Las autoridades presumen que el cadáver encontrado en una calle de la ciudad es el de un polizón que viajaba oculto en el tren de aterrizaje de un avión.
La policía británica investiga si el cadáver de un hombre encontrado en una calle del oeste de Londres es el de un polizón que iba oculto en el tren de aterrizaje de un avión, quien habría caído cuando el aparato descendía para tomar pista en el aeropuerto de Heathrow, a menos de 10 kilómetros de donde fue hallado el cuerpo.
Varios vecinos dijeron haber escuchado algo, como un ruido fuerte, pero todavía no hay pruebas y la policía está investigando el incidente como “inexplicable”. Sin embargo, las autoridades no descartan que se trate de un polizón, un caso más de las personas desesperadas que se suben al tren de aterrizaje de un avión sin saber que van destino a una muerte casi segura.
En lo que va de año ya ha habido dos casos fatales y desde que comenzaron a llevarse registros en 1947, 96 polizones lo han intentado, pero las posibilidades de sobrevivir son muy reducidas, y más de las tres cuartas partes no lo logran. "O mueren aplastados contra el suelo o congelados", según dijo el experto en aviación David Learmount, de la revista Flight International.
Las razones son ineludibles, a la altura a la que se remontan los aviones se alcanzan temperaturas bajo cero sumamente gélidas, y en los trenes de aterrizaje no hay calefacción. Además, a poco más de cinco mil metros de altitud la persona sufre de hipoxia, lo que le causa debilidad, mareos y trastornos en la vista.
Según los expertos, el nivel de oxígeno disminuye peligrosamente a los 6 mil 700 metros y por encima de los 10 mil para poder funcionar normalmente los pulmones necesitan estar sometidos a presión artificial.
A pesar de eso, milagrosamente, unos pocos han sobrevivido, entre ellos un cubano, Víctor Álvarez Molina, que hizo el viaje de Cuba hasta Canadá en 2002 y se libró de la muerte, aunque cuando el avión aterrizó sufría de severa hipotermia.
Casos similares fueron los de un hombre que voló más de seis mil kilómetros desde Tahití hasta Los Ángeles en el 2000, y de un rumano de 20 años que en el 2010 sobrevivió en un vuelo de Viena a Londres porque se trataba de un avión privado que no ascendió más de 7 mil 600 metros a causa del mal tiempo.
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Varios vecinos dijeron haber escuchado algo, como un ruido fuerte, pero todavía no hay pruebas y la policía está investigando el incidente como “inexplicable”. Sin embargo, las autoridades no descartan que se trate de un polizón, un caso más de las personas desesperadas que se suben al tren de aterrizaje de un avión sin saber que van destino a una muerte casi segura.
En lo que va de año ya ha habido dos casos fatales y desde que comenzaron a llevarse registros en 1947, 96 polizones lo han intentado, pero las posibilidades de sobrevivir son muy reducidas, y más de las tres cuartas partes no lo logran. "O mueren aplastados contra el suelo o congelados", según dijo el experto en aviación David Learmount, de la revista Flight International.
Las razones son ineludibles, a la altura a la que se remontan los aviones se alcanzan temperaturas bajo cero sumamente gélidas, y en los trenes de aterrizaje no hay calefacción. Además, a poco más de cinco mil metros de altitud la persona sufre de hipoxia, lo que le causa debilidad, mareos y trastornos en la vista.
Según los expertos, el nivel de oxígeno disminuye peligrosamente a los 6 mil 700 metros y por encima de los 10 mil para poder funcionar normalmente los pulmones necesitan estar sometidos a presión artificial.
A pesar de eso, milagrosamente, unos pocos han sobrevivido, entre ellos un cubano, Víctor Álvarez Molina, que hizo el viaje de Cuba hasta Canadá en 2002 y se libró de la muerte, aunque cuando el avión aterrizó sufría de severa hipotermia.
Casos similares fueron los de un hombre que voló más de seis mil kilómetros desde Tahití hasta Los Ángeles en el 2000, y de un rumano de 20 años que en el 2010 sobrevivió en un vuelo de Viena a Londres porque se trataba de un avión privado que no ascendió más de 7 mil 600 metros a causa del mal tiempo.
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