Después de una noche de sobresaltos, algunos irán camino a la escuela al terminar su desayuno; mientras que otros solamente lo harán bebiendo un agua de amebas,
Hoy, día lunes 2 de septiembre comienza el curso escolar, y aunque el número de maestros no alcanza para completar la cantidad necesaria, el eco alegre del alumnado se escuchará desde San Antonio a Maisí. Sin dudas, será un bonito día, inolvidable para directores de escuela, maestros, alumnos y familiares.
Referirme al curso anterior; o a algún otro, anterior al anterior, sería como redundar en asunto trillado. Discursear sobre adoctrinamiento dando mi opción como “la mejor” sería como convertirme en otro manipulador del pensamiento y la conducta.
Quiero creer que es real la insistente preocupación estatal de lograr un curso escolar con la debida calidad tanto en lo que respecta a instrucción, como lo relacionado con la educación formal.
Sé que por desgracia, como cada año, en este amanecer cubano se repetirá la tercermundista versión escondida y descarnada del enfrentamiento entre clases. Después de una noche de sobresaltos, algunos irán camino a la escuela al terminar su desayuno; mientras que otros solamente lo harán bebiendo un agua de amebas, al que sólo exprimiendo inventiva y agotando la imaginación podré llamar “limonada”.
Desde horas tempranas las calles mostrarán un colorido paisaje de uniformes y pañoletas que aunque fueron distribuidos por la red de comercio interior, terminaron siendo vendidos a sobreprecio en el conocido circuito del mercado negro.
Algo igual sucederá con los recursos del estudiantado. Por que si bien es cierto que el periódico Granma anunció como todo un logro, para este inicio de curso la existencia de 2 millones 612 mil libretas; y la funcionaria entrevistada, Dra. Ena Elsa Velázquez, Ministra de Educación, dijo en comparecencia especial para la television nacional que un millón 840 mil estudiantes de la enseñanza general asistirán a las escuelas durante el curso escolar 2013-2014; no hay que ser Pitágoras para calcular que tocará a menos de dos libretas por alumno, y que la calidad o cantidad del resto de los útiles escolares imprescindibles para el desarrollo de este año académico, quedarán todos en las manos de la condición social.
A las ocho en punto de la mañana, ya dentro del patio central o en la entrada de cada centro educacional, se formarán a los alumnos, y en acto de bienvenida junto al busto de Martí y el ondear de la bandera, les harán jurar lealtad a un hombre, asmático, extranjero, de mirada en lontananza y fétida historia que aunque se han escrito libros, pocos saben quién fue.
Pasado el sobresalto del comienzo, y ya en las aulas, compartirán historias. Las de quienes no conciben la vida sin computador; y las de aquellos que no lo conocen, y de las vacaciones sólo pueden referir un buen baño de aguacero corriendo a pies descalzos sobre el lodo de la calle.
Y luego de escuchar el timbre que anuncie la despedida de esta, la primera jornada del nuevo curso escolar; sus padres estarán esperando. Algunos en lujosos autos con aires acondicionados; otros sudorosos, grasientos y agotados del diario bregar. Para estos últimos es el inicio, otra lucha comienza.
Referirme al curso anterior; o a algún otro, anterior al anterior, sería como redundar en asunto trillado. Discursear sobre adoctrinamiento dando mi opción como “la mejor” sería como convertirme en otro manipulador del pensamiento y la conducta.
Quiero creer que es real la insistente preocupación estatal de lograr un curso escolar con la debida calidad tanto en lo que respecta a instrucción, como lo relacionado con la educación formal.
Sé que por desgracia, como cada año, en este amanecer cubano se repetirá la tercermundista versión escondida y descarnada del enfrentamiento entre clases. Después de una noche de sobresaltos, algunos irán camino a la escuela al terminar su desayuno; mientras que otros solamente lo harán bebiendo un agua de amebas, al que sólo exprimiendo inventiva y agotando la imaginación podré llamar “limonada”.
Desde horas tempranas las calles mostrarán un colorido paisaje de uniformes y pañoletas que aunque fueron distribuidos por la red de comercio interior, terminaron siendo vendidos a sobreprecio en el conocido circuito del mercado negro.
Algo igual sucederá con los recursos del estudiantado. Por que si bien es cierto que el periódico Granma anunció como todo un logro, para este inicio de curso la existencia de 2 millones 612 mil libretas; y la funcionaria entrevistada, Dra. Ena Elsa Velázquez, Ministra de Educación, dijo en comparecencia especial para la television nacional que un millón 840 mil estudiantes de la enseñanza general asistirán a las escuelas durante el curso escolar 2013-2014; no hay que ser Pitágoras para calcular que tocará a menos de dos libretas por alumno, y que la calidad o cantidad del resto de los útiles escolares imprescindibles para el desarrollo de este año académico, quedarán todos en las manos de la condición social.
A las ocho en punto de la mañana, ya dentro del patio central o en la entrada de cada centro educacional, se formarán a los alumnos, y en acto de bienvenida junto al busto de Martí y el ondear de la bandera, les harán jurar lealtad a un hombre, asmático, extranjero, de mirada en lontananza y fétida historia que aunque se han escrito libros, pocos saben quién fue.
Pasado el sobresalto del comienzo, y ya en las aulas, compartirán historias. Las de quienes no conciben la vida sin computador; y las de aquellos que no lo conocen, y de las vacaciones sólo pueden referir un buen baño de aguacero corriendo a pies descalzos sobre el lodo de la calle.
Y luego de escuchar el timbre que anuncie la despedida de esta, la primera jornada del nuevo curso escolar; sus padres estarán esperando. Algunos en lujosos autos con aires acondicionados; otros sudorosos, grasientos y agotados del diario bregar. Para estos últimos es el inicio, otra lucha comienza.