Siempre habrá personas en La Habana inmunes al virus Obama. Jorge Peraza, taxista clandestino, es uno de ellos. Desde hace 15 años, vive de lo que se cae del camión.
"He vendido cemento por la izquierda, ropas traídas de Ecuador y carne de caballos que se matan en los campos cubanos. Nunca le he trabajado al Estado. Ahora manejo este cacharro (auto) para buscarme unos kilos. Pero desde la llegada de Obama el dominó está trancado", señala sentado en el capó de un Moskovich de la era soviética.
Peraza fuma un cigarrillo tras otro y explica por qué desea que Obama se acabe de largar en su Air Force One.
"Men, ¿tú sabe(s) cuánta gente aquí vive del invento? Ahora mismo no puedo botear pa'l Vedado o la Habana Vieja, por la cantidad de policías regados en la ciudad. Muchas calles cerradas y controles por donde quiera. A mí, las muelas (discursos) de Obama ni de la Raúl Castro me van (a) resolver los pesos para mantener a mi familia. Lo que quiero es que pronto vuele rumbo a Buenos Aires", confiesa.
Raiza Pérez, copropietaria junto a su esposo Carlos, de la paladar San Cristóbal, en San Rafael entre Lealtad y Campanario, Centro Habana, bien pudiera ponerle una vela a San Obama.
"Después de su visita, el negocio marcha mejor que nunca. La cena de la familia Obama el pasado domingo ha arrastrado a muchísimos clientes, cubanos y extranjeros. Todos quieren saber qué comió y cuánto nos dejó de propina", explica.
Carlos, el esposo de Raiza, es un chef de alto vuelo. Fue uno de los más 200 empresarios estatales y emprendedores privados que en la tarde del lunes se reunieron con Obama en el Antiguo Almacén de la Madera y el Tabaco, hoy sede de una cervecería, en la Avenida del Puerto, frente a la Alameda de Paula, Habana Vieja.
Raiza dijo a Radio Martí que el Presidente pidió solomillo sazonado al estilo cubano y la Primera Dama, "tentación habanera", una variante de las fajitas mexicanas. "Carlos y yo los atendimos personalmente.
"Obama pagó de su billetera. Ojalá que su visita permita levantar las barreras entre los dos países".
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Yulia, jinetera, cuenta que no se quiso perder el paseo de los Obama por La Habana Vieja.
"Desde el balcón de la casa de una amiga vimos pasar a Obama, su esposa, las dos hijas y la suegra, con sus paraguas, por la lluvia. A mí el prieto me cae bien, aunque en estos días, con tantos policías y segurosos, tengo que estar quitada del bisne".
Gregorio, vendedor de discos piratas en El Vedado, considera que el Gobierno de Castro no debería desaprovechar la oportunidad.
"Asere, a Estados Unidos le da igual tener negocios o relaciones con Cuba. Nosotros somos los que salimos más beneficiados". Tiene la tele prendida, que está trasmitiendo la conferencia de prensa de Obama y Castro desde el Palacio de la Revolución.
A la mayoría de los habaneros entrevistados no les agradó la descortesía del Gobierno de no recibir a Obama por todo lo alto.
"Raúl debió recibirlo en el aeropuerto. Si yo hubiera sido Obama hubiera dado la vuelta y me hubiera ido", comenta un vendedor de periódicos.
Andrés, bebiendo cerveza en la paladar Jared de la calle Zanja, en un televisor de pantalla plana sigue la rueda de prensa. "No creo que esta visita traiga beneficios a los cubanos. El problema no es Obama, es el Gobierno cubano que no tiene la intención de cambiar".
En el restaurante del antiguo hotel Universitario, actualmente destartalado, en 17 entre L y M, Vedado, a falta de clientes, el cocinero, su ayudante y dos meseros, miraban la inusual comparecencia.
"De verdad que este niche está escapa'o. Prestigia a nuestra raza. Aunque no es cubano, me siento orgulloso de él. La manera cómo se desenvuelve, relajado, siempre con buen rollo, sonriente... Es un tipo chévere", dice Oscar, cantinero.
A Diorbes, trabajador de un mercado agrícola, Castro le pareció más dictador que nunca.
"En ningún país democrático un presidente puede decir que le muestren una lista y que por la noche libera a los presos políticos. Es un ejemplo que Raúl y Fidel hace en Cuba lo que sale de los c...".
Elizardo Sánchez, opositor al frente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, sí se tomó muy en serio la propuesta de Raúl Castro.
"Habrá que hacer todas las gestiones posibles para que esa lista llegue a manos del Gobierno. Estamos hablando de unos 80 presos políticos, algunos con muchos años de cárcel".
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Ángel Moya, esposo de Berta Soler, exprisionero político y uno de los líderes de la disidencia en la isla, cree que es otra estratagema del régimen.
"El lunes por la mañana me detuvieron a mí, a Berta y más de una docena de Damas de Blanco. A otras las deportaron a sus provincias. ¿De qué cambios estamos hablando? El régimen está jugando con Obama. Sigue la represión y la falta de libertades políticas. Sólo cuando vea a esos presos políticos en sus casas creeré en la buena intención de la dictadura".
Por estos días, Barack Obama se ha robado el show en La Habana. En las esquinas, atestadas paradas de ómnibus y colas de panadería se habla de su visita. Siempre hay personas indiferentes. Pero son muy pocos.