“Las condiciones que te pone la Agencia Cubana de Rap” es la principal razón por la cual estos artistas prefieren mantenerse como independientes.
La mayoría de los raperos cubanos no están reconocidos oficialmente, o por lo menos permanecen en la sombra para expresarse de manera más libre. Sus grabaciones las realizan en estudios improvisados y con muy pocos recursos, lo cual, lejos de afectarlos, estimula la creación de nuevos grupos y sus adeptos.
“Creo que vamos a tener rap del bueno para rato y un rap fusionado a las raíces de la música cubana”, opina Héctor Palacios, sociólogo de La Habana y también padre del director musical del grupo Gente de Zona.
“Los cubanos llevamos la musicalidad en las venas”, dice Palacios, quien cita agrupaciones de renombre como los Van Van, Pupi y los que Son Son, que en algún momento han utilizado al rap en sus presentaciones.
Según la músico cubana Ivette Pacheco, ex integrante de grupos como Juego de Manos y el de Pedro Luis Ferrer, el rap funciona para las bandas tradicionales como “una especie de gancho para atraer más público”.
Eso es lo que desean los jóvenes como yo, dice el cienfueguero Ernesto Díaz “porque está en un lenguaje más claro y directo” aunque no sea un texto muy filosófico “pero sí muy práctico”.
Con sus orígenes en la generación del Período Especial en Cuba, en la década del 90 del pasado siglo, el rap en la isla ha sobrevivido una oleada de críticas oficiales por sus supuestas obscenidades o vulgaridad.
Para el “Brebaje Man” de Cuba, el rapero de La Habana Etian Arnau Lizaire, sus composiciones le dan la posibilidad de expresarse no solo con los textos sino también con los gestos.
“Principalmente le canto al amor, a la mujer, a mi raza negra, a los conflictos del ser humano que no se da la oportunidad para crecer”, dice Etian quien es uno de los fundadores del rap en la isla y prefiere presentarse en garajes o en casas particulares.
Ser o no ser… he ahí el escenario
La habanera Kizzy Macías, músico de Omni Zona Franca distingue dos grandes grupos de raperos en Cuba: los radicales y los que deben moderar su discurso para abrirse puertas en los escenarios controlados por el Estado.
Si un rapero tiene éxito entre el publico y quiere presentarse en el Karl Marx o en cualquier otro escenario “no se lo permiten” sin el “respaldo de una institución”, como la Agencia Cubana de Rap (ACR).
Kizzy explica que la ACR tiene diez anos de fundada y “sin embargo tiene diez grupos de rap en su catálogo cuando en realidad en Cuba hay muchos pero muchos raperos”.
“Las condiciones que te pone la Agencia Cubana de Rap” es la principal razón por la cual estos artistas prefieren mantenerse como independientes, agrega Macías, quien denuncia la discriminación del genero para favorecer al reggaetón, “mucho mas light y menos incisivo en los problemas sociales”.
Algunos como el rapero de Bayamo, Angel Yunier Remón, conocido artísticamente por El Crítico, nunca han tenido la posibilidad de presentarse en escenarios con un gran número de personas “y la gente los escucha en sus casas o en secreto para que no vayan a tomar represalias con ellos”, declaró la esposa del músico, Yudisbel Roseyó.
El Crítico desistió este lunes de mantener una huelga de hambre tras 27 días sin ingerir alimentos como protesta en contra de su encarcelamiento íntimamente ligado al activismo político que manifiesta en sus canciones.
Hecho en casa
Tanto en la capital como hacia el centro y el oriente de Cuba existe toda una industria casera encargada de comercializar y producir los “backgrounds” que luego utilizan los novatos del reggaetón, el hip hop o el rap.
“En dependencia del presupuesto de cada grupo puedes tener un mejor background para tu tema”, explicó el rapero de Bayamo, Yudier Manuel Blanco Pacheco, alias el Flaco quien junto al Crítico logró “con mucho sacrificio” que su grupo Los hijos que nadie quiso tuviera su propio estudio.
Con cartones de huevos y poliespumas en las paredes como la Demajagua Records “hay bastantes estudios en toda la isla aunque no tienen un mercado como tal” y los jóvenes se lo distribuyen en memorias flash o en CDs.
El compromiso del Flaco es denunciar los males de la sociedad y al mismo tiempo, tener éxito y que el mundo sepa” de un movimiento contestatario con el que “los jóvenes cubanos se sienten muy identificados aunque no salga por la radio o la televisión”.
El realizador de Los hijos que nadie quiso, Pedro Santiago Pérez, DJ π cita los ejemplos de la Realeza Record, la Base Record, la Pegueta Record, Different Record, que al igual que ellos “trabajan con un laptop, un micrófono condensador y ponemos un colchón para que no haya tanto rebote de la voz”.
“Es un poco difícil porque oyen los vecinos de al lado y como nosotros hacemos música contestataria no podemos hacer mucha bulla”, dijo DJ π quien reveló que luego de su disco Los Indignados próximamente estrenarán el álbum Guardián del Pueblo.
“Creo que vamos a tener rap del bueno para rato y un rap fusionado a las raíces de la música cubana”, opina Héctor Palacios, sociólogo de La Habana y también padre del director musical del grupo Gente de Zona.
“Los cubanos llevamos la musicalidad en las venas”, dice Palacios, quien cita agrupaciones de renombre como los Van Van, Pupi y los que Son Son, que en algún momento han utilizado al rap en sus presentaciones.
Según la músico cubana Ivette Pacheco, ex integrante de grupos como Juego de Manos y el de Pedro Luis Ferrer, el rap funciona para las bandas tradicionales como “una especie de gancho para atraer más público”.
Eso es lo que desean los jóvenes como yo, dice el cienfueguero Ernesto Díaz “porque está en un lenguaje más claro y directo” aunque no sea un texto muy filosófico “pero sí muy práctico”.
Con sus orígenes en la generación del Período Especial en Cuba, en la década del 90 del pasado siglo, el rap en la isla ha sobrevivido una oleada de críticas oficiales por sus supuestas obscenidades o vulgaridad.
Para el “Brebaje Man” de Cuba, el rapero de La Habana Etian Arnau Lizaire, sus composiciones le dan la posibilidad de expresarse no solo con los textos sino también con los gestos.
“Principalmente le canto al amor, a la mujer, a mi raza negra, a los conflictos del ser humano que no se da la oportunidad para crecer”, dice Etian quien es uno de los fundadores del rap en la isla y prefiere presentarse en garajes o en casas particulares.
Ser o no ser… he ahí el escenario
La habanera Kizzy Macías, músico de Omni Zona Franca distingue dos grandes grupos de raperos en Cuba: los radicales y los que deben moderar su discurso para abrirse puertas en los escenarios controlados por el Estado.
Si un rapero tiene éxito entre el publico y quiere presentarse en el Karl Marx o en cualquier otro escenario “no se lo permiten” sin el “respaldo de una institución”, como la Agencia Cubana de Rap (ACR).
Kizzy explica que la ACR tiene diez anos de fundada y “sin embargo tiene diez grupos de rap en su catálogo cuando en realidad en Cuba hay muchos pero muchos raperos”.
“Las condiciones que te pone la Agencia Cubana de Rap” es la principal razón por la cual estos artistas prefieren mantenerse como independientes, agrega Macías, quien denuncia la discriminación del genero para favorecer al reggaetón, “mucho mas light y menos incisivo en los problemas sociales”.
Algunos como el rapero de Bayamo, Angel Yunier Remón, conocido artísticamente por El Crítico, nunca han tenido la posibilidad de presentarse en escenarios con un gran número de personas “y la gente los escucha en sus casas o en secreto para que no vayan a tomar represalias con ellos”, declaró la esposa del músico, Yudisbel Roseyó.
El Crítico desistió este lunes de mantener una huelga de hambre tras 27 días sin ingerir alimentos como protesta en contra de su encarcelamiento íntimamente ligado al activismo político que manifiesta en sus canciones.
Hecho en casa
Tanto en la capital como hacia el centro y el oriente de Cuba existe toda una industria casera encargada de comercializar y producir los “backgrounds” que luego utilizan los novatos del reggaetón, el hip hop o el rap.
“En dependencia del presupuesto de cada grupo puedes tener un mejor background para tu tema”, explicó el rapero de Bayamo, Yudier Manuel Blanco Pacheco, alias el Flaco quien junto al Crítico logró “con mucho sacrificio” que su grupo Los hijos que nadie quiso tuviera su propio estudio.
Con cartones de huevos y poliespumas en las paredes como la Demajagua Records “hay bastantes estudios en toda la isla aunque no tienen un mercado como tal” y los jóvenes se lo distribuyen en memorias flash o en CDs.
El compromiso del Flaco es denunciar los males de la sociedad y al mismo tiempo, tener éxito y que el mundo sepa” de un movimiento contestatario con el que “los jóvenes cubanos se sienten muy identificados aunque no salga por la radio o la televisión”.
El realizador de Los hijos que nadie quiso, Pedro Santiago Pérez, DJ π cita los ejemplos de la Realeza Record, la Base Record, la Pegueta Record, Different Record, que al igual que ellos “trabajan con un laptop, un micrófono condensador y ponemos un colchón para que no haya tanto rebote de la voz”.
“Es un poco difícil porque oyen los vecinos de al lado y como nosotros hacemos música contestataria no podemos hacer mucha bulla”, dijo DJ π quien reveló que luego de su disco Los Indignados próximamente estrenarán el álbum Guardián del Pueblo.
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