El Tribunal de Ejecución revocó la sanción de libertad limitada al activista Pedro Albert Sánchez, quien se encuentra ya en el régimen severo de la cárcel 1580, en La Habana, para cumplir lo que le resta de la pena de 5 años de prisión que le fuera impuesta a raíz de su participación en las protestas del 11 de julio en Guanabacoa.
Albert Sánchez, de 66 años y paciente de cáncer, fue detenido, el 22 de noviembre en la capital cubana, cuando intentaba entregar una misiva al Alto Representante para los Derechos Humanos de la Unión Europea (UE), Eamon Gilmore, quien se encontraba en ese momento de visita en la isla.
“Saliendo de casa lo cogió la patrulla, lo llevaron para la prisión de Guanabacoa. De ahí, el 24, lo llevaron para el centro de clasificación Vivac y ahora está en la 1580. Acabo de venir de allí”, relató su esposa Ana Elvis Amaya Leyva, a nuestra redacción.
La limitación de libertad es una de las sanciones subsidiarias de la privación de libertad reconocidas en el Código Penal cubano. El disidente fue condenado a cinco años de privación de libertad bajo cargos de “desórdenes públicos y desacato”, pero el tribunal había aceptado sustituir el internamiento por libertad limitada bajo ciertas normas de conducta.
“El tribunal usó lo que él dijo el 17 de octubre, que él no iba a acatar ninguna de las leyes, que él no iba a firmar nada”, indicó la mujer.
El pasado mes de octubre, Albert Sánchez declaró ante el Juez de Ejecución, que no aceptará su libertad limitada porque “no podía acatar, no podía obedecer ninguna de las condiciones que se me pusieran, entre otros motivos, por el sencillo hecho de que yo no los consideraba a ellos un tribunal de justicia”.
“La Seguridad del Estado le adjudica a Pedro que él estaba en una libertad limitada y que incumplió con eso, que se reunía con personas de mala conducta, que viajaba fuera de su provincia, que él no ha asumido lo que es libertad limitada”, señaló la esposa.
A su llegada al penal 1580, el activista se declaró en huelga de hambre:
“Pedro lleva seis días sin ingerir alimentos. Está muy delgado y débil”, lamentó Amaya Leyva.
En una carta, a la que Martí Noticias tuvo acceso, el conocido profesor escribió: “en tiempos de revolución los revolucionarios van generalmente a prisión, al destierro o a la muerte, yo elegí la muerte antes que una prisión obediente; pido disculpa a mis seres queridos y demás personas que sufren por mi elección pero es la única opción que me han dejado para defender mi dignidad, víctima por cierto de una mal llamada Operación Dignidad”, dijo en referencia al nombre por el que el régimen agrupa a las personas encarceladas por el 11 de julio.
“Siento una alta responsabilidad sobre mis hombros, y más que defender mi libertad, creo que defiendo también la moral y plenitud de los maestros que respiran un clima docente insoportable, de los médicos que realizan su trabajo sin las condiciones mínimas para que su labor sea decorosa; siento que defiendo también la dignidad de policías y guardias que tienen que lidiar con la masa delictiva en las calles y en las prisiones; siento que, de algún modo, defiendo un pedacito de cada cubano y un pedacito de Patria por ende”, concluyó.