A Arnaldo Mesa se le podía ver hasta hace poco en las inmediaciones del parque beisbolero “Calixto García”, buscando alcohol, mujeres o el primer negocio que le abriera paso en el día.
Anoche tarde ya supe de la muerte de Arnaldo Mesa, un ex boxeador de la provincia Holguín que se destacó bastante allá por la década de 1980. El digital Diario de Cuba trajo el informe y me dolió como una pedrada en el rostro. Junto a Ángel Espinosa, Manuel Martínez y Ricardo Díaz conformaron un cuarteto temible en los escenarios donde el boxeo aficionado cubano lucía sus mejores galas. Mesa era técnico, fajador y rápido, a lo que se le unía la pegada que todos evitaban. En una edición de la desaparecida Copa del mundo, ellos tres (con Espinosa y Martínez) le dieron medallas doradas al país y recibieron a cambio un apartamento o el arreglo de sus viviendas, nada más. Eso y la falta de disciplina, el desestímulo y la precariedad de la vida en provincia los llevó a la miseria. Años más tarde surgirían otros dos: Mario (Mayito) Kindelán, que deslumbró al mundo con su rapidez y Gerardo Doroncelé, este con menor brillo y estancia en la preselección nacional.
A Espinosa se le podía ver hasta hace unos años en cualquier ‘perrera” (puestos de cerveza a granel) luchando su ‘pepino’ para calmar la sed y la frustración. Antes de salir de Cuba volví a encontrarme con mi ex vecino, Manuel Martínez Crespo, jovial, callado, casi un muchacho tímido, pero ahora rendido al pugilateo de buscarse la vida y al de poder ver a sus hijas, radicadas fuera del país. A Mesa se le podía ver hasta hace poco en las inmediaciones del parque beisbolero “Calixto García”, buscando alcohol, mujeres o el primer negocio que le abriera paso en el día. Ricardito Díaz manejaba hace un tiempo atrás un auto soviético (Moscovich) que alquilaba a los viajeros hacia cualquier punto de la provincia, pero se mantiene risueño, arisco y arrimado también al alcohol, viendo pasar la sombra de sus victorias.
Años atrás pudimos ver un excelente documental, Glorias Olvidadas, realizado por Manuel Benito del Valle y Darsy Ferrer sobre varios medallistas olímpicos y mundiales que murieron o viven aún en la miseria en la isla. Lejos de los aplausos, de las medallas y galardones entregados de manos del mismo Fidel Castro, Ángel Herrera y Sixto Soria, por solo citar dos, llevan la suerte de cualquier deportista retirado a la vida provinciana. Ante esta realidad se alza la contraparte de los que se quedaron fuera de Cuba o los que aún dentro, emprendieron el camino de las misiones de colaboración deportiva como entrenadores, árbitros o parte del personal técnico que prepara a otros atletas en cualquier continente. El caso de Mesa es uno más entre tantos, solo basta asomarse a cualquier ciudad y vemos a esa gloria que fue revendiendo artículos varios, rentando su auto de hace veinte años o agazapado, esperando que pase la oportunidad para buscarse la primera moneda del día.
Publicado en cruzarlasalambradas y reproducido con autorización de su autor.
A Espinosa se le podía ver hasta hace unos años en cualquier ‘perrera” (puestos de cerveza a granel) luchando su ‘pepino’ para calmar la sed y la frustración. Antes de salir de Cuba volví a encontrarme con mi ex vecino, Manuel Martínez Crespo, jovial, callado, casi un muchacho tímido, pero ahora rendido al pugilateo de buscarse la vida y al de poder ver a sus hijas, radicadas fuera del país. A Mesa se le podía ver hasta hace poco en las inmediaciones del parque beisbolero “Calixto García”, buscando alcohol, mujeres o el primer negocio que le abriera paso en el día. Ricardito Díaz manejaba hace un tiempo atrás un auto soviético (Moscovich) que alquilaba a los viajeros hacia cualquier punto de la provincia, pero se mantiene risueño, arisco y arrimado también al alcohol, viendo pasar la sombra de sus victorias.
Años atrás pudimos ver un excelente documental, Glorias Olvidadas, realizado por Manuel Benito del Valle y Darsy Ferrer sobre varios medallistas olímpicos y mundiales que murieron o viven aún en la miseria en la isla. Lejos de los aplausos, de las medallas y galardones entregados de manos del mismo Fidel Castro, Ángel Herrera y Sixto Soria, por solo citar dos, llevan la suerte de cualquier deportista retirado a la vida provinciana. Ante esta realidad se alza la contraparte de los que se quedaron fuera de Cuba o los que aún dentro, emprendieron el camino de las misiones de colaboración deportiva como entrenadores, árbitros o parte del personal técnico que prepara a otros atletas en cualquier continente. El caso de Mesa es uno más entre tantos, solo basta asomarse a cualquier ciudad y vemos a esa gloria que fue revendiendo artículos varios, rentando su auto de hace veinte años o agazapado, esperando que pase la oportunidad para buscarse la primera moneda del día.
Publicado en cruzarlasalambradas y reproducido con autorización de su autor.