La escasez de psicofármacos en Cuba se ha convertido en un grave problema para los pacientes con trastornos mentales que dependen de este tipo de medicamentos.
En medio de la crisis económica y el empeoramiento de las condiciones de vida en la isla, varios cubanos dijeron a Martí Noticias que cada vez se hace más difícil acceder a medicamentos como el clonazepam, la sertralina, el clorodiazepóxido, la levomepromazina, la carbamazepina, entre otros, que se usan para tratar enfermedades mentales. Muchos han terminado consumiendo el alprazolam, también conocido como el Xanax cubano, porque es uno de los pocos que entra a las farmacias.
"El alprazolam es el que está ahora en el bombo, el que más fácil se encuentra", explicó a Martí Noticias Maricela Díaz, una cubana que toma ansiolíticos desde hace más de una década.
"Cuando entra a las farmacias, la gente pasa la noche haciendo cola para comprarlo porque tampoco hay todo el tiempo. Lo que sí siempre tienen a la venta es medicina verde, tintura de tilo, tintura de pasiflora, pero nada de eso hace nada", agregó.
Las búsquedas en Google sobre alprazolam son recurrentes en la isla, y van desde cómo comprarlo hasta cómo dejar de tomarlo para dormir. Algunos buscan cuánto dura el efecto del medicamento o incluso para qué sirve.
Una búsqueda de los anuncios que circulan en internet indica que una tirilla de 10 cápsulas de alprazolam de 50 miligramos (mg) puede costar entre 300 y 600 pesos cubanos en el mercado informal, mientras que el pomo de carbamazepina supera ampliamente los 1.000 pesos, en función de la cantidad de tabletas que contenga. Otro psicofármaco muy demandado es la sertralina. Un blíster de 10 cápsulas de 50 mg de este medicamento ronda los 700 pesos cubanos. También se vende el clonazepam, cuyo precio por blíster de 10 cápsulas de 2 mg oscila entre 600 y 700 pesos cubanos.
La mayoría de las personas que comercializan psicofármacos en el mercado informal aseguran que estos son importados. En muchos casos no se sabe de dónde provienen ni si han pasado los controles requeridos en los países donde fueron adquiridos.
Yulier Rodríguez Pérez, un artista cubano que publica habitualmente en sus redes sociales sobre la falta de medicamentos en la isla, asegura que "es muy difícil encontrar los psicofármacos más elementales, como la carbamazepina. Ni hablar ya de aquellos que son para personas con trastornos obsesivos, que sufren de esquizofrenia, ataques de epilepsia, etc.”
La situación afecta tanto a las personas con padecimientos como depresión y ansiedad, como a aquellos con trastornos mentales más graves.
La empleada de una farmacia en Matanzas que prefirió no ser identificada dijo que no solo escasean los fármacos más consumidos, sino también aquellos que pueden funcionar como sustitutos en tratamientos.
“Entran pocos medicamentos para los nervios, con muy poca frecuencia. Cuando llegan es en muy pocas cantidades y la distribución es escasa. Un paciente que toma levomepromazina, por ejemplo, no puede sustituirla por tioridazina, porque tampoco hay”, subrayó.
"El alprazolam es el único que nos está entrando, pero bastante poco", dijo la empleada.
Según profesionales de la salud, la falta de psicofármacos para los tratamientos y la dificultad para acceder a las consultas con especialistas pueden ser sumamente nocivas para los pacientes con problemas mentales.
Peligros del abuso de los psicofármacos
La psicológa Lilian Burgos, especialista en terapia de salud mental, aclaró que "el uso incorrecto de estos medicamentos y su combinación con otras drogas como el alcohol puede causar adicciones, sobredosis y hasta la muerte".
"Deben tomarse bajo prescripción médica, siguiendo las indicaciones precisas del especialista", señaló.
"En el caso del alprazolam, altera procesos neuroatencionales, lo que afecta la productividad en tareas que requieren concentración, como conducir, oficios de vigilancia, tareas de aprendizaje, entre otras. Además, disminuye la capacidad de reacción y provoca somnolencia, por lo que hace más vulnerable a la persona que lo consume a sufrir accidentes domésticos y de tránsito", apuntó.
La experta, radicada en Estados Unidos, insiste en que la medicación, si bien es solo una parte de la atención a los pacientes con trastornos, es esencial.
“El acceso a la medicación o tratamiento psicofarmacológico es esencial para la recuperación. Esto también se cumple mayormente en personas con trastornos mentales crónicos como la esquizofrenia, la psicosis, los trastornos bipolares, los trastornos depresivos moderados y las alteraciones profundas del sueño”, dijo.
Pero además los pacientes "necesitan tener acceso a alternativas terapéuticas que incluyan tanto la psicoterapia (individual o grupal) como el tratamiento psicofarmacológico (medicación) y otras modalidades, en correspondencia con las necesidades de cada persona (terapia ocupacional, consejería, etc.)", agregó Burgos.
Entre los fármacos que escasean en el país están los del llamado Cuadro Básico de Medicamentos (CBM), que actualmente contiene 651 productos y que incluye algunos de los denominados psicofármacos.
El desabastecimiento de medicamentos en Cuba ha sido reconocido por el Gobierno, que atribuye la situación a la falta de materias primas, entre otras causas.
La fabricación de medicamentos en Cuba corre a cargo de la empresa estatal BioCubaFarma. La última actualización de la entidad sobre la producción de medicamentos en la isla data de septiembre de 2023. En esa ocasión, la empresa informó que se retomaría el ciclo productivo de 16 medicamentos de alta demanda, algunos de ellos psicofármacos como el clonazepam (tabletas de 1 miligramo) y la sertralina (tabletas de 50 mg).
Un estudio realizado en Cuba y difundido en 2020 por el portal estatal Infomed señala que “los psicofármacos, conjuntamente con los antibióticos y los analgésicos, son de los fármacos más consumidos por la población”.
La investigación indica que muchas de las personas que consumen psicofármacos en la isla lo hacen para aliviar el estrés generado por problemas personales, familiares y laborales. El estudio advierte además sobre un alto índice de consumo de psicofármacos de manera automedicada que son adquiridos “a través de vías no convencionales, no relacionadas con el sistema de salud”.