Según un abreviado informe clasificado, que figura entre los documentos robados de los archivos secretos del piso 8 del edificio A del MININT; el más publicitado de todos los enemigos del castrismo, Luis Clemente Faustino Posada Carriles, a quien se le atribuye parte de la autoría del atentado contra el avión de Cubana en Barbados en 1976, pudo haber colaborado (consciente o inconsciente) con el gobierno cubano y la Seguridad del Estado.
No pretendo difamar, mi labor es publicar la información que recibo, ponerla a disposición de todos y, por supuesto, también de las autoridades. Le toca a otros demostrar la veracidad o no de estos presuntos hechos y narrarlos tal cual sucedieron.
Este texto, que se escamoteó del edificio A del MININT, asegura que a principios de los 70´s, al entonces Capitán de la inteligencia cubana Justo M. Hernández Hurtado, que radicaba en una bonita barriada de Buenos Aires, Argentina, se le ordenó un plan de acercamiento a Posada Carriles.
No he podido confirmar ni desmentir este escrito que detalla cómo el gobierno cubano perseguía realizar una serie de actividades subversivas de terrorismo estatal con acciones de corte autoagresivo que incluía acusar a la CIA, a los Estados Unidos y a miembros de los sectores más radicales de cubanos asentados en el sur de la Florida.
Nada extraño. Los servicios secretos cubanos, amparados bajo la excusa, en defensa de la seguridad nacional se han convertido en delincuentes profesionales del bandidaje organizado, algo que practican y demuestran con sobrada efectividad en inescrupulosas acciones de captación y/o destrucción de la credibilidad, propagar desinformación, con intención de virus, que de manera irremediable nos lleva a cuestionar personas e instituciones. Han tenido cuantiosa presencia en asesinatos, golpes de estado, tráfico de armas y drogas. Además de introducir ilegales en territorio extranjero, y todo tipo de ilicitud que eso conlleva, con el único objetivo de cumplir con la máxima motivación de reyes, la más antigua, Razón de Estado.
Por eso, por la cuestionable “razones de Estado” – continúa la escalofriante escritura - contactaron con Luis Posada Carriles, que en aquella época poseía una empresa de Seguridad y Protección en Venezuela, y le entregaron, en aquel momento, 50 000 dólares americanos por brindar información detallada sobre personas, de preferencia cubanas, con acceso a planes y/o a proyectos de asesinato a personal diplomático cubano en el exterior o a miembros de los diferentes partidos de izquierda en centro, sur y Norteamérica.
Después del atentado del 6 de octubre de 1976 al avión civil Douglas DC-8 del vuelo número 455 de Cubana de Aviación, los entonces comandantes Fidel Castro y Raúl Castro, ordenaron suspender el contacto con Posada y retiraron de Argentina al oficial Justo Hernández, a quien unos años después ascendieron a General, fue jefe de la Dirección de Inmigración y Extranjería del MININT hasta que fue destituido durante la Causa 2/89, implicado en tropelías con el entonces ministro José Abrantes. Después del Plan Pijama, siguió sirviendo al régimen y tuvo un máximo reconocimiento otorgado por “Servicios distinguido a la Patria”.