A continuación, un editorial que refleja la opinión del gobierno de Estados Unidos:
Pregunta: ¿Qué es más difícil que el exilio en un país extranjero donde la vida debe comenzar de nuevo en una tierra desconocida? Respuesta: tortura y encarcelamiento en el país natal.
Los 135 presos políticos que fueron encarcelados en Nicaragua y que fueron liberados en Guatemala el 5 de septiembre conocen ahora ambas realidades.
Estados Unidos logró su excarcelación por razones humanitarias, y el presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, accedió generosamente a recibirlos. A los exprisioneros se les está ofreciendo la oportunidad de solicitar formas legales de reconstruir sus vidas en los Estados Unidos u otros países.
En una conferencia de prensa en Guatemala, el subsecretario de Estado Adjunto de los Estados Unidos para Asuntos del Hemisferio Occidental, Eric Jacobstein, dijo: "Fue una experiencia increíble y emotiva saludar a las personas en la pista mientras tomaban medidas para reclamar sus vidas y su libertad".
Señaló que los exprisioneros habían pasado "un momento extremadamente difícil" en Nicaragua y que "salieron del avión diciendo: 'Dios bendiga a Estados Unidos', 'Dios bendiga a Guatemala'".
Entre los prisioneros liberados hay 13 personas afiliadas a Mountain Gateway, una organización religiosa con sede en Texas, así como defensores de los derechos humanos, laicos católicos, estudiantes y periodistas.
Constituyen el último de varios tramos de presos políticos que el régimen Ortega-Murillo ha enviado al exilio en los últimos meses. El primer grupo estaba formado por 222 disidentes liberados en Estados Unidos en febrero de 2023, todos ellos despojados de su ciudadanía. En enero de 2024, el régimen liberó al venerado obispo católico Rolando José Álvarez y a otros 15 miembros del clero y los entregó al Vaticano.
Desde 2018, cuando estallaron protestas en todo el país contra los 11 años de gobierno del presidente Daniel Ortega, el régimen ha reprimido violentamente e intentado silenciar a sus críticos. Esa represión no ha cesado. Dos informes de este año, uno del Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre los derechos humanos en Nicaragua y otro de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dan testimonio de las continuas detenciones arbitrarias, el maltrato de los detenidos y la intimidación de los opositores políticos.
"Instamos a la liberación inmediata e incondicional de todos los presos políticos y presos de conciencia en Nicaragua", dijo el secretario de Estado, Antony Blinken, en un comunicado. "El pueblo nicaragüense quiere y merece una democracia restaurada en la que todos puedan ejercer sus derechos humanos y libertades fundamentales, sin temor a ser perseguidos o represaliados".