Periodistas nicaragüenses entre pandemia y crisis política

Cruz Roja Internacional realiza pruebas de coronavirus en las calles de Nicaragua

El periodismo está considerado una de las cinco profesiones más riesgosas del mundo, esto dicho en tiempos “normales”, ahora bien, cuando se ejerce la profesión en las condiciones políticas que se viven en Nicaragua desde 2018 y con una pandemia, COVID-19, que trae de cabeza a todo el planeta, entonces ya no es de “riesgo normal” de lo que se habla, sino de vivir cada segundo con un pie en la noticia y el otro, no sabemos dónde.

Varios periodistas nicaragüenses hablan con Luis Fernando Cascante para la Red Informativa de Periodistas (IJnet) de la precaria situación en la que deben realizar su desempeño informativo a diario, sorteando, sin apenas condiciones materiales, los riesgos de contraer el coronavirus y traspasarlo a sus familiares, ello unido a la ausencia de libertad de prensa en el maltratado país Centroamericano.

“Desde la crisis política en 2018, cuenta Ismael López, corresponsal de la Agencia Reuters y The Washington Post,


el gobierno de Daniel Ortega se ha cerrado a los gobiernos que ellos no controlan. Con la pandemia, esto se ha cerrado más”. Dice López, refiriéndose al hermetismo del régimen, que constantemente bloquea el acceso a la información y acosa a quienes ejercen el periodismo independiente y añade que, al manipular la información acerca del nivel de contagio, hace que el riesgo de contraer el virus sea mucho mayor.

Trabajador de la prensa revisa edición después de que Ortega hablara sobre coronavirus

Por otra parte, Carlos Bow, periodista de Confidencial, uno de los periódicos más acosados por el binomio Ortega-Murillo dice que “Ya sabemos que las cifras del gobierno son una mentira”. Esta desconfianza en los reportes oficiales ha llevado, tanto a los informadores como a la población en general, a dar mayor crédito a los reportes que realiza el Observatorio Ciudadano COVID-19 Nicaragua, “cuyas cifras hasta cuatro veces más altas que las oficiales”.

Hasta el momento, la cifra de muertos reconocida oficialmente es de 46, sin embargo, según las pesquisas del Observatorio, estas ascienden a unas 1.114, catalogadas como “muertes por neumonía” y “muertes sospechosas por COVID-19”. “Sólo en el Hospital Alemán de Nicaragüenses fallecen 15 personas al día”, comenta Wilfredo Miranda, quien trabaja como reportero para El País, de España y también para The Guardian, quien además apunta que sólo en los hospitales más importantes de Managua, la capital, se reportan unas 30 defunciones diarias.

Salir a la calle a buscar la información es difícil y peligroso, cuenta Miranda, pero entrevistar a médicos y familiares de enfermos es la única vía factible para lograr una información fidedigna.

“Si el gobierno se da cuenta que los médicos están reportando esto, serán despedidos,


Tenemos fuentes en los hospitales, ellos están haciendo la dura labor de recopilar y contrastar. El gobierno dice que la epidemia está controlada. Pero si voy a un hospital público o privado, me dicen que está colapsado. El observatorio trata de mostrar la verdadera realidad”.

De acuerdo con lo expresado por los periodistas, los familiares son otra fuente de información creíble y, a través de éstos, se han conocido los llamados “entierros exprés” al los cuales sólo dos familiares de la persona fallecida pueden asistir y se realizan en plena madrugada.

Nicaragua aplica "entierros exprés" en plena madrugada a víctimas de COVID-19

Al final, los tres informadores coinciden en que, a pesar de sus miedos, no pueden quedarse en sus casas, pues de ellos depende la escasa información creíble a la que pueden acceder los nicaragüenses. “Una pandemia no la contás desde una oficina, la vas a tener que contar desde la calle. Queramos o no, es parte de nuestra profesión”, sintetizó el periodista Carlos Bow.