El aumento de la colonia cubana en España —y de los nuevos españoles en la isla— ha convertido al colectivo en un granero importante para los partidos políticos locales. Nunca antes hubo tantos cubanos en suelo ibérico, al menos desde que existen estadísticas al respecto.
Hoy las cifras superan los 176.000, debido a la gravedad de la crisis migratoria nacional. De ellos, unos 110.000 son ya ciudadanos, por lo que podrán ejercer el voto el domingo 28 de mayo, en las elecciones municipales y autonómicas.
Habría que sumar a los 152.491 españoles residentes en Cuba, la mayoría nacidos en la isla y nacionalizados por leyes recientes. Después de Argentina, Cuba es el país con mayor número con derecho al voto en América Latina.
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No se conocen encuestas sobre la tendencia del voto hispano-cubano —ni en la isla ni en España—, aunque los exiliados con mayor visibilidad en medios y eventos públicos, se inclinan abiertamente por la derecha y la extrema derecha.
“Es un tema complejo, sobre todo en las municipales, porque uno no suele votar a una marca política, sino a un gestor, a tu alcalde. Y ahí las marcas políticas se difuminan un poco”, explica Sayde Chaling, de la Alianza Iberoamericana y Europea contra el Comunismo.
No obstante, su grupo recomienda votar por los “partidos aliados” en diferentes parlamentos. Pone como ejemplo a “los liberales de Ciudadanos, el centroderecha del Partido Popular y los conservadores de VOX, que trabajan por la causa de la libertad de Cuba y los países hispanoamericanos”.
Otros activistas como Lázaro Mireles, coordinador del Movimiento de Acciones por la Democracia; y Emilio Arteaga Pérez, del Gremio Médico Libre Independiente, piden abiertamente el voto para VOX. Ninguno de los dos podrá ejercer el derecho, porque aún no son españoles.
“VOX ha estado con nosotros en la calle. Nos ha ayudado a visibilizar el tema de Cuba, a sacar adelante condenas en la Unión Europea”, argumenta Mireles, mientras Arteaga acusa a los otros partidos de ser “ambiguos en su discurso sobre Cuba”.
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Cuba, ausente de la política española
La activista Carolina Barrero tiene derecho, pero no lo ejercerá: “He decidido que la primera vez que vaya a votar, lo voy a hacer en Cuba, en elecciones libres. Es una decisión personal”.
Sin embargo, anima a los cubano-españoles a involucrarse en los asuntos propios de Cuba, “porque la presión internacional está muy bien, pero esto lo vamos a resolver entre los cubanos”.
“No podemos esperar a que venga una solución mágica desde el exterior”, alerta Barrero.
Lo que sí pide es “exponer —y avergonzarnos— de posiciones como las de Josep Borrell y Pedro Sánchez”, debido a la “complicidad de las empresas españolas con el régimen cubano y a cómo ayudan a encubrir las violaciones de derechos humanos a través de su silencio o apoyo”.
Roberto Veiga, director del laboratorio de ideas Cuba Próxima, sugiere “considerar el voto como personas establecidas en este país, pero también como integrantes de organizaciones cubanas del exilio, con intereses políticos en relación con Cuba”.
“Me resulta difícil identificar una fuerza preferente. Las agrupaciones españolas no han incorporado suficientemente la situación interna de Cuba, ni han establecido adecuados vínculos de trabajo con los exiliados, excepto en determinados momentos, con declaraciones que más bien responden a dinámicas de política interna”, advierte el académico.
Elías Amor Bravo, presidente de la Unión Liberal Cubana, explica que su organización “nunca ha mostrado inclinación por ningún partido, ni ha sugerido el voto a nadie”. Considera que “es una decisión libre y que cada uno debe elegir, en función de sus criterios políticos”.
Los españoles de Cuba podrán enviar su voto por correo postal antes del 23 de mayo, o depositarlo directamente del 20 al 25 de mayo, ambos incluidos, en las sedes habilitadas en el Consulado General de España en La Habana y en el Edificio de la Lonja del Comercio.
Los comicios locales marcan el inicio de un período de alta polarización política, que concluirá en diciembre con las elecciones generales. En ambos casos, las encuestas vaticinan una caída del gubernamental Partido Socialista.