Luego de que por segunda vez en un mes, y por quinta ocasión en lo que va de año, la desalojaran de la vivienda que alquilaba en La Habana, la periodista independiente Camila Acosta fue detenida, interrogada, obligada a desnudarse para registrarla y amenazada el viernes por llevar 19 nasobucos de regalo.
“No es la primera vez que a una mujer disidente, activista acá en Cuba le quitan la ropa para revisarle su cuerpo”, contó Acosta la noche del viernes en una directa transmitida en vivo por Facebook. “Me dejaron solamente en la ropa interior, me tocaron incluso a ver si llevaba algo en el sostén, los zapatos, todo”.
Según su propio testimonio, Acosta había sido detenida cerca de las 11:00 de la mañana del viernes en el Parque Central de La Habana. Pese a que no estaba manifestándose ni portaba ningún cartel, se le acercaron dos oficiales del Ministerio del Interior cuyos nombres supo después: las primeras tenientes Claudia Pérez y Janet Paredes.
“Estaba también en ese lugar el represor Alejandro, que me atiende y atiende a varias mujeres acá en La Habana, periodistas independientes, pero él se mantuvo todo el tiempo orientando lo que se debía hacer: no me dirigió la palabra, no me interrogó; simplemente orientó todo”, explicó Acosta.
Lee también Periodista otra vez en la calle por presión de la Seguridad del Estado a sus arrendatariosLe quitaron el teléfono y la cartera, la montaron en un carro patrulla y la condujeron a la estación de policía de Infanta y Manglar, del municipio Cerro. La encerraron en el cuarto donde duermen los oficiales de guardia, y allí las mismas oficiales que la habían detenido le ordenaron quitarse la ropa.
Después le revisaron minuciosamente la cartera, depositaron todo lo que contenía encima de uno de los colchones de la litera de la habitación y le quitaron el monedero, unos medicamentos, una memoria flash y documentos personales.
“Lo que más les preocupó era que yo llevaba en la cartera unas mascarillas protectoras para el coronavirus que decían delante ‘No al 370’; es decir: ‘No al Decreto-Ley 370”, relató Acosta. “Para nadie es un secreto que nosotros estamos enfrentando hace varios meses la Ley Azote a la libertad de expresión en Cuba, y yo tenía estos nasobucos para hacérselos llegar a los multados”.
Le preguntaron para qué iba a usarlos, y les respondió que los tenía para regalar a unos amigos; que no era ningún delito llevar en la cartera unos cuantos nasobucos.
“Me tuvieron horas esperando; a cada rato volvían a preguntarme por los nasobucos”, cuenta. “Después estas dos mujeres me llevaron a otra oficina donde llega un oficial de la policía que se llama Yunier Hernández Rodríguez, el supuesto investigador en criminalística que estaba documentando todo el caso y me iba a aplicar las sanciones, las medidas que ellos estimaran convenientes”.
Durante el interrogatorio conducido por Hernández Rodríguez, Acosta advirtió que otra agente había empezado a grabarla.
“Una mujer vestida de civil que había llegado a esa misma habitación, me doy cuenta de que saca una cámara y empieza a grabar todo el proceso de las preguntas que me estaban haciendo”, explica la reportera.
Entonces les hizo notar que ella no había autorizado en ningún momento que grabaran sus declaraciones.
Lee también Para un inventario de la violencia policial en Cuba“Ustedes están cometiendo una violación”, les dijo. “Hasta ahora yo estaba colaborando y respondiendo todas las preguntas que ustedes me estaban haciendo. Ahora no voy a decir nada: tengo derecho a guardar silencio, no tengo más nada que declarar”.
Aun así continuaban preguntándole por los nasobucos, y le expidieron un acta de advertencia por “incitación para delinquir”, acusación que ella rechazó tajantemente. “Armaron un trabalenguas que ni ellos mismos sabían qué delito era el que me estaban imputando”, manifiesta.
Además de los nasobucos y la memoria flash, le confiscaron 160 CUC que llevaba en su cartera, documentos del contrato que tiene con ETECSA para su línea telefónica, y dos recibos de cobros de envíos por Western Union, indica la periodista independiente.
Lee también En Cuba un periodista independiente es casi un corresponsal de guerra“Me dijeron entonces que me quitaban el dinero por receptación, porque a mí los gusanos, los contrarrevolucionarios del exilio, me estaban pagando para que yo hiciera contrarrevolución en Cuba, algo totalmente absurdo”, declaró Acosta.
Aunque le preguntaron por esas personas que habían remitido los envíos vía Western Union, ella decidió no compartir ninguna información con sus interrogadores al respecto.
“Es como catalogan a los cubanos del exilio: como gusanos contrarrevolucionarios, y detrás, entonces están pidiendo a gritos los dólares de esas personas”, declara. “Hasta cuándo van a seguir con esas mentiras de que a nosotros nos pagan: ¿pagarnos por decir lo que pensamos, por ejercer la libertad de expresión? Para eso no hay que pagarle a nadie”.
Acosta también contó que le impusieron una multa de 60 CUP por “receptación”, en virtud de la disposición legal 141, artículo 4, inciso ch. Y que el delito de receptación se aplicaba también a los 19 nasobucos “porque eran más de los que yo necesitaba”.
Así mismo, la llevaron frente a una supuesta funcionaria de la oficina de cobro de multas para tratar de convencerla de que debía pagar la que le impusieron al amparo del Decreto-Ley 370. Al declarar que se negó, Acosta recuerda que ella y más de 30 multados por ese decreto presentaron el 8 de junio un recurso de inconstitucionalidad ante el Tribunal Supremo, la Fiscalía General, la Asamblea Nacional y el Consejo de Estado.
“Esas mismas instituciones incumplieron lo que tienen establecido, y no nos han dado respuesta más de 45 días después”, el plazo legalmente establecido para que lo hagan, subraya Acosta.
El interrogatorio terminó a las 6:30 de la tarde, cuando la condujeron al fondo de la estación de policía de Infanta y Manglar y allí la tuvieron dentro de la patrulla sin dejarla salir cerca de una hora y media.
“Cuando vi que me estaban grabando recordé lo sucedido con José Daniel Ferrer, que lo grabaron varias veces y finalmente sacaron un video o dos en el Noticiero Nacional de Televisión, difamándolo, y supuse que ellos estuvieran tratando de sacarme toda la información posible para después armarme un caso difamatorio”, advierte la periodista independiente.
Por eso trató de hablar lo menos posible, dice, pues se dio cuenta de que estaban tratando de sacarle las palabras para luego usar su voz y su imagen con el fin de armar un caso difamatorio contra ella, como hicieron con Ferrer, alerta Acosta.
“Todo esto, me lo advirtieron hace meses, es para que abandone el periodismo independiente o me vaya del país, y lo he dicho bien claro en varias ocasiones: no voy a hacer lo uno ni lo otro, hagan lo que hagan”, aseguró.