Contradiciendo a su propia Constitución, el gobierno cubano controla el derecho de quienes pueden o no entrar en los más de 600 cayos e islotes que componen el archipiélago
Probablemente el caso de los cubanos sea el único en todo el mundo en que sus ciudadanos tengan que pedir permiso para moverse dentro de su propio país.
Contradiciendo a su propia Constitución, el gobierno cubano controla el derecho de quienes pueden o no entrar en los más de 600 cayos e islotes que componen el archipiélago.
“Cualquier ciudadano para poder visitar Cayo Coco o Cayo Guillermo o las cayerías que están en función única y exclusivamente del turismo tiene que solicitar un permiso”, declaró a martinoticias.com, el periodista independiente Pedro Argüelles Morán.
Residente en la provincia de Villa Clara, Héctor Duniesky Bermúdez asevera que “el acceso a los cayos está limitado”. Los trabajadores de allí, continúa explicando tienen que mostrar su pase en el punto de control de entrada y salida a la cayería.
El ciudadano “normal” para poder entrar tiene que alquilar una habitación dentro de un hotel “pero si uno va en carro y desea ver el cayo o los hoteles no te dejan pasar”, insistió Bermúdez quien expuso su caso particular.
“Yo trabajé en la Empresa de Frutas Selectas y era vendedor. Me tocaba ir al cayo y me suspendieron porque al ser opositor no era confiable, nunca me dieron el pase y perdí el trabajo”, dijo.
Los 11 kilómetros de arena fina y playas en el Cayo Santa María son un “privilegio”, agregó Héctor Duniesky, explicando que “sí han detenido a personas que han intentado pescar; de eso sí tengo conocimiento. Al turista sí le permiten pescar pero al ciudadano cubano no le permiten y te detienen por eso”.
Desde la Isla de La Juventud o Isla de Pinos, Ramón Salazar, cree que “de nada sirve esa liberalización” promovida por el actual gobernante Raúl Castro de eliminar las restricciones a los ciudadanos para visitar los hoteles.
“Es imposible con lo que gana un cubano”, sentenció en tanto reflexionaba que “prácticamente ningún pinero puede ir a veranear a Cayo Largo del Sur”.
“Aquí en la Isla los botecitos están sumamente controlados”, explicó Salazar sobre la posibilidad de los pineros para tomar su bote particular y llegarse hasta Cayo Largo del Sur.
En la Isla de las cotorras, continuó el isleño, solo le dan el carné de pesca a los “revolucionarios integrados” o sin “ningún antecedente contradictorio” con la política. Cuando van a pescar deben sacar un permiso con Guardafronteras, “que muchas veces es muy difícil encontrar ese permiso, imagínese aún, si realmente esa persona quiere coger su bote para ir hasta Cayo Largo del Sur”.
“Los pineros no podemos gozar ni hacer vida de isleños: que tu puedas ir a una playa, coger un botecito para ir hasta un centro turístico; eso el gobierno no lo permite”, concluyó.
Basado en el artículo 43 del capítulo cuarto de la Constitución que establece la igualdad de todos los cubanos a disfrutar de los mismos balnearios, playas, parques, círculos sociales y demás centros de cultura, deportes, recreación y descanso, Argüelles Morán opina que la situación del permiso es “algo denigrante porque tú eres cubano y como cubano tienes todo el derecho del mundo a visitar cualquier territorio del país, sobre todo territorios que no sean áreas secretas o militares”.
Las escasas personas que no pagan por su entrada a los cayos turísticos de Cuba, deben obtener un permiso del gobierno municipal autorizándoles a zonas específicas, explicó Héctor Duniesky Bermúdez.
Contradiciendo a su propia Constitución, el gobierno cubano controla el derecho de quienes pueden o no entrar en los más de 600 cayos e islotes que componen el archipiélago.
“Cualquier ciudadano para poder visitar Cayo Coco o Cayo Guillermo o las cayerías que están en función única y exclusivamente del turismo tiene que solicitar un permiso”, declaró a martinoticias.com, el periodista independiente Pedro Argüelles Morán.
Residente en la provincia de Villa Clara, Héctor Duniesky Bermúdez asevera que “el acceso a los cayos está limitado”. Los trabajadores de allí, continúa explicando tienen que mostrar su pase en el punto de control de entrada y salida a la cayería.
El ciudadano “normal” para poder entrar tiene que alquilar una habitación dentro de un hotel “pero si uno va en carro y desea ver el cayo o los hoteles no te dejan pasar”, insistió Bermúdez quien expuso su caso particular.
“Yo trabajé en la Empresa de Frutas Selectas y era vendedor. Me tocaba ir al cayo y me suspendieron porque al ser opositor no era confiable, nunca me dieron el pase y perdí el trabajo”, dijo.
Los 11 kilómetros de arena fina y playas en el Cayo Santa María son un “privilegio”, agregó Héctor Duniesky, explicando que “sí han detenido a personas que han intentado pescar; de eso sí tengo conocimiento. Al turista sí le permiten pescar pero al ciudadano cubano no le permiten y te detienen por eso”.
Desde la Isla de La Juventud o Isla de Pinos, Ramón Salazar, cree que “de nada sirve esa liberalización” promovida por el actual gobernante Raúl Castro de eliminar las restricciones a los ciudadanos para visitar los hoteles.
“Es imposible con lo que gana un cubano”, sentenció en tanto reflexionaba que “prácticamente ningún pinero puede ir a veranear a Cayo Largo del Sur”.
“Aquí en la Isla los botecitos están sumamente controlados”, explicó Salazar sobre la posibilidad de los pineros para tomar su bote particular y llegarse hasta Cayo Largo del Sur.
En la Isla de las cotorras, continuó el isleño, solo le dan el carné de pesca a los “revolucionarios integrados” o sin “ningún antecedente contradictorio” con la política. Cuando van a pescar deben sacar un permiso con Guardafronteras, “que muchas veces es muy difícil encontrar ese permiso, imagínese aún, si realmente esa persona quiere coger su bote para ir hasta Cayo Largo del Sur”.
“Los pineros no podemos gozar ni hacer vida de isleños: que tu puedas ir a una playa, coger un botecito para ir hasta un centro turístico; eso el gobierno no lo permite”, concluyó.
Basado en el artículo 43 del capítulo cuarto de la Constitución que establece la igualdad de todos los cubanos a disfrutar de los mismos balnearios, playas, parques, círculos sociales y demás centros de cultura, deportes, recreación y descanso, Argüelles Morán opina que la situación del permiso es “algo denigrante porque tú eres cubano y como cubano tienes todo el derecho del mundo a visitar cualquier territorio del país, sobre todo territorios que no sean áreas secretas o militares”.
Las escasas personas que no pagan por su entrada a los cayos turísticos de Cuba, deben obtener un permiso del gobierno municipal autorizándoles a zonas específicas, explicó Héctor Duniesky Bermúdez.
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