Putin repitió con Obama el mismo error que Nikita S. Jruschev cometió con John F. Kennedy en la Cumbre de Viena, Austria, en 1961.
A menos de una semana de haber obtenido Edward Snowden asilo temporal en Rusia, la respuesta de la Casa Blanca llegó clara y precisa. El presidente Barack Obama no viaja a Moscú para la planificada cumbre bilateral con el mandatario ruso Vladimir V. Putin. La cita se planificó para inicios de septiembre en la capital rusa.
Aunque Obama participará en la cita del G20 a realizarse en San Petersburgo, no habrá reunión a solas entre los dos gobernantes.
Hay muchos temas en común entre las dos naciones, reconoce la administración estadounidense, pero en materia de seguridad nacional la discrepancia es tan profunda, que no hay espacio para el estrechón de manos y sonrisas para las fotos.
En el Kremlin dicen sentirse decepcionados por la decisión de la Casa Blanca y esperan que la tormenta sea pasajera. La decisión de Obama fue la respuesta clara a una situación que los politólogos rusos no calibraron en sus máximas consecuencias. La administración de Obama en sus más de cuatro años de trabajo nunca reaccionó de esa manera a los gestos políticos del Kremlin.
Siempre en Washington se ha buscado un ángulo de aproximación con Rusia; evitando la confrontación. Así ocurrió con el programa nuclear iraní, con la crisis de Siria, e inclusive con la negativa del mismo Putin a viajar primero a Camp David para una cita bilateral y después a Chicago para la Cumbre del G8 en mayo del 2012.
Putin repitió con Obama el mismo error que Nikita S. Jruschev cometió con John F. Kennedy cuando en la Cumbre de Viena, Austria, en 1961, el gobernante soviético pensó que el estadounidense, por ser joven y nuevo en la presidencia, era débil de carácter e inexperto.
Putin asume que tiene el dominio total del arte del espionaje. En tiempos de la URSS fue coronel de la KGB, jefe del centro de espionaje soviético en Dresde, entonces parte de Alemania del Este y en Rusia dirigió el Servicio Federal de Seguridad (FSB). Con el caso de Snowden, los órganos de seguridad de Rusia han dominado todo el escenario, desde la salida del ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Hong Kong hasta el asilo. El error estuvo en subestimar la reacción de Obama.
En lugar de Moscú, Obama, decidió visitar Estocolmo, la capital sueca, y de ahí parte para la antigua capital del Imperio ruso. Y para no bajar la intensidad del dialogo, en Washington se reúnen esta semana el Secretario de Estado, John Kerry, y su colega de Defensa, Chuck Hagel, con sus respectivas contrapartes de Rusia, Serguei V. Lavrov y Serguei K. Shoigu.
Aunque Obama participará en la cita del G20 a realizarse en San Petersburgo, no habrá reunión a solas entre los dos gobernantes.
Hay muchos temas en común entre las dos naciones, reconoce la administración estadounidense, pero en materia de seguridad nacional la discrepancia es tan profunda, que no hay espacio para el estrechón de manos y sonrisas para las fotos.
En el Kremlin dicen sentirse decepcionados por la decisión de la Casa Blanca y esperan que la tormenta sea pasajera. La decisión de Obama fue la respuesta clara a una situación que los politólogos rusos no calibraron en sus máximas consecuencias. La administración de Obama en sus más de cuatro años de trabajo nunca reaccionó de esa manera a los gestos políticos del Kremlin.
Siempre en Washington se ha buscado un ángulo de aproximación con Rusia; evitando la confrontación. Así ocurrió con el programa nuclear iraní, con la crisis de Siria, e inclusive con la negativa del mismo Putin a viajar primero a Camp David para una cita bilateral y después a Chicago para la Cumbre del G8 en mayo del 2012.
Putin repitió con Obama el mismo error que Nikita S. Jruschev cometió con John F. Kennedy cuando en la Cumbre de Viena, Austria, en 1961, el gobernante soviético pensó que el estadounidense, por ser joven y nuevo en la presidencia, era débil de carácter e inexperto.
Putin asume que tiene el dominio total del arte del espionaje. En tiempos de la URSS fue coronel de la KGB, jefe del centro de espionaje soviético en Dresde, entonces parte de Alemania del Este y en Rusia dirigió el Servicio Federal de Seguridad (FSB). Con el caso de Snowden, los órganos de seguridad de Rusia han dominado todo el escenario, desde la salida del ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Hong Kong hasta el asilo. El error estuvo en subestimar la reacción de Obama.
En lugar de Moscú, Obama, decidió visitar Estocolmo, la capital sueca, y de ahí parte para la antigua capital del Imperio ruso. Y para no bajar la intensidad del dialogo, en Washington se reúnen esta semana el Secretario de Estado, John Kerry, y su colega de Defensa, Chuck Hagel, con sus respectivas contrapartes de Rusia, Serguei V. Lavrov y Serguei K. Shoigu.