MLB debería implementar el KO beisbolero 

Los jardineros de los Mellizos de Minnesota Nick Gordon (1), Trevor Larnach (9) y Dalton Shuffield (38) salen del campo luego de derrotar a los Yankees de Nueva York 11-2 en el Yankee Stadium. Foto: Wendell Cruz-USA TODAY Sports

La paliza que el jueves le propinaron los Mellizos de Minnesota a los Yankees de Nueva York volvió a sacar a la palestra un viejo debate.

¿Deberían las Grandes Ligas adoptar la regla del nocaut cuando un equipo lleva ventaja de diez o más carreras en el séptimo inning?

Los Mellizos fabricaron nueve anotaciones en el mismo primer episodio y dos innings más tarde ya ganaban 11-0.

Los Yankees sólo pudieron responder con dos carreras, una en el cuarto capítulo y otra en el noveno, ambas por jonrones de Anthony Rizzo.

En su afán por agilizar los juegos, el comisionado Rob Manfred debería aprobar el nocaut beisbolero, que también se conoce como regla de la misericordia y que desde hace años se aplica en eventos internacionales y otras ligas del planeta.

Las probabilidades de que un conjunto consiga levantarse de semejante paliza son mínimas, casi inexistentes, con todo y la máxima de Yogi Berra de que “el juego no se acaba, hasta que se acaba”.

Desde 1991 hasta la fecha, en más de 1,500 juegos de Grandes Ligas en que un equipo tuvo ventaja de diez o más carreras en la séptima entrada, nunca perdió.

Un partido en el que uno de los dos contendientes ha anotado diez o más veces en menos de siete innings ya es de por sí largo y se torna aburrido.

Completar las nueve entradas le añadiría más tiempo innecesario a un juego que está decidido en un 99 por ciento, por lo que muchos fanáticos comienzan a abandonar el estadio o cambian el canal en busca de una mejor opción.

Detener las acciones en ese punto no va para nada en contra de la esencia del juego y evitaría continuar un espectáculo deplorable.

Lo vimos en el reciente Clásico Mundial de Béisbol y en otros certámenes internacionales sin que se haya muerto alguien o acabado el mundo.

Pero vayamos más lejos aún. La última vez que un equipo llegó al séptimo episodio con desventaja de diez carreras y consiguió remontar y ganar, George Bush Padre no había siquiera llegado a la mitad de su mandato presidencial, la Unión Soviética todavía existía y aunque ya había caído el Muro de Berlín, no se había oficializado la reunificación de Alemania.

Fue el 21 de agosto de 1990, cuando los Filis de Filadelfia visitaban a los Dodgers de Los Angeles.

Después de siete capítulos, los Dodgers ganaban 11-1 y John Kruk, quien no abrió como titular en ese partido, sólo quería irse del estadio para poder llegar a tiempo de recibir servicio de habitación en el hotel donde se hospedaba el equipo.

En el octavo Filadelfia descontó dos y puso la pizarra 11-3, para lograr la milagrosa remontada con ocho anotaciones en el noveno.

Con el juego 11-8, Kruk salió de emergente y con dos corredores en bases disparó cuadrangular que empató el marcador.

El puertorriqueño Carmelo Martínez se encargaba de remolcar la ventaja con doblete.

Después del juego, Kruk dijo que al darse cuenta de que ya no llegaría a tiempo al hotel antes de que terminara el servicio de habitaciones, entonces a los Filis no les quedaba más remedio que ganar el partido, para que el esfuerzo no hubiera sido en vano.

Desde entonces han pasado casi 33 años. Por eso, para que entiendan los puristas del béisbol, aplicar la regla del KO no va a desvirtuar el deporte por eliminar un fenómeno que se da, si acaso, una vez cada tres décadas.