La experiencia indica que muchas ramas desgajadas en el movimiento opositor cubano acabaron retoñando en una nueva y vigorosa organización
Con la inmediatez con que circulan hoy las noticias se conoció días atrás que un grupo de Damas de Blanco en Santiago de Cuba decidió separarse de la organización que conduce Berta Soler. ¿Qué sucedió? ¿Una división mortal que acabará con el grupo? Como en los versos de Campoamor, todo es según el color del cristal con que se mire. Le propongo remontarnos brevemente al amanecer del movimiento disidente en Cuba.
Recientemente, la agencia española EFE reseñó un conversatorio en Madrid con el portavoz de la nunca legalizada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) Elizardo Sánchez Santacruz. Preguntado acerca de la oposición interna en la isla, Elizardo dijo que ahora ya no está dividida, sino "multiplicada".
El veterano activista de derechos humanos estaba repitiendo el mismo enfoque que asumiera 25 años atrás su antiguo colega, el fundador del Comité Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH) Ricardo Bofill, tras suscitarse en la organización un cisma que culminó con la ruptura entre Elizardo y Bofill y la creación por el primero de la CCDHRN. Yo, que recién me acababa de sumar al Comité, opté por lo que parecía más seguro: seguir con Bofill.
Pero como se vería después, la razón esencial de que Elizardo tomara su propio camino no había sido personal, sino política. Él prefería una línea de menos confrontación y más diálogo y reconciliación, crítica del embargo estadounidense como también del embargo impuesto por el régimen de Fidel Castro a su propio pueblo.
Preguntado por entonces al respecto, Bofill respondió que el Comité no se había dividido, sino multiplicado. Lo que en aquel momento pudo haber parecido una salida retórica se verificó en el mundo real. Hoy en día la organización de derechos humanos con sede en Cuba que cuenta con la mayor credibilidad nacional e internacional es la CCDHRN de Elizardo.
Del CCPDH también se desgajaría el Partido Pro Derechos Humanos, encabezado por Tania Díaz Castro y Samuel Martínez Lara. Su meta no era como la del Comité recopilar denuncias y enviarlas a las organizaciones internacionales y organismos de la ONU, sino promover la incorporación a la Constitución cubana los 30 artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Al cabo de los años vimos surgir más organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos humanos, aunque con diferentes enfoques, como la Fundación Lawton de Derechos Humanos dirigida por el doctor Oscar Elías Biscet, con énfasis en llevar la lucha y el conocimiento de los derechos esenciales a las calles; la Fundación Cubana de Derechos Humanos dirigida por el abogado invidente Juan Carlos González Leyva, centrada en documentar y examinar legalmente los abusos reportados por una red de relatores dispersos en todo el territorio cubano.
El ejemplo que expongo se opone al concepto, divulgado y fomentado con relativo éxito por la inteligencia y la contrainteligencia castristas, de que la oposición cubana no cuenta para nada en el destino de Cuba porque son sólo grupúsculos divididos por luchas intestinas y personalismos. ( la cantidad no importa: el sindicato Solidaridad comenzó con los trabajadores de los astilleros de Gdansk y acabó teniendo diez millones de miembros)
A la pregunta de si Venezuela es otra Cuba, el intelectual y profesor universitario chileno Fernando Mires, exhibe en una entrevista con El Universal de Caracas un punto de vista al parecer influenciado por estas medidas activas: “El pueblo venezolano --dice-- ha aprendido mucho en los últimos diez años, han logrado una capacidad de organización que nunca la oposición cubana ha alcanzado. Jamás la oposición cubana ha logrado ni la milésima parte de lo que se ha logrado en Venezuela. En Cuba hay una oposición altamente fraccionada, muy dividida. Se odian más entre ellos que al gobierno de Raúl Castro. Ese fue uno de los grandes éxitos de Fidel Castro, haber destrozado la oposición”.
Un cronista del diario argentino La Nación, Carlos González Calero afirma acerca de los opositores cubanos que se trata de “una amalgama de grupos con intereses dispares y a los que sólo los une su oposición a un gobierno que no tolera las voces críticas”
Agrega que “opositores como Oswaldo Payá, del Movimiento Cristiano Liberación; Elizardo Sánchez, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional; Eloy Gutiérrez Menoyo, de Cambio Cubano, o Martha Beatriz Roque, de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, no sólo no coincidieron nunca en el modelo de país que proponen, sino que siempre se miraron con recelo entre ellos”.
¿Será que no hay intereses y programas dispares y recelos entre el peronismo, la Unión Cívica Radical, los socialistas y otros partidos en Argentina? La división de la oposición cubana en materia de ideologías ¿no es perfectamente comparable a la que existe en cualquier democracia representativa? Una expresión muy gráfica que recuerdo de Bofill es “Caballeros, la unanimidad nada más que existe en los cementerios”.
Sí acierta el profesor Mires al mencionar el papel de los Castro y sus agentes de seguridad en cuanto a penetrar y procurar dividir sistemáticamente a la oposición. La táctica de “divide y vencerás” la aplican echando a rodar rumores, tergiversando situaciones personales, creando desigualdades y toda clase de desconfianzas; la principal, que cualquiera puede ser un infiltrado de la Seguridad.
González Calero decía en La Nación que “la disidencia cubana enfrenta desde hace años el reto mayúsculo de fiarse de sí misma”. Ricardo Bofill comprendió desde temprano que no había otro remedio que confiar en todos hasta tanto se demostrara lo contrario. “De lo contrario, tenemos que parar esto”, decía
Pero de reconocer la labor de zapa del castrismo a afirmar que Castro destrozó a la oposición cubana va un trecho. No la exterminó ni siquiera cuando le asestó el golpe más demoledor de su historia, encarcelando en marzo del 2003 a 75 opositores, activistas, periodistas, sindicalistas y bibliotecarios independientes. Sin embargo, sobran dedos de una mano para contar los que se rajaron en prisión.
Y sus esposas, madres, hijas y hermanas encontraron tiempo para, entre una visita y otra a sus seres queridos a cientos de kilómetros de distancia, subirle la parada al gobierno fundando las Damas de Blanco, un movimiento que despertó admiración en todo el mundo.
Ahora una veintena de Damas de Blanco en Santiago de Cuba han decidido separarse de la organización que condujera con extraordinaria lucidez y serenidad Laura Pollán.
Cubainformación, un proxy propagandístico del castrismo en Europa ya había confeccionado y divulgado un material que explota diferencias surgidas dentro del movimiento, basado en fragmentos de entrevistas truculentamente obtenidas con cuatro Damas de Blanco en los que ellas hablan de la distribución de los estipendios y de decisiones no consultadas con la mayoría.
Pero la experiencia indica que muchas ramas desgajadas en el movimiento opositor cubano acabaron retoñando en una nueva y vigorosa organización
Me gusta recordar a Bofill: la unanimidad nada más que existe en los cementerios. A través de mi cristal, yo sólo veo una multiplicación de las Damas de Blanco. Allá los pesimistas con sus cristales oscuros.
Recientemente, la agencia española EFE reseñó un conversatorio en Madrid con el portavoz de la nunca legalizada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) Elizardo Sánchez Santacruz. Preguntado acerca de la oposición interna en la isla, Elizardo dijo que ahora ya no está dividida, sino "multiplicada".
El veterano activista de derechos humanos estaba repitiendo el mismo enfoque que asumiera 25 años atrás su antiguo colega, el fundador del Comité Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH) Ricardo Bofill, tras suscitarse en la organización un cisma que culminó con la ruptura entre Elizardo y Bofill y la creación por el primero de la CCDHRN. Yo, que recién me acababa de sumar al Comité, opté por lo que parecía más seguro: seguir con Bofill.
Pero como se vería después, la razón esencial de que Elizardo tomara su propio camino no había sido personal, sino política. Él prefería una línea de menos confrontación y más diálogo y reconciliación, crítica del embargo estadounidense como también del embargo impuesto por el régimen de Fidel Castro a su propio pueblo.
Preguntado por entonces al respecto, Bofill respondió que el Comité no se había dividido, sino multiplicado. Lo que en aquel momento pudo haber parecido una salida retórica se verificó en el mundo real. Hoy en día la organización de derechos humanos con sede en Cuba que cuenta con la mayor credibilidad nacional e internacional es la CCDHRN de Elizardo.
Del CCPDH también se desgajaría el Partido Pro Derechos Humanos, encabezado por Tania Díaz Castro y Samuel Martínez Lara. Su meta no era como la del Comité recopilar denuncias y enviarlas a las organizaciones internacionales y organismos de la ONU, sino promover la incorporación a la Constitución cubana los 30 artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Al cabo de los años vimos surgir más organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos humanos, aunque con diferentes enfoques, como la Fundación Lawton de Derechos Humanos dirigida por el doctor Oscar Elías Biscet, con énfasis en llevar la lucha y el conocimiento de los derechos esenciales a las calles; la Fundación Cubana de Derechos Humanos dirigida por el abogado invidente Juan Carlos González Leyva, centrada en documentar y examinar legalmente los abusos reportados por una red de relatores dispersos en todo el territorio cubano.
El ejemplo que expongo se opone al concepto, divulgado y fomentado con relativo éxito por la inteligencia y la contrainteligencia castristas, de que la oposición cubana no cuenta para nada en el destino de Cuba porque son sólo grupúsculos divididos por luchas intestinas y personalismos. ( la cantidad no importa: el sindicato Solidaridad comenzó con los trabajadores de los astilleros de Gdansk y acabó teniendo diez millones de miembros)
A la pregunta de si Venezuela es otra Cuba, el intelectual y profesor universitario chileno Fernando Mires, exhibe en una entrevista con El Universal de Caracas un punto de vista al parecer influenciado por estas medidas activas: “El pueblo venezolano --dice-- ha aprendido mucho en los últimos diez años, han logrado una capacidad de organización que nunca la oposición cubana ha alcanzado. Jamás la oposición cubana ha logrado ni la milésima parte de lo que se ha logrado en Venezuela. En Cuba hay una oposición altamente fraccionada, muy dividida. Se odian más entre ellos que al gobierno de Raúl Castro. Ese fue uno de los grandes éxitos de Fidel Castro, haber destrozado la oposición”.
Un cronista del diario argentino La Nación, Carlos González Calero afirma acerca de los opositores cubanos que se trata de “una amalgama de grupos con intereses dispares y a los que sólo los une su oposición a un gobierno que no tolera las voces críticas”
Agrega que “opositores como Oswaldo Payá, del Movimiento Cristiano Liberación; Elizardo Sánchez, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional; Eloy Gutiérrez Menoyo, de Cambio Cubano, o Martha Beatriz Roque, de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, no sólo no coincidieron nunca en el modelo de país que proponen, sino que siempre se miraron con recelo entre ellos”.
¿Será que no hay intereses y programas dispares y recelos entre el peronismo, la Unión Cívica Radical, los socialistas y otros partidos en Argentina? La división de la oposición cubana en materia de ideologías ¿no es perfectamente comparable a la que existe en cualquier democracia representativa? Una expresión muy gráfica que recuerdo de Bofill es “Caballeros, la unanimidad nada más que existe en los cementerios”.
Sí acierta el profesor Mires al mencionar el papel de los Castro y sus agentes de seguridad en cuanto a penetrar y procurar dividir sistemáticamente a la oposición. La táctica de “divide y vencerás” la aplican echando a rodar rumores, tergiversando situaciones personales, creando desigualdades y toda clase de desconfianzas; la principal, que cualquiera puede ser un infiltrado de la Seguridad.
González Calero decía en La Nación que “la disidencia cubana enfrenta desde hace años el reto mayúsculo de fiarse de sí misma”. Ricardo Bofill comprendió desde temprano que no había otro remedio que confiar en todos hasta tanto se demostrara lo contrario. “De lo contrario, tenemos que parar esto”, decía
Pero de reconocer la labor de zapa del castrismo a afirmar que Castro destrozó a la oposición cubana va un trecho. No la exterminó ni siquiera cuando le asestó el golpe más demoledor de su historia, encarcelando en marzo del 2003 a 75 opositores, activistas, periodistas, sindicalistas y bibliotecarios independientes. Sin embargo, sobran dedos de una mano para contar los que se rajaron en prisión.
Y sus esposas, madres, hijas y hermanas encontraron tiempo para, entre una visita y otra a sus seres queridos a cientos de kilómetros de distancia, subirle la parada al gobierno fundando las Damas de Blanco, un movimiento que despertó admiración en todo el mundo.
Ahora una veintena de Damas de Blanco en Santiago de Cuba han decidido separarse de la organización que condujera con extraordinaria lucidez y serenidad Laura Pollán.
Cubainformación, un proxy propagandístico del castrismo en Europa ya había confeccionado y divulgado un material que explota diferencias surgidas dentro del movimiento, basado en fragmentos de entrevistas truculentamente obtenidas con cuatro Damas de Blanco en los que ellas hablan de la distribución de los estipendios y de decisiones no consultadas con la mayoría.
Pero la experiencia indica que muchas ramas desgajadas en el movimiento opositor cubano acabaron retoñando en una nueva y vigorosa organización
Me gusta recordar a Bofill: la unanimidad nada más que existe en los cementerios. A través de mi cristal, yo sólo veo una multiplicación de las Damas de Blanco. Allá los pesimistas con sus cristales oscuros.