El vicepresidente de los Estados Unidos Mike Pence, dijo este lunes en Miami que el comienzo de los ensayos clínicos de la fase 3 de la vacuna contra la COVID-19 de la empresa Moderna es "esperanzador" y confió en que antes de fin de año millones de estadounidenses podrán disponer de esta importante herramienta para derrotar la pandemia.
Estados Unidos y después el mundo, dijo Pence al hablar de cómo se distribuirá la vacuna una vez aprobada durante un acto en la Facultad Miller de Medicina de la Universidad de Miami (UM), uno de los 89 sitios donde se realizarán las pruebas de la Fase 3.
"Es un día histórico", agregó Pence, quien afirmó que, aunque el proceso de desarrollo de esta vacuna ha ido a un ritmo sin precedentes, no se van a "tomar atajos ni recortar esquinas" en lo que se refiere a la seguridad. Se trata de crear una vacuna "segura y efectiva" contra la COVID-19, afirmó.
El vicepresidente dio las gracias a los científicos por esta muestra de la "innovación y creatividad" de EEUU y a los aproximadamente 30.000 voluntarios que participarán en los ensayos en todo el país por haber "dado un paso al frente" en aras de derrotar al nuevo coronavirus.
Mike Pence estuvo acompañado del gobernador de Florida, Ron DeSantis y el congresista cubanoamericano Mario Díaz-Balart, el primer legislador federal en ser diagnosticado con el virus y ya recuperado, junto a otras autoridades.
La prueba de la vacuna
La prueba más grande hasta la fecha de una vacuna experimental contra el COVID-19 comenzó este lunes en Estados Unidos con el primero de unos 30,000 estadounidenses poniendo el brazo para recibir la vacuna creada por el gobierno.
El atisbo de esperanza llegó incluso cuando Google, en una de las evaluaciones más sombrías del poder de permanencia del coronavirus, decretó que la mayoría de sus 200,000 empleados y contratistas deberían trabajar desde su casa hasta el próximo junio, una decisión que podría influir en otras grandes empresas.
La prueba es la etapa final de la vacuna, desarrollada por los Institutos Nacionales de Salud y Moderna Inc, y comenzó con voluntarios en numerosos sitios de EEUU quienes recibieron una dosis real.
"Estoy emocionado de ser parte de algo como esto. Esto es enorme”, dijo Melissa Harting, una enfermera de 36 años que recibió una inyección en Binghamton, Nueva York. Sobre todo con los miembros de la familia en trabajos de primera línea que podrían exponerlos al virus, agregó, "hacer nuestra parte para erradicarlo es muy importante para mí".
Pasarán meses antes de que los resultados lleguen, y no hay garantía de que la vacuna funcione en última instancia contra el flagelo que ha matado a unas 650,000 personas en todo el mundo, incluidas casi 150,000 en EEUU.
"Hemos estado sentados al margen intentando usar nuestras máscaras pasivamente y con distancia social y no salir cuando no es necesario. Este es el primer paso para volverse activo contra esto”, dijo el investigador Dr. Frank Eder en el sitio de prueba en Binghamton. "Realmente no hay otra forma de superar esto".
En Washington, la administración Trump reveló que el asesor de seguridad nacional, Robert O’Brien, tiene el virus, el funcionario estadounidense de más alto rango que ha dado positivo hasta ahora. La Casa Blanca dijo que tiene síntomas leves y "se ha autoaislado y trabajando desde un lugar seguro fuera del sitio".