Preso político fue castigado por pedir una pausa en su jornada de trabajo no remunerado

Alien Tijerino Castro antes de ir a prisión. Foto Cortesía de Adis Iliana Milanés Sánchez.

El preso político Alien Tijerino Castro fue castigado y amenazado con ser revocado a un régimen de mayor rigor, luego que exigiera, durante las horas de trabajo, un breve descanso para merendar.

“Él se puso a trabajar voluntariamente para así poder obtener una plaza de trabajo ahí en el campamento del Combinado del Este. A los presos, a pesar de que se levantan todos los días a las cinco de la mañana para salir a trabajar, no les permiten ni siquiera sentarse”, relató su esposa Adis Iliana Milanés Sánchez, a Martí Noticias, citando una conversación telefónica que sostuvo con su esposo, después de lo sucedido.

Tijerino Castro, de 37 años, fue encarcelado en junio de 2021 y condenado en marzo de 2022 a cuatro años de privación de libertad bajo el cargo de “propaganda enemiga”, por lanzar volantes con frases martianas y pedir la libertad para los presos políticos.

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Fue juzgado en la misma causa que el periodista independiente Yuri Valle Roca, quien filmó la acción cívica y la publicó.

Las Conclusiones Provisionales de la Fiscalía refieren que los acusados, “con el marcado interés de crear un ambiente desestabilizador del sistema político, social y de desarrollo económico interno del país”, se dirigieron a un edificio de la calle Zanja, en Centro Habana, y desde su azotea “lanzaron más de 500 octavillas con consignas antigubernamentales”.

En septiembre de 2023, las autoridades del Combinado del Este aceptaron un cambio a régimen menos severo para el activista encarcelado y lo trasladaron a un campamento de trabajo correccional conocido como “Punto cero”, colindante con la cárcel.

Este miércoles, Tijerino salió a su labor de limpieza de las instalaciones del centro correccional, “al terminar de barrer, los querían mandar para la chapea (desyerbe). Él le pregunta al oficial si puede sentarse para consumir la merienda que llevaba en la mochila y el oficial le dice que no pueden sentarse y no pueden descansar, que ellos lo único que tienen que hacer es trabajar”, continuó Milanés Sánchez.

“Mi marido se sienta y le dice que no va a trabajar porque, encima de que está trabajando voluntariamente, no lo están pagando un salario. Automáticamente, todos los presos pararon de trabajar, eran alrededor de siete u ocho presos. Al mi marido sublevarse, el oficial, lo esposó e intentó darle golpes, pero mi marido le dijo ‘haga todo lo que usted quiera, yo estoy en todo mi derecho, que, si desde las cinco de la mañana estoy trabajando y son las once del día, yo debo merendar algo y usted no me lo permite, por lo tanto, me está explotando”.

Tras el incidente, los guardias trasladaron a Tijerino esposado para el Edificio 2 del Combinado del Este, a prisión cerrada, en un aparente propósito de revocarlo a un régimen de mayor rigor.

“Tres horas más tarde, el Jefe del Combinado, va personalmente y le dice que la posición que él tuvo no le gustó porque provocó que todos los presos se les reviraran, pero lo mandó, de nuevo al campamento”, contó la mujer aliviada.

A menudo, salen a la luz pública, las duras condiciones de trabajo que tienen que desempeñar los reclusos cubanos en los centros penitenciarios, la mayoría sin paga ni instrumentos de trabajo, y mucho menos medios de protección.

En los penales cubanos, el trabajo, remunerado o no, sirve a los presos para obtener beneficios y progresiones de régimen.