Mientras Obama se prepara para visitar Cuba, la falta de comercio con la isla y los obstáculos que pone a los empresarios son un recordatorio de que más allá del turismo –que satisface la necesidad rápida de moneda extranjera y el deseo de los estadounidenses de visitar la isla– no hay un interés por parte del Gobierno cubano en una verdadera y profunda reforma económica.
De la avalancha de empresarios estadounidenses que ha caído sobre Cuba, llenando hoteles y contratando consultores, sólo un puñado ha podido firmar acuerdos para hacer negocios en la isla prohibida.
"La prueba de fuego de la normalización es el comercio y la inversión", dijo a The New York Times Robert Muse, abogado de Washington que se especializa en la ley relacionada con Cuba. "Así es como se juzgará el legado de Obama", enfatizó.
Deseosa de mostrar resultados, la Administración Obama hizo a finales de enero el mayor alivio al embargo en la historia, al permitir que el comercio con empresas de propiedad estatal que son controladas y manejas por los militares cubanos.
Las nuevas regulaciones significan que los exportadores pueden solicitar una licencia para vender bienes a entidades estatales cubanas en sectores que incluyen la educación, la elaboración de alimentos y la infraestructura.
Por ello, son el cambio "más importante" desde que Obama anunció un deshielo con Cuba en diciembre de 2014, dijo Stephen Propst, socio de la firma de abogados Hogan Lovells en Washington.
Pero con un aparato comercial en la isla controlado por el Estado, los resultados son pobres.
El Gobierno de Obama ha "aceptado que tienen que hacer negocios con la empresa estatal cubana", dijo Propst, y se esperan nuevas medidas comerciales hacia Cuba antes de la visita de Obama, el 20 de marzo.
La Unión Europea, por su parte, firmó un acuerdo con Cuba el viernes para establecer relaciones normales. Si es ratificado por los Estados miembros, se abrirá el camino para la plena cooperación y los lazos comerciales entre Cuba y Europa.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), en tanto, ha dicho este domingo que acogería con gusto a Cuba, pero que su Gobierno no ha hecho ninguna solicitud para la membresía.
Cuba ha dejado claro que no va a alterar la forma en la que hace negocios para satisfacer las necesidades de Estados Unidos, posición que el Gobierno de la isla parece seguir también en el caso del FMI.
Un crispado editorial de Granma publicado el miércoles afirma que Obama podría hacer aún más para facilitar el comercio con Cuba y que "llevarse bien no significa tener que renunciar a nuestras creencias".
Las autoridades castristas están "desbordadas" por el número de delegaciones, dijo Philip Peters, socio de la D17 Strategies, una consultora en Washington, que viaja con frecuencia a Cuba, y que para colmo ellos "no van a volver a escribir el libro de reglas" para los empresarios estadounidenses.
Entre reglas inamovibles y falta de libertades
El libro de reglas en cuestión es restrictivo. Los extranjeros tienen prohibido comprar propiedades en Cuba, por lo que los estadounidenses tendrán que conformarse con poco.
El Gobierno de Cuba por lo general insiste en una participación mayoritaria en cualquier empresa conjunta fuera de la nueva zona de desarrollo, en el puerto de Mariel, donde las empresas extranjeras reciben una moratoria fiscal de 10 años.
Las empresas estatales en Cuba a menudo piden hasta un año para pagar bienes y no los habituales 90 días.
John S. Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial Cuba-EEUU, dijo que había contado cerca de 500 visitas a Cuba de los empresarios estadounidenses desde diciembre de 2014, y más de 140 visitas de representantes y funcionarios de Estados Unidos.
Pero, agregó, podía contar con sus dedos el número de acuerdos comerciales que habían alcanzado.
En las entrevistas, los empresarios estadounidenses, abogados y asesores describieron una brecha cultural, producto de más de medio siglo de comunismo, que a menudo hace parecer al estrecho de la Florida como una infranqueable frontera entre dos distintos universos, señala el Times.
Kevin Ellis, director ejecutivo de Ingredientes de Leche Cayuga, empresa de productos lácteos en Auburn, Nueva York, se reunió con funcionarios de la estatal Alimport en La Habana en abril sobre la venta de leche en polvo. Los funcionarios eran educados, dijo Ellis, que era parte del torbellino de una delegación dirigida por el gobernador Andrew M. Cuomo, de Nueva York.
Pero parecían más interesados en hablar sobre el embargo y de la guerrilla en la Sierra Maestra, hace más de 50 años, que sobre los negocios con la empresa, agregó Ellis.
A su regreso, Ellis mandó a Alimport por email una nota para concretar el envío de sus productos, pero nunca tuvo respuesta.
A algunos les preocupa la falta de libertades en Cuba, así Carlos Medina, presidente de la Cámara Hispana del Estado de Comercio de Nueva Jersey, que visitó la isla como parte de una delegación comercial en abril, dijo que estaba consternado por la violación de Derechos Humanos y el "movimiento lento hacia el cambio" y que, por lo tanto, no recomendaría invertir allí.
Medina, un ingeniero que hace cartografía aérea, apuntó que la represión continúa y que los negocios no pueden prosperar en "este entorno controlado".