a muchos les pudo parecer un tanto arbitraria. En cambio, para mí, apasionado a las miradas transversales de estas patologías sociales, resultó altamente esclarecedor, cuando este grupo de personas pasó en un coche gritando palabrotas ofensivas y burlas contra los dos homosexuales que decidieron retornar al lugar después de la redada policial presenciada por muchos cardenenses en este lugar tan céntrico de la ciudad y precisamente un sábado en la noche.
No seamos incautos, estas actuaciones de la policía no se explican sólo en virtud de estructuras mentales y de prejuicios antigay susceptibles a ser transformadas mediante un trabajo educativo de conjunto. Ellas están alojadas en ciertas instancias del poder y son expresiones de éste. Por eso, el policía, que en el ejercicio de sus funciones, actúan de esta manera se sienten seguro e intocable y llevan en sí toda la prepotencia y soberbia que el poder es capaz de exhibir: “No atiendo a tus quejas ni a tus reclamaciones porque soy inmune a ellas y tú eres un m…, una basura, una escoria yo estoy llamado a extinguir”. Sólo a partir de ésta arrogancia y violación de nuestros más elementales derechos ciudadanos es posible entender el silencio de los abogados del CENESEX ante la queja que presentaron, hace ya meses, varios gays víctimas de estos acosos policiales en la provincia de Matanzas.
Y como aquello de que al que no quiere caldo se le dan tres tazas, cuando me disponía a escribir este texto, sonó el teléfono. Era Y., (tan sólo daré estos datos por discreción) un gay compañero de estudios de mi sobrina en la Vocacional de Matanzas. Estaba detenido en la P.N.R. de Santa Martha porque lo habían encontrado con su pareja en un hotel en ruinas cerca de la playa. En el lugar había varias parejas heterosexuales y las dejaron ir. Sólo a ellos los detuvieron, y los condujeron esposados a la estación de la P.N.R. Al poco tiempo lo soltaron, después que la madre de su joven pareja firmó un documento de advertencia y la condición de que se presentaría el lunes con su hijo y Y. a una entrevista con la compañera que atiende Menores. No quisiera especular sobre lo que pudiera derivar de esta cita con la especialista de Menores, ni quisiera ser ave de mal agüero, pero a partir de los casos que conozco ya denunciados en este blog estoy muy lejos de ser optimista.
Me pregunto: ¿por qué el silencio tan prolongado del CENESEX ahora que se trata de la Policía, si cuando los cocheros homofóbicos respondió prontamente? ¿En qué difieren estas prácticas de otras similares ocurridas durante los años sesenta y setenta denunciadas en el filme Conducta Impropia de Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal y numerosos intelectuales y artistas homosexuales que vivieron durante este período? ¿Qué razones sociológicas y políticas -manifiestas o veladas- explican este recrudecimiento de la homofobia actualmente en Matanzas y otras provincias del país? ¿Cuántas víctimas como Yosvani, La Eterna, habremos de cobrar para que estos hechos no sigan sucediendo y finalmente se respete nuestra condición ciudadana? Más allá del oropel de las marchas, los matrimonios gays simbólicos y los discursos triunfalistas, de la exigencia de nuestros derechos legales en el Parlamento, de la representación del tema lesbigay en la pantalla, de las campañas en los medios de difusión sobre el respeto a la diversidad sexual estas preguntan apuntan a un agujero negro, a otra realidad, problemáticas y batallas igualmente emancipadoras que urgentemente debemos encarar. Independientemente de las respuestas que demos a estas interrogantes, ellas están señalando una falla o doblez en la política que hemos venido desplegando hasta el momento. Porque no es en el glamour de El Pabellón Cuba, ni los 17 de Mayo, el lugar donde actualmente se nos humilla, maltrata y se nos priva de nuestros elementales derechos ciudadanos por ser homosexuales.
Finalmente, Y. ha regresado y le hemos propuesto que duerma en mi casa. Tiene sólo 17 años y se ve visiblemente nervioso y angustiado. “Prepárate, le digo, porque es una lucha larga con avances y retrocesos”. Pero él no está para estas trovas militantes. Le preocupa cosas más inmediatas. Mañana deberá enfrentarse a su entorno familiar, tremendamente homofóbico. Contar a su madre lo sucedido, e ir con ella a la P.N.R. de Santa Martha. Por su parte, mi hermana ha dicho que está desvelada, que no va a dormir esta noche. Treinta años atrás, cuando teníamos la edad de Y., un amigo de nosotros fue sorprendido por la policía en pleno acto sexual, en las afueras de la ciudad, con otra persona de su mismo sexo y pasó nueve meses en una prisión. Estando allí el policía que lo detuvo y llevó a juicio creo que murió de un infarto. Cuando salió “por buena conducta” ya no era el mismo. Es decir, le j... y nos siguen j... la vida, así de a porque sí, de porque me da la gana. Así fuimos construyendo una parte del éxodo y los enemigos de la Revolución. “Me voy a tener que ir del país. Yo me siento cómodo con mi trabajo, allí todo el mundo me quiere. Mi familia me acepta, tengo independencia y libertad para llevar a mi casa a la persona que quiera. Pero el sólo hecho de que no puedo salir a la calle, por temor a que la policía puede pedirme el carnet de identidad y aplicarme la ley de peligrosidad no me deja vivir. No salgo a ninguna parte, y el CENESEX sigue sin dar respuesta a la denuncia que hicimos, parece que no va hacer nada”. Me comentó, anoche, Alberto González. Afortunadamente, gracias a esas casualidades de la vida, no se encontraba a la hora de la redada policial que estoy denunciando.
Es el gran desamparo ciudadano, la impotencia y la rabia que me come por dentro, que me ha mantenido toda la madrugada fumando y escribiendo este texto. Porque sé, que en el fondo, a sólo a unos cuantos les dolerán estas líneas; el resto, como me decía Maykel G. Vivero, ufanos de su cercanía con el Poder, continuará mirando a otro lado. Mientras los policías, quizás a esta hora, estén haciendo chistes sobre los m… que detuvieron y multaron pero, sobre todo, del m… escritor, tan ingenuo, que vino en su defensa.
Por estas razones, insto al CENESEX a que de una vez y por todas investigue y se pronuncie contra estos hechos. Para empezar, creo que una llamada telefónica al Partido Provincial en Matanzas o a su P.N.R., no cuesta nada ni roba mucho tiempo. Sólo para empezar, porque como dije unas líneas arriba no es justo, ni se puede permitir que alguien, escondido detrás de un uniforme te j... la vida: así: de a porque sí. Porque le da la gana.
Alberto Abreo Arcia es autor, entre otros libros de Los juegos de la escritura o la (re)escritura de la Historia (Fondo Editorial Casa de las Americas, 2007), Premio de Ensayo Artístico-Literario Casa de las Americas 2007. El artículo "Llueve sobre mojado: Prosiguen los acosos y redadas policiales contra los homosexuales en Cárdenas y Matanzas" fue publicado originalmente en el blog Afromodernidades, el 23 de mayo de 2015.